Las pocas cancelaciones registradas en instituciones públicas siempre han tenido el rechazo de la Fuerza del Pueblo.
Luis Abinader y Leonel Fernández formalizaron alianzas, en la contienda del pasado 5 de julio de 2020, en unas doce provincias en los niveles legislativo y municipal. Gracias a ese acuerdo la Fuerza del Pueblo tiene hoy varios senadores que resultaron electos con los votos de perremeístas y miembros de organizaciones aliadas.
Sin embargo, una fuente de entero crédito, asegura que en el tramo final de la campaña, cuando ya estaba consciente que sus posibilidades de triunfo se reducían a cero, el expresidente Fernández otorgó ayuda económica al candidato presidencial del PRM, pero una de las condiciones establecidas fue que no se cancelen peledeístas de la administración pública.
Ante una nómina pública abultada en los últimos 16 años de gobiernos peledeístas, para estimular el clientelismo político, la única forma de crear espacios para los militantes del PRM, de entidades aliadas y de movimientos de apoyo, era mediante el despido de servidores públicos, los cuales siguen en un 90% al PLD y a la Fuerza del Pueblo. Se estima que solo un 10% de perremeístas han logrado insertarse en puestos estatales, por iniciativas propias de funcionarios que sienten tener compromisos.
Las pocas cancelaciones registradas en instituciones públicas siempre han tenido el rechazo de la Fuerza del Pueblo. Nunca lo ha hecho Leonel Fernández directamente, pone a Radhamés Jiménez, antiguo procurador general de la República, y a otros dirigentes.
Ante los procesos judiciales iniciados por el Ministerio Público, contra familiares y antiguos miembros del entorno de Danilo Medina, involucrados en actos de corrupción pública, el presidente Abinader decidió honrar el compromiso hecho en campaña con Leonel Fernández y de esa manera no abrirse dos frentes políticos simultáneamente.
La persecución judicial contra personajes de la gestión de Medina parece haber fortalecido los vínculos entre Leonel y Luis. El desgaste de imagen que ha tenido el PLD y, particularmente, Danilo le ofrecen cancha abierta a Leonel Fernández y a la Fuerza del Pueblo, entidad política que se ha constituido en un refugio de peledeístas asustados o que temen ser apresados.
Además, el deterioro de la imagen del PLD, genera disgustos y pesimismo en muchos dirigentes del PLD y los motiva a juramentarse en la Fuerza del Pueblo. La dirección del PLD ha lucido incapaz de detener la hemorragia de seguidores que se pasan a la Fuerza del Pueblo. Mientras se da esa situación, muchos dirigentes del Comité Político vienen abogando, por los bajos, por una alianza futura con Leonel Fernández.
Por otro lado, la alta aprobación que algunos estudios de opinión otorgan al presidente Abinader en gran medida descansa al trabajo realizado por el Ministerio Público. Todo indica que el grueso de la población aprueba el combate a la corrupción pública y a la impunidad, dos males que nunca antes autoridades de la Procuraduría General de la República enfrentaron como en la actualidad.
Luis Abinader ha contribuido a inhabilitar moralmente a Danilo Medina y a Leonel Fernández le satisface sentirse líder de todos los peledeístas, procurando unificarlos en torno a su figura con miras al lejano 2024, donde buscará por cuarta ocasión la Presidencia de la República.
Abinader honra al “pie de la letra” los compromisos con Leonel Fernández, un hombre poderoso en la presente gestión gubernamental, con comunicación directa con palacio.
Mientras esa parte se cumple, el malestar es creciente entre dirigentes del PRM, cuya esperanza de insertarse en el Estado cada vez es menor. Ese es un tema vedado entre funcionarios del presente Gobierno, por mandato del propio presidente.
El primer pretexto usado por Luis Abinader, ante dirigentes y militantes del PRM de la provincia Santiago, fue que el “Estado no es un botín”, lo que muchos interpretaron como una declaración para consumo de la prensa de parte de un primer mandatario que no está en politiquería. Pero al pasar varios meses, sin que haya respuestas a los reclamos partidarios, el jefe de Estado entonces apeló al alegato de la necesidad de que los perremeístas se preparen académicamente para poder optar por posiciones públicas.
El próximo día 16 el presidente Abinader cumplirá un año al frente de la Presidencia de la República. Es la primera vez en la historia social dominicana que un jefe de Estado gobierna sin la gente que hizo posible su triunfo electoral, lo que ha motivado a muchos a calificarlo de ingrato. Empero, ninguna persona es ingrata por ser ingrata, la ingratitud es una cualidad que tiene su origen en el egoísmo y el egoísta solo piensa en sí mismo. (En Google aparece una montaña de documentos que exponen las cualidades o características del egoísta).
Los políticos ingratos usan en campaña a sus seguidores, al llegar al poder procuran nuevos aliados o servidores, pues las circunstancias son otras.
Analistas políticos se han referido a la conducta del presidente Abinader y argumentan que de esa manera solo podrá gobernar cuatro años, en vista de que carecerá de una fuerza propia sólida que lo sustente en su intento de reelección para el 2024. Hay quienes llegan más lejos: Abinader podría tener problemas inclusive para lograr la candidatura presidencial por su partido, donde en cualquier momento se desatará una crisis.
Hay quienes sostienen la hipótesis, ante la forma política del presidente manejarse, que solo busca gobernar cuatro años y pasar el poder a Leonel Fernández. Es cierto que Fernández ha crecido y podría seguir creciendo, pero no deja de ser un político de alto rechazo en el electorado, con un techo rígido, porque gobernó doce años con la prevalencia de alta corrupción pública, autor original del secuestro de las instituciones y no dio solución a ningún problema estructural desde el punto de vista social.
La alianza que sostienen Luis y Leonel, opinan algunos, terminaría afectando a los dos. A Leonel: porque no se puede ser oposición y gobierno simultáneamente y está inhabilitado moralmente para formular críticas al Gobierno. Y a Luis: porque todos aquellos que lo apoyaron abogaban por un cambio, no votaron por Leonel, por Macarrulla ni por la oligarquía dominicana. Para colmo se ha dejado al mismo personal en la administración pública, se han ratificado a las bocinas comunicacionales y la Cancillería sigue siendo un arrabal repleto de botellas.