Está claro que EE.UU., y sus aliados no huyeron de Kabul, Afganistán, como lo hicieron en Saigón, Vietnam del Sur el 29 de marzo de 1975.
Con una diferencia de 45 años de acción, Estados Unidos escenificó otra evacuación militar y diplomática de emergencia en el continente asiático, para poner fin a una intervención que a todas luces violaba la soberanía de este país con derecho a la autodeterminación para decidir sus propios problemas internos.
Ocupar militarmente a la fuerza o inmiscuirse en los asuntos internos de otras naciones, ha sido una de las políticas de dominio que gustan implementar las naciones consideradas potencias mundiales como los EE.UU., Rusia y China, para imponer su hegemonía fuera de sus territorios regionales.
Vietnam del Norte, con el apoyo de la República Socialista de China y la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)., quería expandir su régimen comunista atacando militarmente a Vietnam del Sur, quien tenía como aliados a Francia y EE.UU.
Intentando impedir la unificación de un régimen comunista en todo el continente asiático, es que los EE.UU. invadió a Vietnam del Sur en noviembre de 1955.
Las pérdidas humanas en esta cruenta guerra de Vietnam sobrepasaron los 5 millones de muertos, millones de desaparecidos e incalculable número de heridos.
En el caso de los EE.UU., se reportó que cerca de 60 mil soldados norteamericanos murieron en combate y más de 1,500 desaparecidos.
La primera retirada forzada de EE.UU. del continente asiático se produjo en Saigón, antigua capital de Vietnam del Sur (hoy Ho Chi Ming), en Abril de 1975 y la segunda en Kabul, Afganistán, que se inició el pasado 15 de agosto y deberá concluir el día 31.
Está claro que EE.UU., y sus aliados no huyeron de Kabul, Afganistán, como lo hicieron en Saigón, Vietnam del Sur el 29 de marzo de 1975.
El avance de los guerrilleros del Viet Cong a Saigón, fue a tiro limpio, obligando a los EE.UU. a evacuar el personal militar y diplomático de la embajada americana en medio del caos, mientras que el retiro de la capital en Kabul fue menos deprimente, fue pacífico y negociado con los talibanes.
Una escena similar se observó ahora en la evacuación ordenada por Washington en Kabul donde millares de afganos corrieron hacia la embajada norteamericana y al aeropuerto tratando de subir a los aviones militares de la marina estadounidense antes de la llegada de los talibanes y los grupos islamistas de Al Qaeda.
Después de 20 años de misión militar, EU y sus aliados de la OTAN se retiran de Afganistán, dejando atrás miles de militares norteamericanos y afganos muertos en combate, y millones de dólares invertidos por Washington en su intento de sostener el régimen islámico del expresidente Asharaf Ghani, quien huyó antes de la llegada de los talibanes.
EU invadió a Afganistán en octubre del 2001, un mes después de los actos terroristas que derrumbaron las torres gemelas del 11 de septiembre.
El expresidente George W. Busch, días después de los atentados, dijo que los actos terroristas fueron organizados por Al Qaeda, acción que arrojó más de 3,000 civiles muertos.
En respuesta política-militar a esos sorpresivos ataques en suelo estadounidense, Busch ordenó intervenir militarmente a Afganistán, reclamando a las Naciones Unidas (ONU), su derecho a la defensa.
El inquilino de la Casa Blanca sabía que los atacantes de las torres gemelas no eran Afganos sino Saudíes bajo la dirección de Osama BinLaden, quienes se refugiaron en Afganistán luego de los ataques.
En poco tiempo, la coalición internacional encabezada por EE.UU., la Alianza del Norte y otros grupos locales amparados por la OTAN, invadieron a Afganistán y desalojaron a los talibanes en 2004, replegándose estos hacia las montañas.
Los guerrilleros afganos junto a sus aliados los Muyahidines, nunca se rindieron, y durante casi 20 años se mantuvieron realizando ataques sorpresivos a objetivos militares norteamericanos y del ejército afgano aliados a EE.UU.
Hay que recordar que la Unión Soviética abandonó a Afganistán en la década de los 80’s, al no poder derrotar a los talibanes.
Washington gastó más de 80,000 millones de dólares en armar y equipar al Ejército Nacional afgano para que combatieran con eficacia a los talibanes.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), descubrió luego que Bin Laden y su grupo se encontraban en una zona residencial aislada y privada en Pakistán, ordenando de inmediato un operativo de captura o muerte del principal responsable de los ataques del 11 de septiembre.
El presidente de los EE.UU., Barak Obama, autorizó el sorpresivo asalto el cual fue ejecutado durante la madrugada del dos de mayo de 2011, por una unidad especial de los Navy Seal, quienes lograron con éxito su misión matando a Bin Laden y varios de sus lugartenientes en su residencia en Bilal, Abbottabad, Pakistan.
Lograda la muerte de Bin Laden, el presidente Obama ordenó el retiro escalonado de los soldados norteamericanos en Afganistán.
Se estima que el número de soldados norteamericanos muertos en combate en Afganistán entre 2001 y 2020 ascendió cerca de 1,900.
Donald Trump, reafirmó en 2019 el retiro de las tropas norteamericana de Afganistán, previo acuerdo firmado en Moscú entre los EE.UU., la OTAN y los talibanes, quienes se comprometieron, entre otras cosas, a respetar los derechos fundamentales de los afganos, de la mujer, educación escolar infantil y evitar que Afganistán sea refugio de los terroristas.
Ante esos acuerdos es cuando Donald Trump accedió a reducir drásticamente el número de tropas en 2020 hasta sacar en agosto de 2021 la totalidad de las tropas norteamericanas de Afganistán.
Al llegar al poder Joe Biden, se comprometió a mantener ese cronograma de retirada, asegurando que los EEUU nunca intentaron construir una nueva nación democrática en Afganistán, que su único interés fue prevenir un nuevo ataque terrorista en suelo norteamericano como ocurrió el 11 de septiembre.
Ya es tiempo de que los EE.UU., detengan su política intervencionista que solo genera pérdida de jóvenes vidas norteamericanas y millones de dólares que salen de los bolsillos de los contribuyentes.