La actuación del general Santana como presidente de la República está salpicada de sangre.
La pasada semana fue estrenado en los cines dominicanos el documental que realizamos con el título “Presidentes Dominicanos en la historia (1844-1966)”, en el que uno de los mandatarios que se analizan de manera de amplia y documentada es al general Pedro Santana, quien fue el primer presdente constitucional de la República Dominicana.
En el documental hacemos un evaluación donde expresamos que Santana era la figura que menos merecía esa distinción, pues en marzo de 1861, traicionó la nación que él había ayudado a crear al anexarla al imperio español. Y afirmamos que quien debió ser el primer presidente de la República Dominicana, era Juan Pablo Duarte, ideólogo, creador y fundador de la nación establecida el 27 de febrero de 1844.
Desde hace muchos años existe una amplia discusión sobr el hecho de que, por una incorrecta y temeraria decisión del doctor Joaquín Balabaguer, los restos de Santan reposen en el Panteón de la patria, donde deben estar los verdaderos héroes y patriotas dominicanos. Desde hace tiempo he venido afirmando que es una realidad que Santana jugó un importante papel en los primeros momentos del nacimiento de la República, ideada e impulsada por el genio de Juan Pablo Duarte y que nadie puede disminuir ni ignorar el importante papel jugado por Santana en las batallas 19 de Marzo y Las Carreras, que significaron un importante triunfo para consolidar la liberación de Haití.
Ahora bien, para valorar en su justa dimensión a un personaje histórico se deben tomar en consideración no solo dos momentos importantes de gloria, sino todo su accionar en los diversos acontecimientos de los que formó parte y, sobre todo, cómo fue su actuación en todos los eventos históricos posteriores a su tiempo de gloria.
Pedro Santana, aquel hombre que en febrero y marzo de 1844 actuó como un patriota, en sus actuaciones posteriores se convirtió en un traidor, un antipatriota, un antidominicano y un negador absoluto de todo ese sentimiento patriótico que mostró en aquellas batallas.
Una de sus acciones más incorrectas y antipatrióticas la realizó en agosto de 1844 cuando, como presidente de la Junta Gubernativa, emite la nefasta resolución número 17, que declara a Duarte, Sánchez, Mella y otros trinitarios como “traidores a la patria” y ordena su destierro a perpetuidad. Y todavía va más lejos, pues pide que sean fusilados si regresan al territorio nacional. Ese aspecto, por la importancia histórica que posee, lo tratamos de manera muy precisa en el documental sobre los presidentes.
Después de ese funesto golpe de Estado que quita del poder a Francisco del Rosario Sánchez y a los trinistarios, Santana toma las riendas del país y en noviembre de 1844, actuando en base a su poderío militar obliga al congreso a que apruebe una constitución que lo convierte en un dictador, con el famoso artículo 210.
La actuación del general Santana como presidente de la República está salpicada de sangre,7 de febrero de 1845, para celebrar el primer aniversario de la independencia, su gobierno ordenó el fusilamiento de María Trinidad Sánchez, la tía de Sánchez y una de las que bordó la bandera nacional, y del señor Andrés Sánchez, tío del padre de la patria. En 1855, el gobierno de Pedro Santana fusiló al General Antonio Duvergé, un gran patriota y héroe independentista. Luego de contemplar el fusilamiento de Duvergé y su hijo, el general Santana pateó el cadáver de ese patriota.
El historia nefasto de Santana se mantuvo en toda su vida. Y aunque es necesario decir que en cada uno de los crímenes que se cometieron en su mandato presidencial, se hacía un expediente judicial y otras personas tomaban las decisiones, lo cierto es que el poder de Santana era que determinaba todas esas acciones.
En el año de 1861 Pedro Santana cometió el crimen más grave que puede cometer un ser humano: traicionar la soberanía nacional y entregar su patria a otra nación. Santana promovió y dirigió la anexión de la República Dominicana a España. Un crimen de lesa patria. Y en julio de 1861 su gobierno fusiló a Francisco del Rosario Sánchez, líder trinitario y quien se opuso a esa funesta anexión a España, así como también fusiló a los hermanos José Joaquín y Gabino Puello, dos patriotas dominicanos de un gran valor.
Resulta inexplicable que, partiendo de ese historial de actuaciones antipatrióticas y antinacionales, los restos de Santana estén descansando en el Panteón de la Patria, y mucho menos justo frente a los restos de María Trinidad Sánchez, una verdadera patriota que su gobierno mandó a fusilar.
En el documental, el historiador Roberto Cassá, director del Archivo General de la Nación, afirma que es “imperativo y moral” que los restos de Pedro Santana sean retirados del Panteón de la patria. Y esa es una gran verdad que todo debemos apoyar. Ya llego el tiempo de que se corrija ese error histórico cometido por Balaguer y los restos de Santana sean llevados a otro lugar donde no deshonren la dominicanidad.
Euri Cabral
Economista y Comunicador