Maria Ressa y Dmitry Muratov han sido acosados, intimidados y objeto de violencia por su trabajo de denuncia contra la injusticia y los abusos al más alto nivel.
Por Jerri Eddings
WASHINGTON – Dos referentes mundiales de la libertad de prensa aceptaron el Premio Nobel de la Paz en Oslo: la primera vez desde 1936 que esa profesión han sido reconocida con uno de los premios más prestigiosos del mundo.
Subrayando la importancia del periodismo en la lucha contra el autoritarismo, el Comité Nobel honró a Maria Ressa, cofundadora y editora del sitio de noticias independiente filipino Rappler, y a Dmitry Muratov, durante mucho tiempo redactor jefe de Novaya Gazeta, periódico independiente de Rusia.
Ambos premiados y sus colegas han sido acosados, intimidados y objeto de violencia por su trabajo de denuncia contra la injusticia y los abusos al más alto nivel.
En su discurso de aceptación, Ressa, antigua ganadora del máximo galardón internacional del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), señaló que era solo la 18ª mujer en recibir el Premio Nobel de la Paz. Afirmó que las periodistas están «en el epicentro del riesgo» y añadió: «Hay que atajar esta pandemia de misoginia y odio, ahora».
Ressa señaló que al aceptar el premio representa a los periodistas «que se ven obligados a sacrificar mucho para mantener la línea, para ser fieles a sus valores y misión: llevar la verdad y pedir cuentas al poder». Citó una larga lista de periodistas que han sido asesinados, encarcelados o perseguidos por su trabajo, desde Malta a Arabia Saudita y Hong Kong.
La periodista criticó duramente a los medios de comunicación que ganan dinero avivando la violencia y el odio, y citó a Facebook como el mayor distribuidor de noticias y desinformación del mundo. «Estas empresas destructivas han desviado el dinero de los medios noticiosos y ahora suponen una amenaza para los mercados y las elecciones».
Pidió que se regule lo que denominó «la economía de la vigilancia que se beneficia del odio y la mentira» y que Estados Unidos «reforme o revoque la sección 230: la ley que trata a las plataformas de redes sociales como servicios públicos».
Ressa, reportera de la CNN durante muchos años, también dijo que el periodismo debe ser reconstruido para el siglo XXI, con ecosistemas de información basados en hechos. «Tenemos que ayudar a que el periodismo independiente sobreviva, en primer lugar dando mayor protección a los periodistas y plantando cara a los Estados que atacan a los periodistas».
En su discurso de aceptación del Nobel, Muratov dijo que el periodismo en Rusia está «atravesando un valle oscuro». Más de un centenar de periodistas, medios, defensores de los derechos humanos y ONGs han sido calificados como «agentes extranjeros».
En Rusia, esto significa «enemigos del pueblo». «Muchos de nuestros colegas han perdido su trabajo. Algunos tienen que abandonar el país. Algunos se ven privados de la oportunidad de llevar una vida normal durante un periodo de tiempo desconocido. Quizá para siempre», dijo.
Tras describir a la tortura como el crimen más grave contra la humanidad, Muratov anunció planes para crear un tribunal internacional contra la tortura. Afirmó que recogería información sobre la práctica en distintas partes del mundo e identificaría a las autoridades responsables. Y dijo que la iniciativa dependería de los periodistas de investigación de todo el mundo.
«Cada vez oímos hablar más de torturas a condenados y detenidos. Se está torturando a la gente hasta el punto de quiebre, para que la pena de prisión sea aún más brutal. Esta situación es una barbaridad».
Este año, el ICFJ colaboró con Ressa y Rappler para publicar un estudio de caso basado en big data que detalló la intensidad y la ferocidad de la violencia en línea dirigida a Ressa durante un período de cinco años. La investigación encontró pruebas de que algunos de los ataques fueron coordinados u orquestados, lo que constituye un sello distintivo de las campañas de desinformación dirigidas por el Estado.
Ressa también es objeto de múltiples demandas judiciales que tienen como objetivo silenciarla a ella y a sus colegas. Se enfrenta a la posibilidad de pasar décadas entre rejas si es condenada por todos los cargos. El ICFJ y la coalición #HoldTheLine siguen pidiendo que se retiren estas acusaciones espurias.
El ICFJ codirige la Coalición: un grupo de más de 80 grupos que defienden a Ressa y la libertad de prensa en Filipinas, junto con el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) y Reporteros sin Fronteras (RSF). Ressa dio las gracias a la Coalición, así como a todos los grupos de derechos humanos «que nos ayudan a que la luz brille».
Este artículo se publicó originalmente en IJNET, la red internacional de periodistas.