Lo cierto es que el ‘caso haitiano’ perturba nuestra realidad por todas sus complejas aristas.
La dura realidad de la pandemia resucita en nosotros líneas del famoso merengue “Se murió Martín”, pues se dan casos de amigos idos sin que lo supiéramos o pudiéramos despedirlo.
“Se murió Martín/ yo no lo sabía/ lo vine a saber / a los quince días”.
El COVID-19 sigue arrasando y aquí en RD seguimos en fiesta permanente, bebentinas, abrazos y visitas a moteles, como si nada estuviese pasando. ¡Así no, Magino!
LA SUERTE ESTA ECHADA
Sí, la suerte de la RD está echada con el caso haitiano. Ni el más fantástico vidente puede decir hoy qué ocurrirá en los próximos días en torno a la crisis general que azota a Haití.
Los que realmente mandan en Haití hoy son los líderes de peligrosas bandas de delincuentes que tampoco quieren saber de nosotros ni agradecen todo lo que se hace por sus paisanos.
Tampoco quiero intervención de nadie en Haití, pero algo habrá que hacer para comenzar a ‘arreglar’ ese territorio sin constitución, sin leyes, sin autoridades legítimas, sin paz, sin agua, sin energía y sin alimentos.
Un familiar residente en New Jersey me escribe para sugerir al mundo que los haitianos (todos) sean enviados a Africa, en donde sobran terrenos para acogerlos y que ellos hagan sus vidas a sus maneras y costumbres. Algo improbable e impracticable, como le respondí.
Lo cierto es que el ‘caso haitiano’ perturba nuestra realidad por todas sus complejas aristas.
PARECE QUE HAY QUEJARSE SIEMPRE
Tengo un amigo muy apreciado que maneja un ‘negocito’ que le deja diariamente entre cinco y siete mil pesos de beneficio. Vende refrescos, jugos, cerveza, maltas, café con leche, emparedados, empanadas, quipes, pastelitos, croquetas, avena, galletas y biscochos, entre otros productos alimenticios.
Sin embargo, el afectivo ciudadano de Nagua se vive quejando a diario de que ‘la cosa está mala, muy mala, exageradamente mala’, por los altos precios de los combustibles, los apagones, los embotellamientos en el tránsito y otros problemas que a él, prácticamente no lo afectan.
Igual queja tienen los choferes públicos que aumentan a diario o semanal el pasaje, si suben el precio de los combustibles. De los ricos y poderosos ni hablar. A estos les va mejor cuando la situación está crítica.
El que sigue adelante luchando contra pandemia, crisis haitiana, aumentos y quejas es el presidente Abinader, para ver si llega al final de su mandato exitosamente. ¡Su optimismo es contagiantey merece el apoyo de la ciudadanía, incluyendo a sus actuales y naturales opositores agrupados en partidos, asociaciones, clubes y grupos de toda índole!
14 de noviembre de 2021.