Venezuela no es la única que se perjudica de no poder apelar a las opciones que en el pasado la rebosaron de liquidez, y le permitieron suscribir acuerdos como el Pacto de San José y Patrocaribe.
En la subida experimentada por los precios internacionales del petróleo, la República Bolivariana de Venezuela, pudiera encontrar una brecha para relanzar su economía, pero las circunstancias políticas la limitan para aprovechar la coyuntura, que se asemeja a la que permitió la consolidación del régimen chavista.
Los precios del crudo han registrado la mayor alza de los últimos ocho años, llegando a promediar los 85 dólares el barril, más del doble de la cotización alcanzada tras la recesión económica desatada por el confinamiento con el que la inmensa mayoría de los gobiernos decidieron frenar los contagios del Covid19.
El bajón en la demanda desestimuló la oferta, pero luego que el consumo ha vuelto a crecer por la reapertura económica, ni los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, ni los países como Rusia y Estados Unidos, han podido acelerar la extracción para satisfacer el mercado.
Ese fue el motivo por el que el gobierno de Nicolás Maduro, acogió un diálogo con la oposición: flexibilizar el bloqueo comercial que impiden al país recibir la inyección de los capitales necesarios para rehabilitar su maltrecha industria petrolea, pero los apresamientos en España y Cabo Verde, de fichas claves en los negocios que continuó canalizando el chavismo, a pesar de que el mundo democrático dejó de reconocer a Maduro como gobernante legítimo.
Venezuela no es la única que se perjudica de no poder apelar a las opciones que en el pasado la rebosaron de liquidez, y le permitieron suscribir acuerdos como el Pacto de San José y Patrocaribe, que si bien no rebajaban el costo del crudo para no productores como la República Dominicana, pero dotaban a los gobiernos de un capítulo de inversiones con financiamientos muy blandos.
Por ejemplo, en el caso de Petrocaribe, toda vez que el precio del barril se colocara por encima de los 40 dólares, sólo se pagaba de inmediato un 60% de la factura y el restante 40% quedaba financiado a un período de 17 a 25 años a un 1% anual.
Sin ese rejuego el gobierno del presidente Luis Abinader suma un intrincado desafío a otros que también son de suma urgencia, como el del combate a la pandemia, la recuperación económica y la crisis haitiana.
Hugo Chávez que emergió de la cenizas del sistema partidos, amplió su popularidad apalancado en 960, 589 millones de dólares que recibió entre los años de 1999 y 2014, con un barril de petróleo que encontró a once dólares y que llegó a colocarse por encima de los 100 dólares.
Antes de la llegada de la pandemia de Covid19, el mundo se encaminaba a disminuir el consumo de combustibles fósiles y capitales de inversión de tanto impacto como el de los fondos de pensiones se alejaban de cualquier proyecto que no estuviera basado en la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero la crisis actual podría postergar la vida del petróleo y sus derivados, así como la del carbón y el gas natural.
Ojalá que la oscuridad que se percibe en un momento en que los países no productores lucen en un callejón sin salida, sea el preludio de un nuevo amanecer y que pronto se produzca un cambio político que deje a Venezuela aprovechar su petróleo y a las naciones de la región encontrar una mano amiga que permita atenuar las explosiones sociales que se derivan de la carestía de los combustibles