El presente Gobierno exhibe transparencia administrativa (hasta el momento) y está fortaleciendo la institucionalidad de los poderes públicos o cortes.
Ningún análisis periodístico que procure proyectar el comportamiento electoral del año 2024 tiene lógica, porque la política evoluciona constantemente. Los vaticinios solo tienen validez, o por lo menos son dignos de ser considerados, cuando son a corto plazo y están debidamente sustentados.
En círculos políticos y periodísticos se habla mucho de que los gobiernos del PRD-PRM son de “cuatro años y para afuera”, como en efecto ocurrió con Hipólito Mejía, quien no pudo lograr la reelección presidencial en la contienda comicial del 2004, después de habilitarse mediante la reforma constitucional del 2002. Olvidan que, en esa oportunidad, hubo un conjunto de circunstancias desfavorables, las cuales fueron determinantes en ese certamen.
El presente Gobierno exhibe transparencia administrativa (hasta el momento) y está fortaleciendo la institucionalidad de los poderes públicos o cortes, aspectos que solo un fanático opositor podría negar. A la presente gestión lo que hace daño, empero, es su excesiva inclinación hacia los empresarios y, además, la ausencia de atención con un altísimo porcentaje de dirigentes del PRM, partidos aliados y movimientos de apoyo, los cuales solo esperan el momento oportuno para emitir un voto de castigo contra Luis Abinader. ¡No se lo despinta nadie!
Por consiguiente, el mayor obstáculo político de Abinader, con miras al futuro, no está en la población, sino en el PRM, una entidad que, según se dice, él la estima de su propiedad, olvidando que el partido de su familia era la Alianza Social Demócrata, minúsculo y constituido por empleados de las empresas del extinto don José Rafael. Al cambiar de nombre hacia el PRM y surtirse de perredeístas automáticamente se convierte en un instrumento de la población.
La conducta exhibida por el presidente podría impedirle un segundo mandato presidencial, aun obtenga la candidatura por esa organización política. El porcentaje de perredeístas-perremeístas que no lo respaldaría sería elevado. Inclusive dirigentes del PRM en ciertas localidades vienen renunciando desde que su presidente les dio la espalda. Y esos que renuncian podrían irse al PLD, a la Fuerza del Pueblo o sencillamente no sufragar.
Ya el viejo PRD vivió por una experiencia similar cuando don Antonio Guzmán Fernández fue presidente de la República, con la diferencia de que todos los dirigentes disgustados con el Gobierno decidían apoyar, dentro de la misma entidad, al doctor Salvador Jorge Blanco, quien ganó las primarias por amplio margen a Jacobo Majluta, sustentado por el jefe de Estado y todo su gabinete.
Salvador Jorge Blanco y el fuerte liderazgo del doctor Peña Gómez evitaron “el cuatro años y para fuera”, aunque hay que observar que todavía la población tenía frescos los recuerdos del autoritarismo y el terror político vivido en los doce años de Balaguer. El rechazo hacia Balaguer fue un indicador importante.
El PLD, como colectividad, tiene rechazo y también lo tiene Leonel Fernández, que ahora sería candidato por una Fuerza del Pueblo mejor organizada y más grande. Sin embargo, ese rechazo no es suficiente ni define nada al momento.
Y ya el estigma de clasista e ingrato de Luis Abinader no se lo quita nadie. Y, en consecuencia, podría tener tanto o más rechazo que los candidatos opositores. Lo que más le conviene al PRM es cambiar la cara de su boleta presidencial, como ocurrió en el PRD en el año 1982.
En el PRM se mencionan varios aspirantes presidenciales, aunque el único que al momento ha anunciado públicamente su candidatura es Ramón Alburquerque, uno de los mejores técnicos con que cuenta el país de forma indiscutible. Sin embargo, a Alburquerque se le percibe más desde un ministerio o desde la Gobernación del Banco Central.
También está el doctor Guido Gómez Mazara, quien viene dictando charlas en los diversos municipios del país. Se dice que aspira a la Presidencia de la República, que solo está esperando el momento oportuno para hacer el anuncio público. Es una persona con un enorme carisma y podría aglutinar en torno a su figura a todos aquellos perremeístas disgustados con el Gobierno, que son muchos. Inclusive podrían retornar los que se han ido.
La experiencia dominicana indica que mesías o fenómenos políticos, que en otros países surgen y en cuestión de meses ganan procesos electorales, en República Dominicana no tienen cabida. Los dominicanos sufragan por políticos conocidos y no creo que en el 2024 vaya a ocurrir lo contrario.
Lo que se observa es que tendremos de nuevo a Leonel Fernández, al que escoja el PLD (por el momento Abel Martínez es puntero) y al que seleccione el PRM. Si en el PRM se comete el error de volver con Luis las posibilidades de perder son elevadas. No descarten que gane Leonel o que se cuele Abel Martínez.
Es que de Luis Abinader ser candidato no tendría quien le busque votos. No me imagino a Macarrulla, a Celso Marrinzini ni a ninguno de esos empresarios, que son los que se benefician y están chupando de la teta del Estado, metidos en los callejones de los barrios Los Guandules, La Zurza, Capotillo, La Barquita de Los Mina, entre otros. Y esos votos hay que buscarlos en todos los sectores de los municipios del país.
De ser Guido Gómez Mazara el candidato presidencial, sin ningún vínculo con el Gobierno y con su carisma, tanto a Abel Martínez como a Leonel Fernández se les haría difícil, porque ambos tienen expedientes y tienen rechazo, sobre todo el expresidente.
Pero no descarten una jugada política del Gobierno.
Nada se parece tanto al juego de ajedrez como la actividad política. Y en una reforma constitucional se podría habilitar a Danilo Medina y ser candidato presidencial, lo que conllevaría un replanteamiento del panorama, porque los votos se dividen.
Contra Medina hay acusaciones serias y algunas comprobadas por el Ministerio Público, pero no olviden que también ha sido convertido en víctima. Y las víctimas políticas suelen resurgir en muchos países, incluyendo al nuestro.