El gobierno tiene que seguir avanzando para sacar el país del hoyo en que lo sumergieron Leonel Fernández y Danilo Medina. Y eso se logra con trabajo y coraje.
El pueblo pone gobierno; el pueblo lo quita. El pueblo es el soberano, y el pueblo votó mayoritariamente por el presidente Luís Abinader, hastiado de mentiras, engaños y corrupción del Partido de la Liberación Dominicana y sus gobiernos, incluyendo los de Leonel Fernández, que, ahora juntos, están actuando en la sombra, conspirando y tratando de desestabilizar al gobierno del PRM.
En ese sentido, el gobierno del Partido Revolucionario Moderno se debe al pueblo, única y exclusivamente, no a grupos de manipuladores, extorsionistas, chantajistas y corruptos atrincherados en algunos medios de comunicación, incluyendo las redes sociales. A esos grupos no se les teme, se combaten en el terreno que ellos prefieran.
El presidente Abinader ha demostrado que es un hombre trabajador y honrado, que quiere hacerlo bien. ¡Y lo está haciendo bien! Está dotado de las mejores intenciones, sin dudas. Ahora bien, de buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno. No basta entonces tener la razón -como en efecto la tiene- hay que saber defenderla a capa y espada asumiendo las consecuencias.
El gobierno tiene que seguir avanzando para sacar el país del hoyo en que lo sumergieron Leonel Fernández y Danilo Medina. Y eso se logra con trabajo y coraje.
En política el que no da, le dan. ¡Y duro! Hay gente hablando en contra del gobierno sin calidad profesional, sin méritos, sin ética y sin moral, gente que debe ser desnuda ante el pueblo porque tienen colas muy largas. No se le puede temer. El que tenga miedo que se compre un perro prieto y se esconda debajo de la cama. El funcionario que no está dispuesto a pelear, a sacar las garras, que renuncie al cargo; otro lo asumirá.
En el gobierno hay gente con mucho miedo. No se le puede temer al enemigo, sobre todo cuando ese enemigo tiene tantas culpas. Gente que debe estar en la cárcel, está pagando redes sociales sabiendo que el gobierno le teme. A los pelafustanes y crótalos no se le responde. Sáquenle los trapos sucios y verán cómo se callan. Aquí todos nos conocemos.
Las redes sociales pueden usarse para hacer el bien y para hacer el mal. Depende. Algunos desaprensivos las usan para dañar y destruir imágenes y reputaciones bien ganadas; otros para construir y para hacer el bien, como debe ser. ¡Sigamos a los que hacen el bien, no a los que hacen el mal!
La oposición está jugando con duro; el gobierno debe jugar más duro todavía. La bola rápida de Luís Abinader se mueve a más de cien millas por hora. Puede ponchar a cualquiera, si se lo propone.
Las redes sociales son manipuladas a través de robots mediáticos, bocinas enojadas porque se les rompió la alcancía del Estado, y por políticos corruptos desplazados del poder. No tengan tanto miedo señores funcionarios. Trabajen que es lo único de que deja frutos en política y en el Estado. ¡Las redes no tumban gobierno! ¡El pueblo tumba gobiernos! ¡He dicho!