Si Estados Unidos cancela los visados a personeros corruptos de gobiernos anteriores y del presente, por ejemplo, muchos funcionarios frenarían sus ansias de dinero, de viajes, bienes y poder.
Tengo un grato amigo y sobresaliente profesional que me repite a cada rato que en nuestro país la corrupción se combate hoy con firmeza y fiereza. Pero que le hace falta ‘algo’ para ese proceso culminar exitosamente.
¿Qué le hace falta? le pregunto de inmediato y siempre me responde más o menos lo siguiente:
Que las autoridades judiciales lleguen a acuerdos con las consulares y diplomáticas de Estados Unidos, Canadá, España e Italia, entre otros países, a fin de que revoquen los visados a exfuncionarios acusados de corrupción.
Alega el amigo que la anulación o revocación debe incluir a esposa, hijos y padres de los justiciados, porque de esa forma no podrán viajar, disfrutar, gastar o invertir sumas cuantiosas de las robadas aquí.
Le digo que esa es una idea loca, exagerada y hasta difícil de aplicar, para lo cual tiene respuesta inmediata: no es así, si hay voluntad de las partes.
Si Estados Unidos cancela los visados a personeros corruptos de gobiernos anteriores y del presente, por ejemplo, muchos funcionarios frenarían sus ansias de dinero, de viajes, bienes y poder. Y los familiares serían los primeros en alertarlos para que no cometan ilícitos.
Quizás esta idea no concuerde en el aspecto legal con algunos procedimientos vigentes entre países, pero no estaría de más pensar en su intento de aplicación.
Porque esperar a que sean condenados definitivamente, conllevaría esperar mucho tiempo y ver hasta cambios de gobiernos y autoridades judiciales.
15 de diciembre de 2021.