El diálogo entre esas dos personalidades tiene mucha relevancia porque, según un reporte de BBC News, publicado el 28 de octubre.
El Papa Francisco, sacerdote jesuita cuyo nombre real es Jorge Mario Bergoglio, el primer latinoamericano escogido por la Iglesia católica para esa función, se unió a las voces en el mundo que claman soluciones urgentes para salvar a la Tierra de una catástrofe por los efectos del cambio climático, fenómeno que consiste en la variación global del ecosistema debido a causas naturales y a la acción depredadora del hombre: temperatura, precipitaciones, nubosidad, etc, a muy diversas escalas de tiempo.
El Sumo Pontífice de Roma expresó recientemente su preocupación al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante una reunión de 90 minutos efectuada en la sede del Vaticano en la que, además, hablaron respecto a los refugiados, derechos humanos, asistencia a migrantes y la lucha contra la pandemia coronavirus, que las naciones asuman un compromiso común con la protección y el cuidado del planeta, que está amenazado de ser destruido en un futuro no muy lejano.
Por igual, las conversaciones permitieron intercambiar opiniones sobre algunas cuestiones relativas a la actualidad internacional, también en el contexto de la próxima cumbre del G20 en Roma, y sobre el fomento de la paz mundial mediante la negociación política.
En un mensaje grabado, el papa Francisco hizo un llamado a los líderes mundiales que se reunirán la próxima semana en la Conferencia Climática de la ONU (COP26) en Glasgow, Escocia, a que provean "respuestas efectivas" a la emergencia ambiental y ofrezcan "esperanza concreta" a las generaciones futuras.
Las palabras "respuestas efectivas" y "esperanza concreta" son puntos claves a tener en cuenta porque el tema del cambio climático ha sido discutido en varias cumbres, donde han surgido compromisos y propuestas de naciones de trabajar juntos para enfrentar ese peligro. Sin embargo, nada en concreto se ha hecho, no han surgido respuestas efectivas, mientras los países ricos siguen contaminando el planeta con gases tóxicos.
El diálogo entre esas dos personalidades tiene mucha relevancia porque, según un reporte de BBC News, publicado el 28 de octubre, Estados Unidos figura entre los cinco países que más han contribuido históricamente al calentamiento global. Los otros son China, Rusia, Brasil y Francia, considerados los mayores contaminadores y emisores en el mundo de dióxido de carbono (CO2).
El estudio, desarrollado por el centro de pensamiento Carbon Brief en vísperas de la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), se centra en el período de entre 1850 y 2021. Estamos hablando de 171 años de contaminación, deforestación y depredación del medio ambiente a escala universal.
Las demás naciones con mayor auge de gases contaminantes son Indonesia, Alemania, India, Reino Unido, Japón, Ucrania, Canadá, Australia, Argentina, México, Sudáfrica, Polonia, Tailandia, Italia e Irán. Estos pueblos emiten miles de millones de toneladas de CO2 provenientes de los combustibles fósiles, deforestación y uso de suelo.
En total, se afirma que los seres humanos han emitido alrededor de 2,5 billones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera desde 1850. La citada investigación precisa que Estados Unidos ha contribuido con un 20% del total de esas emisiones; China 11%; Rusia 7%; Brasil 5% e Indonesia 4%. En Brasil e Indonesia, la mayoría de las contaminaciones se debe a la tala de bosques y el uso de la tierra para la ganadería y la agricultura, no a la quema de combustibles fósiles, como ocurre con otras naciones.
Esos detalles son perturbadores. Los líderes mundiales continúan indiferentes a esa situación. No están tomando en serio la amenaza que pende sobre la Tierra a pesar de que ya hay evidencias de los cambios que estamos experimentando con las lluvias intensas fuera de épocas, la presencia de más huracanes devastadores y el desplazamiento de nieves en algunas ciudades que nunca han visto ese fenómeno.
Son líderes egoístas, codiciosos, demagogos, que dan prioridad a los intereses particulares y de partidos políticos por encima de las necesidades de la mayoría de la humanidad, y del planeta. Son figuras que, al parecer, viven estancadas en el atraso con visiones retrógradas del verdadero papel que deben desempeñar desde el poder.
El mar crece año tras año, milímetro a milímetro. Alimentados por el deshielo de los glaciares y desbordados por la expansión del agua debido al calentamiento del planeta, los océanos del mundo han elevado un promedio de 20 centímetros respecto de la altura que tenían hace un siglo, de acuerdo con los estudios científicos. De continuar esa situación, pronto veremos a las aguas marinas inundando las costas continentales.
Poco a poco, la Tierra va en ruta hacia el colapso apocalíptico, no bíblico. Pero esa eventualidad no les interesa a los gobernantes de las grandes naciones que lo contaminan y persisten en acumular riquezas y un poder abrumador. Tal como aspira el papa Francisco, la humanidad está esperando respuestas efectivas y decisiones políticas concretas para salvarse del fenómeno natural que se aproxima, si no intervenimos a tiempo.