Uno de los pensadores de mayor vigencia, Yuval Noah Harari, anotaba en sus “21 lecciones para el siglo XXI” que “por primera vez en la historia, las enfermedades infecciosas matan a menos personas que la vejez.
Cerramos el siglo XX, absolutamente convencidos de que nos habíamos liberados de los grandes conflictos bélicos acaecidos en esa centuria: las dos guerras europeas luego llamadas mundiales y la denominada Guerra Fría, e iniciamos el XXI con un optimismo desbordado sobre los progresos que nos esperaban en una paz escasamente perturbada por enfrentamientos tribales y religiosos muy puntuales.
Uno de los pensadores de mayor vigencia, Yuval Noah Harari, anotaba en sus “21 lecciones para el siglo XXI” que “por primera vez en la historia, las enfermedades infecciosas matan a menos personas que la vejez, el hambre mata menos personas que la obesidad y la violencia mata menos personas que los accidentes”, pero lamentablemente llegó el nuevo coronavirus a echar por tierra ese planteamiento.
Para él los mayores desafíos provendrían del colapso ecológico y la disrupción tecnológica.
Noam Chomsky andaba más próximo a la realidad, porque al igual que Harari, sostiene que una de las principales amenazas contra la humanidad reside en el calentamiento global por las emisiones indiscriminadas de gases de efecto invernadero, pero pone acento muy parecido en la posibilidad de un exterminio nuclear, así como atiende también el socavamiento de la democracia.
El pacto que acaban de suscribir Estados Unidos, Reino Unido y Australia, llamado Aukus, por los nombres en inglés de los tres países que lo integran, sino es la declaratoria de una nueva guerra fría se le asemeja bastante y sugiere el incremento del armamentismo nuclear.
Todo porque el presidente Joe Biden tiene los juegos más pesados que Donald Trump en sus celos por la expansión China, y no ha querido limitarse a la guerra comercial de su antecesor, sino que se ha propuesto hacer valer por vía de la fuerza el derecho que reclama su país de poder navegar libremente por el Mar Mariodional de China, cosa que para la principal potencia asiática equivale a afectar su soberanía.
Zhao Lijian, el canciller chino ha sido categórico al censurar el Aukus:
“Este tipo de cooperación socava gravemente la paz y la estabilidad regionales, así como los esfuerzos internacionales por la no proliferación nuclear".
"El pacto muestra igualmente cómo estos países utilizan las exportaciones nucleares como herramienta geopolítica. Es extremadamente irresponsable. Deberían abandonar su mentalidad de guerra fría y hacer más para contribuir a la paz y la estabilidad. De lo contrario, acabarán haciéndose daño a sí mismos".
Francia, que se ha sentido traicionada por Australia con la que tenía un acuerdo por 36 mil millones de dólares para construir submarinos convencionales, ha definido el Aukus como una puñalada trapera
De lo que se trata es de un eufemístico intercambio de tecnología cibernética y submarinos que se traduce en facilitaciones para que Australia por primera vez en su historia emplee propulsión nuclear con la clara finalidad de neutralizar el poderío militar chino.
La importancia geoestratégica del Mar Meridional de China no reside sólo en el hecho de que sea la vía de tránsito de más de un tercio del comercio marítimo mundial, y que en su entorno existan grandes reservas de gas natural y de petróleo, es que es reclamado como espacio común también por Vietnam, Filipinas, Brunei, Malasia y Taiwán, que con el contrapeso que cuentan para mantener vivas sus aspiraciones es el respaldo de los Estados Unidos frente a la pretensiones chinas de ejercer un dominio total en la zona de las llamadas Islas Paracel y Spratly, que entiende que son su territorio.