En agosto de 2012, y enseñando tempranamente su condición ladina, el recién investido presidente Danilo Medina declaró que su predecesor Leonel Fernández le había dejado un maletín lleno de facturas.
Lo que quería significar era que encontraba las arcas vacías, muchos compromisos y escasas posibilidades, todo lo cual era una gran mentira.
Y la dejaba rodar para justificar sus acciones posteriores que en lo económico se encaminaban a hipotecar el destino del país como lo hizo mediante el mayor endeudamiento jamás registrado en una administración de Gobierno.
Si hubiese querido recurrir a aquella lógica de perversidad extrema, el presidente Luis Abinader bien pudo decir, al día siguiente de juramentar, que no encontró ni maletín ni facturas, sino un caos impresionante. Pero no lo hizo, aun cuando desplazaba una gestión desacreditada hasta los cimientos.
Hagamos una radiografía de cada etapa y llegaremos a una conclusión bastante sencilla.
Al momento de asumir el poder, Medina encontraba una economía en pleno auge, con todas las vías francas para maniobrar correctamente, los principales indicadores en azul y el crédito del país en los mercados financieros abierto de par en par.
Además, navegó sin crisis internacionales de ninguna especie, sino en tranquilidad absoluta, con los precios del petróleo y las demás materias primas en estabilidad y con proyecciones de estabilidad a mediano plazo.
Frente a una situación tan plena no se justifica que la administración Medina aumentara la deuda pública del país en casi 30,000 millones de dólares, sin que esos créditos se reflejen en grandes carreteras, puentes, túneles, elevados, presas o acueductos de gran dimensión, entre otros.
Su impronta visible queda en el teleférico de Santo Domingo Norte y Este, la conclusión de la segunda línea del Metro hasta la avenida San Vicente de Paúl, concluida casi a pleito con su fiel seguidor, el malogrado alcalde Juan de los Santos.
La otra gran realización visible de Medina es la planta Punta Catalina, y ya sabemos de ella todo—o casi todo—el credo.
¿Adónde fue a parar ese río de préstamos con el cual Danilo cubrió el grueso de las obligaciones de su administración? Los expedientes andan por ahí y en algún momento serán teclas que deberá tocar el Ministerio Público.
Ello en razón de que un país que no se enfrentaba a situaciones externas complejas y su situación interna era óptima, no justificaba un endeudamiento tan galopante, a razón de másde 3,600 millones de dólares por año, el promedio de los créditos tomados por la gestiónde ocho años del ahora líder del Partido de la Liberación Dominicana.
Creemos está llegando el momento de exigir el pago de ciertas cuentas