Todos los hijos e hijas de esas parturientas procedentes de Haití nacieron en los barracones que ocupaban con sus padres, dedicados al corte y tiro de la caña de azúcar.
¡Cómo cambian los tiempos!, proceso en mi cerebro el ambiente que predominaba en el batey Alejandro Bass del otrora poderoso Consejo Estatal del Azúcar, cuando se daba a conocer el nacimiento de un infante de las inmigrantes haitianas.
Doña América, una robusta y erguida morena de potente tono de voz, que causaba respeto entre los niños, era la comadrona más demandada de la comunidad, ubicada a 16 kilómetros de la ciudad de San Pedro de Macorís.
Todos los hijos e hijas de esas parturientas procedentes de Haití nacieron en los barracones que ocupaban con sus padres, dedicados al corte y tiro de la caña de azúcar. De allí, la gramínea era transportada en camiones del CEA hasta el ingenio Porvenir.
Esos barracones eran una especie de jaula encementada, con apenas un pequeño orificio desde el cual se intentaba absorber el aire que salía de las entrañas de los cañaverales.
Allí, la comadrona del batey hacía malabares entre las viejas sábanas y harapos que cubrían el cuerpo de las parturientas hasta lograr traer al mundo a esos menores, cuyo ambiente que rodeaba su nacimiento presagiaba la miserable vida que les esperaba.
En ese ambiente, sin embargo, eran felices. Mucho más que aquel que envolvió las vidas de sus progenitores, quienes sufrieron a sangre y fuego los latigazos y barbaries de la cruenta dictadura de François Duvalier, alias Papa Doc (1957-1971).
Tras su muerte, fue sucedido por su hijo Jean-Claude- Duvalier, llamado Bébé Doc o Baby Doc (1971-1986).
Ahora las cosas son diferentes porque las embarazadas que vienen desde Haití a República Dominicana son atendidas en los hospitales estatales, a tal punto, de que ya es insostenible que el gobierno siga subvencionando miles de partos a las haitianas.
Diez mil millones en partos de haitianas
Según el ministro de Salud Pública, doctor Daniel Rivera, el 40% de la cirugía de partos practicados en los centros hospitalarios del Estado son de embarazadas haitianas.
Sólo por ese concepto, el Estado invierte diez mil millones de pesos al año para la asistencia médica a esas parturientas en los hospitales públicos a nivel nacional.
Es una suma respetable que permitiría resolver la falta de agua potable en muchas localidades del país.
Rivera, ha sido bien elocuente al ofrecer el dato y advertir que se trata de una carga económica insostenible para el gobierno, por lo que se deberán redoblar los esfuerzos para frenar el flujo de mujeres de Haití que vienen al país a alumbrar a sus hijos.
En Santiago, las autoridades del hospital Presidente Estrella Ureña, destinan más de RD$8 millones al mes en atender a las parturientas haitianas en la maternidad doña Renée Klang viuda Guzmán.
Ante ese cuadro, el director del hospital regional, doctor Miguel Antonio Ortega, ha advertido sobre la carga económica que representa esa situación para el presupuesto asignado por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.
¿Está el Estado dominicano en condiciones económicas para seguir cubriendo los partos de miles de mujeres haitianas que buscan refugio en las maternidades públicas?
En vez de volver a insistir con la campaña de descréditos incentivada desde algunas plataformas comunicacionales, de supuestos malos tratos a la población haitiana en el país, deberíamos reflexionar profundamente sobre las consecuencias sociales y de seguridad que podríamos afrontar a corto plazo.
Por años, se ha denunciado la existencia de un negocio de tráfico de mujeres procedentes de Haití que pagan a intermediarios para cruzar los límites fronterizos, y en ocasiones, sin tener visa ni ningún tipo de documentación personal.
Las autoridades tienen potestad constitucional para decidir cuáles extranjeros entran al territorio nacional y en qué condiciones. Eso lo hacen todos los estados organizados del mundo.
Justo es reconocer los esfuerzos del director de Migración, Enrique García, para afrontar la inmigración ilegal de extranjeros.
¿Por qué los representantes de las ONGs nacionales y extranjeras que operan en República Dominicana y que defienden a la comunidad haitiana, no elevan sus voces para que las potencias occidentales construyan hospitales y maternidades modernas en el territorio de Haití?
Grosera Manipulación
Algunos medios informativos y con mayor intensidad los de televisión, proyectan imágenes secuencialmente repetitivas y editadas de las repatriaciones iniciadas por la Dirección de Migración contra las parturientas ilegales, e insisten en supuestos maltratos a las extranjeras.
Apelando al tremendismo y ruido comunicacional pretenden responsabilizar a las autoridades de provocar “abortos” en el proceso de repatriación.
¿Qué se busca con eso? Evidentemente, encender la llama del fuego para que siga expandiéndose y acusar de nuevo al país ante organismos internacionales de incentivar la xenofobia y el racismo contra los migrantes haitianos.
Control Sanitario
Las autoridades deben instalar en los distintos puntos fronterizos unidades médicas fijas para efectuar los exámenes de rigor a las mujeres traídas al país con el deliberado propósito de que sus hijos nazcan en territorio dominicano. De esa manera, se evitarían los operativos de deportaciones masivas.
Hay que desarticular la red mafiosa que opera desde la frontera para reducir los miles de partos de las haitianas que ilegalmente penetran al territorio dominicano a terminar su estado de gestación.
Desde República Dominicana no debemos seguir mirando hacia Haití con acciones compasivas, se deben redoblar los esfuerzos para que la comunidad internacional asuma el drama haitiano. Como lo ha advertido el presidente Luis Abinader, por sí sola, la tierra de nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, no podrá cargar con esa terrible problemática.
Artículo de Manuel Diaz Aponte