Como era de esperar, los talibanes han prometido una nueva era y la promesa de cooperar con los estadounidenses, tal vez como parte de una estrategia para ganar legitimidad internacional y, eventualmente, un puesto en la Asamblea General de la ONU.
Thalif Deen
NACIONES UNIDAS – Cuando los talibanes tomaron el poder en Afganistán por primera vez, en 1996, uno de sus primeros actos políticos fue colgar al derrocado presidente afgano Mohammed Najibullah en la plaza Ariana de Kabul.
Ahora, el gobierno talibán recién instalado juega de nuevo un triple papel: juez, jurado y verdugo, un tres en uno.
El 15 de agosto, los talibanes, en su segunda toma del país, asumieron el poder desbancando al gobierno apoyado por Estados Unidos de Ashraf Ghani, un antiguo funcionario del Banco Mundial, con un doctorado en antropología de una de las instituciones educativas más prestigiosas del mundo: la Universidad de Columbia.
En una publicación de Facebook, Ghani dijo que había huido a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) en busca de refugio porque \"iba a ser ahorcado\" por los talibanes.
Si eso ocurriera, los talibanes se habrían ganado la dudosa distinción de ser el único gobierno del mundo que ha ahorcado a dos presidentes. Pero, afortunadamente, no fue así.
Ghani, sin embargo, negó que hubiera salido del palacio presidencial cargando varias maletas con millones de dólares robados del tesoro del país, ahondando así la imagen de corrupción de los gobiernos de Kabul en las dos décadas de tutelada democracia afgana.
Mientras tanto, cuando los talibanes gobernaron Afganistán durante el periodo 1996-2001, solo tres países reconocieron su legitimidad: Pakistán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.
Pero ahora, 20 años más tarde, los cuatro primeros países con más probabilidades de dar legitimidad a un gobierno talibán podrían ser China y Rusia (dos miembros permanentes y con derecho a veto del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas), junto con Irán y Pakistán, mientras que otros podrían seguirles por intereses geopolíticos.
En una reunión del Consejo de Seguridad el 30 de agosto, una resolución que condenaba el "deplorable" atentado terrorista en el aeropuerto de Kabul, fue respaldada por 13 de sus 15 miembros, con dos abstenciones significativas: China y Rusia. Pero como no ejercieron sus vetos, la resolución fue adoptada por esa mayoría.
Como era de esperar, los talibanes han prometido una nueva era y la promesa de cooperar con los estadounidenses, tal vez como parte de una estrategia para ganar legitimidad internacional y, eventualmente, un puesto en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un puesto que al menos por ahora ocupa el derrocado gobierno de Ghani.
Sin embargo, su sórdido pasado, que incluye flagelaciones y ejecuciones públicas, desapariciones forzadas y violaciones de las libertades civiles básicas y a los derechos de las mujeres, puede volver a perseguir a los talibanes.
Simon Adams, director ejecutivo del Centro Global para la Responsabilidad de Proteger (R2P), dijo a IPS que no hay pruebas de que la llamada versión 2.0 de los talibanes vaya a ser diferente de la original, a pesar de sus intentos de convencer al mundo de que esta vez serán más amigables.
Durante décadas, señaló, los talibanes han sido responsables de crímenes de guerra, y la última vez que gobernaron Afganistán perpetraron crímenes contra la humanidad.
"La primera vez que estuvieron en el gobierno, las fuerzas talibanes persiguieron sistemáticamente a la vulnerable minoría hazara del país y despojaron a millones de mujeres y niñas de sus derechos humanos universales. Los talibanes no han cambiado", afirmó.
Más allá del brillo de las cámaras de televisión y las conferencias de prensa, los milicianos talibanes ya están llevando a cabo ejecuciones sumarias y ya han aparecido pruebas de una reciente masacre de hombres hazaras, aseguró Adams.
A su juicio, como grupo extremista armado del integrismo islamista, como autores de atrocidades y como poder estatal, los talibanes se oponen directamente a todo lo que defienden y representan las Naciones Unidas.
"Deben estar esposados, no sentados en la sala de la Asamblea General de la ONU\", sentenció.
James M. Dorsey, investigador principal del Instituto de Medio Oriente de la Universidad Nacional de Singapur, dijo a IPS que no hay duda de que los talibanes reclamarán el puesto de la ONU en Afganistán cuando formen un gobierno. Eso, a su entender, porque no pueden hacerlo antes.
El especialista recordó que la Corte Penal Internacional (CPI) determinó que los talibanes han cometido crímenes de guerra y contra la humanidad, durante su anterior sexenio en el poder.
"El problema es que están en buena compañía: China, Myanmar, Arabia Saudí, por nombrar algunos", se lamentó Dorsey, así que" ¿por qué los talibanes y no otros?, se preguntó el autor del blog "The Turbulent World of Middle East Soccer".
A la pregunta de por qué Estados Unidos quiere tratar con un gobierno talibán que no está legalmente reconocido por Washington, su secretario de Estado, Antony J. Blinken, dijo que Estados Unidos ha estado \"comprometido diplomáticamente con los talibanes durante algún tiempo, desde hace años, para tratar de avanzar en una solución pacífica del conflicto en Afganistán\".
El jefe de la diplomacia estadounidense avanzó que "en el futuro, juzgaremos nuestro compromiso con cualquier gobierno dirigido por los talibanes en Afganistán, basándonos en una simple proposición: nuestros intereses, y si nos ayuda a promoverlos o no".
"Si el compromiso con el gobierno puede promover los intereses duraderos que tenemos en la lucha contra el terrorismo, el interés duradero que tenemos en tratar de ayudar al pueblo afgano que necesita asistencia humanitaria, en el interés duradero que tenemos en ver que los derechos de todos los afganos, especialmente las mujeres y las niñas, se mantienen, entonces lo haremos\", dijo Blinken.
De esa manera dejó la puerta abierta a una relación política con el gobierno talibán, que desde este 1 de septiembre controla totalmente el país, tras el abandono el último día de agosto de las últimas tropas de Estados Unidos del aeropuerto de Kabul.
Pero el secretario de Estado detalló algunos requisitos para que ello suceda, como que el gobierno talibán defienda los derechos básicos del pueblo afgano y cumple sus compromisos de que Afganistán no vuelva a ser utilizado como plataforma para ataques terroristas, dirigidos contra nosotros y nuestros aliados y socios".
Además, "y, en primer lugar, si cumple sus compromisos de permitir la salida de las personas que quieran abandonar Afganistán, ese es un gobierno con el que podemos trabajar\", puntualizó.
"Si no lo hace, nos aseguraremos de utilizar todas las herramientas apropiadas a nuestra disposición para aislar a ese gobierno y, como he dicho antes, Afganistán será un paria\", dictaminó.
Samir Sanbar, ex secretario general adjunto de la ONU, que sirvió bajo cinco secretarios generales diferentes, dijo a IPS: \"No recuerdo que (el antiguo) gobierno talibán buscara el reconocimiento o reclamara un asiento durante la sesión de la Asamblea General de 1996, a la que asistió el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton\".
Pero sí tiene en su memoria que el representante permanente del país ante la ONU cuando tomaron el poder los talibanes se apresuró a pedir trabajo en el organismo mundial.
"Si los talibanes deciden reclamar el puesto afgano, la Comisión de Credenciales de la ONU tendrá que revisar esa reclamación\", anticipó.
Sanbar dijo que la delegación talibán también necesitaría visados estadounidenses para visitar Nueva York, lo que requeriría la bendición de la administración de Joe Biden.
También señaló que es posible que los EAU no reconozcan a los actuales talibanes, como hicieron en 1996, porque ahora acogen al derrocado presidente afgano Ashraf Ghani.
El antiguo alto funcionario de la ONU consideró que será interesante observar lo que ocurra en el próximo 76 período de sesiones de la Asamblea General, que se inaugura el 21 de septiembre en Nueva York.
Publicado originalmente en http://ipsnoticias.net