Los “valores de la democracia” que Joe Biden dice defender han sido ignorados, acribillados a balazos.
Estados Unidos se ha proclamado protector y defensor del sistema democrático mundial sin que nadie lo haya elegido. El gendarme, el “guachimán” de la democracia, el que decide que país o gobierno es de su agrado y cuáles no. Ocurre, sin embargo, que Estados Unidos es uno de los países menos democráticos del mundo, con un sistema político, económico y social anacrónico, que discrimina y margina a su propia población, donde el racismo y la xenofobia, la desigualdad predominan expresándose en la pobreza, el hambre, analfabetismo y la inseguridad.
Estados Unidos es una torre de babel donde lo que menos existe es libertad, que no sea la de las grandes transnacionales, monopolios y oligopolios que acaparan la inmensa mayoría de la riqueza del país. La democracia supone representatividad, equidad, pluralidad, libertad de expresión y difusión del pensamiento, respeto a los derechos humanos fundamentales que en esa nación son constantemente desconocidos. En nombre de la libertad, de Dios, de la democracia, de las religiones, se han cometido los mayores y más grandes crímenes contra la humanidad.
Los “valores de la democracia” que Joe Biden dice defender han sido ignorados, acribillados a balazos, asesinados con aviones bombarderos, misiles y cañones derrocando gobiernos precisamente democráticos para imponer dictadores de la calaña de Pinochet y de muchos otros de su misma estirpe. El discurso del presidente estadounidense es tan viejo como la doctrina Monroe, igualmente engañoso, inútil y mentiroso. La democracia y la libertad, a Estados Unidos le importan un bledo, se limpia el trasero con ella cuando le conviene. La democracia es una palabra, un subterfugio, una patraña para justificar crímenes, abusos y atropellos. Estados Unidos se cree dueño del mundo, el que decide quien es malo y quien es bueno, quien debe vivir o morir.
Todo en nombre de la libertad y la democracia,
invadiendo y derribando gobiernos a través golpes de Estado y asesinando de dirigentes políticos que les son adversos utilizando la CIA. Es un Estado agresor que impone la fuerza de los cañones y los misiles asesinando a miles de hombres, mujeres y niños, (daños colaterales) destruyendo casi por completo muchas naciones.
Los latinoamericanos conocemos bien la ley de garrote del coloso del Norte desde hace siglos. “América para los americanos”. Debieron decir, América para los estadunidenses. Todos los países del hemisferio han padecido intervenciones, sabotajes, asesinados y torturas; todos han sufrido sus embates, a todos los ha matado, los ha saqueado, los ha robado. Juan Bosch ganó unas elecciones, sin embargo fue derrocado por un golpe de Estado patrocinado por Estados Unidos, lo mismo pasó en Chile con Salvador Allende y en muchos otros, del caribe, Centro y Suramérica, imponiendo dictaduras sanguinarias. ¿Qué democracia, ni democracia? ¡Bah!
El bloqueo económico y político contra Cuba es obsoleto y criminal. Lo ha sido siempre. La historia reciente de regiones tan remotas como Asia, Medio Oriente y África, habla por sí sola. La mano siniestra del Estado agresor está presente destruyéndolo todo para defender sus intereses. Como se ha dicho muchas veces, Estados Unidos no tiene amigos ni enemigos, tiene intereses, los que defiende llevándose de encuentro al que sea, y como sea. ¡Democracia! La verdadera democracia es aquella que protege y defiende los derechos humanos, es aquella que garantiza la igualdad y la equidad, es la que garantiza libertad plena de todos los hombres y mujeres.
El presidente demócrata, Joe Biden, da lo mismo que sea Republicano, negro o blanco, ha convocado una cumbre por la democracia invitando a los países que considera aliados, dejando fuera a los adversarios. La reunión es en sí misma, antidemocrática por excluyente, sectaria, parcializada y sectaria. Lo que menos tiene la cumbre de Biden es democracia. Esa cumbre virtual no contribuye a la hermandad, a la amistad entre los pueblos, a la discusión franca y sincera de los problemas de la humanidad, que son muchos y angustiantes, como el cambio climático, el armamentismo, el desempleo, el hambre, la pandemia, etc. Estados Unidos con esa reunión unilateral da fuerza a otra guerra fría, pero con China y Rusia, frente a los que pierde terreno diariamente. China es una realidad. Su crecimiento exponencial es incuestionable. Ya es la primera economía del mundo, pronto será la primera, si es que no lo es ya.
Estados Unidos no podrá derrotar a China por más intento que haga. La cumbre de Biden es contra China y Rusia, principalmente. Que nadie se confunda. Estamos frente a otra guerra fría, que se calentará paulatinamente. La Cumbre de Biden es un fracaso. Le echa leña al fuego. Y se puede quemar. Estados Unidos no es la potencia económica, militar ni política que fue hace diez o veinte año. Ha perdido y seguirá perdiendo influencia, incluso dentro de sus “aliados” europeos, asiáticos, africanos y latinoamericanos. Así como cayó el imperio romano, el otomano y todos los demás, caerá el “Imperialismo Yanqui”, más temprano que tarde.