Insistimos una vez más, si el presidente persiste en políticas excluyentes tendrá al movimiento social de frente.
Los teóricos de la fenomenología aciertan cuando afirman que la historia no necesariamente, se mueve en sentido rectilíneo, lo hace también en zig sag, buen ejemplo de ello es la República Dominicana de Luis Abinader. Este joven presidente encarna todo el vigor de la Tercera República, es decir cien años después, Quisqueya se encuentra, con diferentes actores, en la misma posición política: luchando por establecer el imperio de una burguesía nacional hegemónica en alianza con la oligarquía y los imperios, pero excluyendo al sector social, a las clases subalternas. Este error de la incipiente burguesía favorecida durante los años de Ulises Heureaux, condujo el país a que la pequeña burguesía de entonces se decantara por Trujillo. En lenguaje de la época los de segunda desplazaron del poder político, económico y social a los de primera, porque estos gobernaban de modo excluyente.
Al final de la era, Juan Bosch quiso integrar al poder a los hijos de machepa o gente de tercera, pero los que habían sido desplazados del poder en 1930 volvieron a plantear políticas excluyentes y oposición a que los de tercera entrasen a la arena política. La historia es conocida: otros cincuenta años de inestabilidad política. Pero las cosas no necesariamente deben repetirse igual, el escenario es diferente. Es más, apostamos a que el gobierno de Luis deberá revisarse a fondo, si no en el presente año, en el entrante. Esto así porque la sociedad de hoy es la sociedad de la información entonces los grupos de poder no pueden, sin consecuencias, burlarse de la gente porque la gente quiere democracia inclusiva, no democracia formal. Esta democracia requiere de contenido y de una vida digna para todos.
El tema sanitario podría convertirse en el Waterloo del PRM; este partido, díscolo como su padre el PRD, corre la misma suerte, las masas lo gobiernan cuando es oposición y las élites cuando es poder, pero, esta vez, el escenario tiene un factor cambiante: las redes sociales que permiten dotar de memoria a los sin memoria, por tanto, ya no es el mismo pueblo ni son los mismos actores. Si bien el PLD de Danilo Medina ha demostrado ser una desgracia nacional mayor que el PRD o que el PRSC, la realidad es que la pequeña burguesía ha ganado edad y prestigio, por tanto, si todo el dinero del Estado fue insuficiente para convertir a Gonzalo Castillo en presidente, es muy probable que tampoco sea suficiente para mantener al PRM en el poder.
En concreto, el tema del 4% para la educación devino en estafa danilista por intermedio de ingenieros que se les asignaba dinero para obras sin el terreno para edificarla o con terreno inapropiado para ello; este tema está pendiente de una solución satisfactoria que pasa por la debida información al público. Si esto último no sucede y se opera lo que viene cocinándose con Punta Catalina y las Edes, habrá problema, pues el pueblo ni es tonto ni carece de memoria. Por tanto, sabrá cobrar el engaño.
Se pensó que Luis pasaría a la historia como el presidente que no reformó sino que fortaleció la constitución y la institucionalidad, sin embargo, los despidos injustificados, las desvinculaciones degradantes y sin pago de prestaciones, están minando su credibilidad. Si ahora se añade una negociación con el danilato, eso podría empeorar la situación del presidente y la de su partido, porque los primeros reclamos nacen en el propio PRM, lo que, de entrada, anuncia un éxodo desde ese partido o, bien, su descreimiento en la confianza depositada en el presidente.
El tema es delicado porque, si a lo anterior se añade la situación de la pandemia del Covid 19, que va ya para su segundo año, y la crisis económica que ello implica, la situación del país no es para novatadas como esa de la reforma a la constitución, cuando se ha probado que sin reforma, se puede garantizar un Ministerio Público no solo independiente, sino que trabaja sin recursos pues Luis no se ha ocupado de la independencia financiera de este. Ahí lo que hay es la intención de salvar de la cárcel a los líderes del sistema de partido como ocurría en la Tercera República. Y eso es muy delicado.
Luis no puede justificar su reforma con el prurito de que incluirá a sectores sociales, pues ya se sabe que su política es excluyente y pro oligarca. De lo que se trata es de dominio y de buscar la manera de seguir explotando sin equidad a las clases oprimidas o subalternas.
Sin juicio a la partidocracia no hay democracia, esta se basa en la igualdad, no en las exclusiones ni en los privilegios fiscales y judiciales de que siguen gozando ciertos jerarcas.
Insistimos una vez más, si el presidente persiste en políticas excluyentes tendrá al movimiento social de frente, sin importar las alianzas que haga con la partidocracia, pues el sector social sabe que la ciudadanía es la esencia del poder democrático y a ella apelará la afrenta. DLH-20-9-2021