En Puerto Rico, miles de ciudadanos sufren cortes del servicio a causa de problemas en las plantas de generación en la época del año de mayor demanda en la isla.
Tenía la creencia de que los tediosos apagones eléctricos solo ocurrirían en países subdesarrollados, como la República Dominicana y Haití. Y no es así. Ese fenómeno impera en muchas naciones latinoamericanas, caribeñas y europeas. El problema es de administración del sector eléctrico, que durante varias décadas no ha podido satisfacer las demandas de una sociedad exigente que cada día aumenta su población sin ningún control y que requiere de ese importante servicio.
Las construcción vertical y horizontal de modernos edificios, y otras infraestructuras, incrementa la demanda de electricidad, pero resulta que, por razones que todos sabemos, las empresas distribuidoras y generadoras no satisfacen esas exigencias. Sin embargo, nos atacan con altas facturaciones abusivas y apagones al granel. Es una parte del desastre que nos tiene hartos.
La deficiencia de nuestro precario suministro la analiza la investigadora criolla Katerin Ramírez-Tejeda en un estudio publicado en Julio 2021 bajo el título “El sector eléctrico en República Dominicana: Relaciones de poder e intereses”, en la que hace algunas precisiones de causas y efectos de una situación en la que están involucrados sectores de poder en el sector eléctrico responsables de garantizar las transformaciones sociotécnicas requeridas para la transición hacia un modelo más resiliente, eficiente y sostenible. Apunta que el país tiene abundantes recursos solar y de viento para la generación de energía solar y eólica, dos tecnologías clave en la transición eléctrica.
Lo cierto es que el mundo está amenazado por esas interrupciones sistemáticas. Ahora entiendo por qué los cortes energéticos se están internacionalizando.
Veamos algunos casos.
El 8 de enero de 2021, una gran parte de Europa continental (Alemania, Francia, Italia, Rumanía) estuvo a punto de sufrir un gran colapso eléctrico por lo que hubo que desincronizar el sistema en dos zonas separadas para hacer frente a los problemas de la red de distribución.
Por ejemplo, la creciente escasez de energía en la República Popular China, una de las grandes potencias económicas universales, está obligando a las fábricas a reducir la producción, lo que amenaza con enlentecer la vasta economía del país y ejercer aún más presión sobre las cadenas de suministro mundiales. (Noticia publicada el 28 de septiembre 2021).
Millones de personas que viven en América Latina y el Caribe no tienen luz eléctrica, en una región donde se utiliza la mayor cantidad de energía renovable del mundo para generar electricidad. En el 2016, más de 30 millones no obtuvieron ese servicio.
En Puerto Rico, miles de ciudadanos sufren cortes del servicio a causa de problemas en las plantas de generación en la época del año de mayor demanda en la isla, donde la debilidad del sistema continúa como uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico. A las empresas que se encuentran en el corazón industrial del país se les ha dicho que limiten su consumo de energía para reducir la demanda, según medios estatales. Y se ha cortado el suministro a algunos hogares, lo que incluso llevó a personas a quedar atrapadas en ascensores, de acuerdo a reportes. (Noticias de agencias, 31 de agosto de 2021).
Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), indica que el 75% de las personas que no tienen acceso a la electricidad se concentran en siete países: Haití (7,5 millones), Perú (3 millones), Argentina (2,1 millones), Bolivia (1,8 millones), Brasil y Colombia (1,7 millones cada uno) y Guatemala (1,6 millones).
Según el Banco Mundial, hay naciones donde el porcentaje de población que recibe la electricidad no llega al 10%, entre estos Bolivia, Ecuador, Perú, Malí, Kenia, Sáhara Occidental, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Burundi, Zambia, Burkina Faso e Indonesia
Un informe divulgado el 2 mayo de 2018 en Lisboa, capital de Portugal, por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y el Banco Mundial, reseñaba que mil millones de personas en el mundo todavía no dispone de la electricidad y se espera que 674 millones continúen sin ella en el 2030, año en el que el 21% del consumo energético mundial procederá de las energías renovables.
Las zonas con mayor déficit siguen siendo África subsahariana y el sur de Asia, a pesar de los progresos conseguidos en los últimos años en destinos como Bangladesh, Etiopía, Kenia y Tanzania.
En el mundo hay 1.600 millones de personas que carecen de electricidad y 2.400 millones siguen cocinando y calentando sus hogares con carbón, leña, biomasa y estiércol. Aproximadamente, el 85% de esos seres vive en zonas rurales.
Entre el 2010 y 2016, cerca de 40 países alcanzaron el acceso universal a la electricidad, entre ellos Marruecos, Egipto, Brasil, México, Chile, Argentina, Uruguay, Ucrania, China, Irak e Irán.
Los estudiosos de esa realidad afirman que si la trayectoria actual continúa como ahora, 3.300 millones de personas seguirán usando sistemas tradicionales (leña, biomasa y estiércol) para cocinar en el año 2030, perpetuando gran parte de los impactos negativos en la salud, el medioambiente, clima y el desarrollo. Se estima que cocinar con sistemas contaminantes, como la quema de madera o carbón, provocan cuatro millones de muertes prematuras anuales.
Por lo visto, en los años por venir nos espera un panorama desgarrador que, al parecer, obligará a la humanidad a echar a un lado los privilegios y las comodidades que nos facilita la electricidad y volver a alumbrarnos con lámparas, cosa que nadie desea. Es obvio que necesitamos más acción y liderazgo político, si no queremos retroceder a la vida rural.