Luís Abinader ha gobernado solo tanto dentro de su partido como fuera; prácticamente sin oposición.
Lo he dicho otras veces. Otros también lo han expresado, tal vez con más propiedad que yo: Luís Abinader está gobernando solo a pesar de estar rodeado de dirigentes de su partido y de colaboradores que lo han acompañado durante toda su vida política. Está solo rodeado de gente. Y de gente buena, en la mayoría de los casos. Pero como también he dicho en otras ocasiones, de buena gente, de imprescindibles, está empedrado el camino hacia el infierno. Los cementerios están saturados de imprescindibles, viendo desde sus tumbas, como el mundo sigue girando, y la vida sigue igual. El mundo se acaba sólo para el que se muere. ¡Nada más!
Luís Abinader ha gobernado solo tanto dentro de su partido como fuera; prácticamente sin oposición. La crisis económica y sanitaria de algún modo se convirtieron en su aliado, tanto para ganar las elecciones, como para gobernar sin mayores obstáculos. Pero esa situación ha ido cambiando. El país marcha veloz hacia la normalización. La oposición se prepara para la embestida. Los cañones están listos para disparar directo al Palacio Nacional para sacar, ojalá sea democráticamente, al presidente Abinader que buscará -sin duda- un segundo mandato, para lo cual tendrá que organizar sus tropas que están en el Partido Revolucionario Moderno, tropas que están dispersas, disgustadas, sin el avituallamiento necesario, sin los centros de mandos requeridos, y por lo tanto sin la disciplina obligatoria para los combates que se avecinan. que amenazan con ser cruentos.
Es el momento, pues, de pensar en el partido, en sus estructuras, en su dirección, media, intermedia y central, en sus bases a nivel nacional. Ha pasado un año. Mucho tiempo para gente que espera, no una caridad en fundas alimenticias, bonos y otras ayudas, la gente quiere trabajo en un Estado que se convirtió en el mayor empleador del país. Todo el que hizo campaña, recorrió calles y carreteras, caminos y pueblos en caravanas, concentraciones, etc., espera una retribución. Nadie hace campaña por amor a la patria. Esos tiempos pasaron. El que dio cien pesos en la campaña, quiere que ahora le den mil. El empresario, comerciante, etc., que entregó diez millones, quiere 100 millones, quiere facilidades aduanales y fiscales. Así son las cosas hoy día. Si no les dan lo que consideran merecen en función de los aportes de campaña, son capaces de cualquier cosa. Esperarán pacientemente la próxima campaña electoral para dar el zarpazo traidor.
Las bases del PRM están desarticuladas, divididas, disgustadas e indisciplinadas. Hay que hacer lo necesario para revertir los daños causados. Cuando se profundice la crisis económica, cuando las conspiraciones, las protestas, las huelgas y otros movimientos organizados por el PLD, la Fuerza del Pueblo y otros partidos de oposición para desestabilizar el gobierno, Abinader tendrá que contar con su gente, es decir, con los militantes y simpatizantes del PRM. Lo repito: El PRM es el brazo político del gobierno, no es la Fuerza del Pueblo. Al contrario, Leonel Fernández es un enemigo, viene con “todos los hierros” contra Luís Abinader para impedir que se reelija. Tratará por todos los medios de atraer a los miembros del PLD y de otras fuerzas políticas que están en desbandada sin liderazgo, avergonzados, acosados por la justicia, etc.
Hay que renovar la dirección del partido, darles vida a los organismos, solucionar el problema de los empleos, que sé no es fácil, tomar las llamadas de los compañeros, recibirlos, escucharlos, prestarles atención a sus dificultades. Y ayudarlos.
Es tiempo, presidente Abinader, de volver al partido, darle participación en las decisiones de Estado. Gobierno y partido tienen que marchar de las manos para lograr los cambios que requiere la nación. La historia del PLD no se puede repetir en el PRM. Los miembros del Comité Político se endiosaron, se creyeron dioses, se colocaron por encima de la gente. No hablaban con nadie. El poder los obnubiló. Y pagaron un precio político que los sacó del poder. Hoy no pueden salir a las calles porque el pueblo los aborrece. Una buena parte de los dirigentes del PRM, convertidos en funcionarios, hacen lo mismo (o parecido) a lo que hacían los dioses del CP del PLD. Esa práctica hay que detenerla. ¡Ya!
Presidente Abinader: un gobierno sin un partido fuerte, apoyándolo, dispuesto al sacrificio si es preciso, no dudará mucho en el poder. La historia reciente así lo dice. La fortaleza del gobierno la da el partido, no un empresario o un grupo económico determinado.