Muy bien que el Presidente Abinader y sus colegas de Panamá y Costa Rica se reunieran en Puerto Plata para acordar una Alianza para el Desarrollo en Democracia y urgieran al mundo a ayudar a Haití; muy bien que, luego de reunirse, Luis los invitara a conocer la estatua ecuestre de Gregorio Luperón…¡Pero sin imaginar que el gran prócer de este país tan especial estuvo a punto de abandonar su rigidez de bronce para bajar, sable en mano, a castigar a los protocoleros que dispusieron unos retretes junto al pedestal del monumento, por si a tan distinguidos visitantes los atacase alguna urgencia!…(Por suerte, Luperón pudo refrenar la ira).