Ida penetró el pasado domingo por la costa sur de los EE.UU. convertido en un peligroso huracán categoría 2.
NUEVA YORK. – Nuevamente, con una distancia de nueve años, la naturaleza se ensañó contra esta parte de la costa Este de Estados Unidos. Les recordó a las políticos y autoridades de Nueva York y New Jersey que el sistema de desagüe pluvial en ambos estados no está en capacidad para recibir los enormes caudales de agua que dejan a su paso tormentas y huracanes.
La llegada de los remanentes vientos y sus respectivas lluvias de la ya debilitada onda tropical Ida en el noreste de EE.UU., provocó esta vez grandes inundaciones, decenas de víctimas mortales, y millones de dólares en daños materiales al concluir su trayectoria en los estados de Nueva York, New Jersey y Pennsylvania.
Ida penetró el pasado domingo por la costa sur de los EE.UU. convertido en un peligroso huracán categoría 2, azotando los estados de Luisiana y Mississippi, y causando grandes daños, inundaciones y muertes.
Hasta la medianoche del viernes 3 de septiembre, se habían contabilizado 62 muertos en ocho estados, por culpa de las inundaciones que provocaron las torrenciales lluvias y vientos del meteoro.
En Nueva York, las autoridades policiales confirmaron la muerte de 13 personas; el gobernador de New Jersey reportó 23, y Pennsylvania 5.
Ligeras lluvias comenzaron a sentirse en todo el estado neoyorkino a partir de las 4:00 de la tarde del pasado miércoles en la noche. Alrededor de las 7:00 pm los torrenciales aguaceros ya se habían incrementado sin disminuir, inundando calles y avenidas de la ciudad, convirtiéndolas en intransitables.
Autobuses, camiones y automóviles públicos y privados quedaron varados por las fuertes corrientes de agua, que se desplazaban sin control por todos los lugares. Y los transeúntes sin poder salir, por las fuertes ráfagas de vientos y la insistente lluvia.
Si bien es cierto que el Centro Nacional de Huracanes había advertido desde el martes la posibilidad de “inundaciones repentinas y potencialmente mortales”, las autoridades estatales, la gobernadora Kathy Hochul, y el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, afirmaron que la tormenta los agarró de sorpresa.
El primer aviso (tardío) de alerta de emergencia enviado por los organismos meteorológicos estatales a los sistemas celulares personales de la población, alertando de peligro de inundaciones, se produjo a las 9:01 de la noche, cuando ya las aguas penetraban por todos los sistemas subterráneos de transporte público ferroviario, casas y edificios, ante la imposibilidad de desaparecer por los sistemas de desagüe de la ciudad.
Las recepciones de llamadas al 911 solicitando rescate fueron tan continuas que saturaron los sistemas de este servicio público de emergencia.
Las unidades de rescate, especialmente bomberos y policías, no pudieron atender con eficiencia las miles de llamadas de auxilio que desesperadamente realizaban las personas en medio de las inundaciones.
El colapso del alcantarillado para el desagüe pluvial, debido a las inundaciones, imposibilitó la movilidad de las ambulancias y camiones especializados para atender estos tipos de desastres.
Millares de apartamentos de primer piso y los ubicados en los sótanos de edificios (basement), quedaron cubiertos con hasta 6 pulgadas de agua, incluso en el emblemático Downtown, área de Manhattan, el agua subió en algunos lugares hasta 5 pies de alto.
En los estados de New Jersey, Pennsylvania, Massachusetts y Rhode Island los servicios meteorológicos reportaron más de 9 pulgadas.
Por las corrientes de agua que se desplazaban a gran velocidad, pudimos observar cientos de ratas y cucarachas luchando por no ahogarse, y hasta culebras medianas se observaron nadando en la Gran Manzana.
Luego del desastre causado por la tormenta Ida, las autoridades declararon la ciudad de Nueva York en estado de emergencia.
El huracán Sandy, ante un Estado repleto de casas y edificios con más de 100 años de construcción, provocó idénticos daños el 29 de octubre 2012, tras inundar la ciudad con fuertes vientos y lluvias, y provocar muertes y millones de dólares en pérdidas de infraestructuras.
Al penetrar a EE.UU., Sandy golpeó con rudeza 24 estados, causando pérdidas por más de $65 mil millones de dólares, siendo Nueva York y New Jersey los más afectados.
El alcantarillado de Nueva York, que data del siglo 20, es un sistema combinado conocido como “Unitario”, según nos explicó un experto en drenaje público.
Cuando se producen lluvias torrenciales, las plantas de tratamiento de aguas residuales no son capaces de hacer frente al caudal de lluvia que repentinamente entra al sistema, al coincidir con las aguas de los ríos de la zona.
Recientemente, las autoridades estatales lograron construir grandes estructuras cilíndricas de caucho, unidos a una base de hormigón a manera de presas y colocadas dentro de la red de alcantarillado como nueva tecnología.
Estas funcionan a base de sensores que logran inflarse para bloquear el flujo masivo de agua de lluvias y aguas residuales en las localidades de Williamsburg y Red Hook, en Brooklyn.
Al parecer, esto no ha dado los resultados esperados, ya que los huracanes Sandy e Ida provocaron el mismo escenario de inundaciones, pánico, daños a casas y edificios, muertes y millones de dólares en pérdidas. Y ambos fenómenos en un tiempo de menos de 10 años.