En el marco de su táctica unitaria antibalaguerista, desde principios de 1969 el MPD comenzó a penetrar los institutos castrenses.
En enero de 1969 el Movimiento Popular Dominicano (MPD) celebró su histórica conferencia “Hilda Gautreaux", donde planteó la táctica de alianza con todas las organizaciones de oposición decididas a combatir al presidente Joaquín Balaguer, cuyo gobierno se comportaba como enemigo de esa entidad marxista-leninista, consintiendo el exceso de arbitrariedad ejercido en su contra por los organismos represivos del Estado, sin que le perturbara las desapariciones de sus dirigentes Guido Gil Díaz y Henry Segarra Santos, ni las muertes a tiros de otros emepedeístas como Juan Castro Arias, Rubén Santana, Cristino Liriano Genao y Numitor Elpidio Jiménez Sarnelli (Tito Monte), víctimas de la violencia incontrolable procedente de la esfera oficial desde 1966.
En el documento aprobado por los cuadros profesionales de ese partido, se exhortaba a los líderes políticos a definir su perfil opositor y comprender la urgencia de superar el régimen vigente, conformando con tiempo los mecanismos de transición hacia una sociedad que expresara respeto por los derechos ciudadanos y acordara realizar una reforma agraria que redujera la desigualdad social en el campo, mediante la distribución de las tierras expropiadas a terratenientes, guardando la debida consideración a los vinculados a su causa política.
Durante la exposición de su objetivo, el MPD realizó diversas maniobras tácticas de acercamiento a militares y grupos antibalagueristas dispuestos a imponer una agitada situación social como la que estremeció la ciudad de Santo Domingo el 16 de enero de 1962, cuando el propio presidente Balaguer se vio forzado a apartarse del poder y asilarse en la Nunciatura Apostólica, satanizado por la tragedia del parque Independencia que costó la vida de cinco personas y dejó varias heridas.
El partido de la enseña rojinegra sumó a su oferta de cambio la transformación de sus denominados “Comandos de Poder Popular” en “Comités Revolucionarios Clandestinos (CRC)", que dejarían de actuar como entidades paramilitares “dirigidas únicamente al ajusticiamiento de los verdugos del pueblo”, para obrar como un frente de organizaciones anti-reeleccionistas batallando en defensa de reivindicaciones sociales.
A esos comités se integrarían personas de todos los partidos para realizar actividades de socavamiento de la autoridad pública y dar al movimiento unitario un carácter político genuinamente opositor; en las escuelas, clubes culturales, centros laborales y cuarteles donde pudieran moverse sigilosamente.
Según la dirección emepedeísta, estarían allí “todos aquellos que estén dispuestos a luchar por el derrocamiento del gobierno de Balaguer, que es la muralla que se levanta contra las aspiraciones sociales del pueblo”, interactuando con la misma jerarquía y desarrollando estrategias en conflictos sociales con un claro propósito reivindicativo.
Colonialismo ideológico orienta táctica política
Al tiempo que reorganizó sus comandos para adaptarlos a la lucha unitaria contra el continuismo balaguerista, la organización izquierdista establecida en el país por el luchador anti-trujillista Máximo Antonio López Molina se ocupó de enseñar a sus adeptos los fundamentos históricos de su táctica política, tratando de neutralizar los efectos perjudiciales de la supuesta desviación ideológica que le achacaba el Partido Comunista Dominicano (PCD) y otras organizaciones de izquierda.
Esa labor teórica de ilustración a sus seguidores, fue desplegada por su secretario general Maximiliano Gómez Horacio (El Moreno), lanzando un reto a sus críticos para que no continuaran esquivando el combate activo contra el régimen de Balaguer y advirtiendo que sólo el MPD luchaba realmente por el poder.
El joven político petromacorisano, de 27 años, explicó que su partido “se había trazado como tarea principal en la presente etapa de la revolución dominicana, el derrocamiento de la dictadura balaguerista, como paso imprescindible para enfrentar al imperialismo norteamericano, el cual domina nuestro país en los aspectos político, económico, militar y cultural a través de los gobiernos oligárquicos, como lo es el actual régimen balaguerista”.
Afirmó que el MPD había roto los clichés dogmáticos de la izquierda criolla al elaborar “una versión nacional” del marxismo-leninismo, inclinada a “nacionalizar la ideología del proletariado, que era la condición para lograr una combatiente unidad revolucionaria” y “la única forma de construir instrumentos efectivos de lucha” que contribuyeran a la caída de Balaguer, producto de acciones políticas contundentes como promover huelgas efectivas, incitar la rebeldía de los campesinos sin tierras y denunciar a los calieses.
En un escrito titulado “Análisis del debate ideológico en nuestro país”, publicado el 3 de noviembre de 1969 en la edición No. 312 de la revista ¡AHORA!, Maximiliano Gómez consideró que en sus enfoques para valorar la realidad nacional, muchos políticos y sociólogos criollos cometían el error de emitir juicios aéreos cuando comparaban los niveles de desarrollo de países del tercer mundo y de naciones industrializadas, y eso impedía una comprensión objetiva de sus particularidades.
Puso de ejemplo a Haití y Venezuela que se desarrollaban con acciones políticas y económicas distintas; verificándose un notable crecimiento económico en la patria de Bolívar, en el ámbito capitalista; que contrastaba con el atraso de los medios de producción en la tierra de Dessalines (propio de la época medieval), aún operando allí diversas empresas capitalistas del poder monopólico
En otro artículo publicado el 15 de diciembre de ese año, en la edición No. 316 de esa misma revista, el dirigente político explicó en detalles el concepto de colonialismo ideológico para resaltar que la izquierda concebía el marxismo como un recetario de fórmulas acabadas para trasformar revolucionariamente el capitalismo y no como un método de análisis científico; siendo esa la causa de su incapacidad para construir una teoría marxista nacional.
El principal dirigente emepedeísta reprochó a la izquierda “la tendencia a encontrar las soluciones que históricamente el país demanda en las citas del camarada Mao Tse-tung, los libros de Marx, Engels, Lenin, Stalin, y las aportaciones teóricas de la revolución cubana, como si nuestras experiencias particulares fueran materias primas que se necesitaran, para ser elaboradas”.
A su juicio, la errada interpretación del marxismo y el pensamiento de Mao “ha traído al mundo la peculiaridad práctica de la izquierda consistente en organizarse a sí misma, dejando de lado al pueblo, y disputarse entre unos y otros el carácter de “vanguardia del proletariado”, pasando por alto la disputa por quitarle el timón del Estado a los reaccionarios, en el caso concreto, a Joaquín Balaguer”.
Maximiliano Gómez explicó el “Colonialismo Ideológico” como el comportamiento individualista de la pequeña burguesía enquistada en la dirección de las organizaciones marxistas, que ha estado presente en la sociedad dominicana desde los días de la independencia, impidiendo el desarrollo de una burguesía nacional que derrote a la oligarquía y siente “las bases materiales para lograr su dominación de clase”.
Golpe de Estado Revolucionario
En el marco de su táctica unitaria antibalaguerista, desde principios de 1969 el MPD comenzó a penetrar los institutos castrenses, aspirando a que muchos de sus militantes se formaran como cadetes y llegaran a ser oficiales, suboficiales y alistados con conciencia democrática y con la capacidad de imponer en los cuarteles una postura nacionalista como la de los soldados constitucionalistas en la guerra de abril de 1965.
Esa determinación permitió que algunos de los jóvenes formados en los “Comandos de Poder Popular”, consiguieran ingresar a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, como reveló un ex-oficial del Ejército que fue miembro del MPD, a los asistentes a una de las “Tertulias del Teórico” que se celebró en la terraza del club de profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) el sábado 30 de marzo de 2019, bajo la conducción de los doctores Jimmy Sierra y Julio Aníbal Suárez.
El objetivo era incentivar la insubordinación en los cuartes para dar vigencia a la tesis de Mao: “El poder nace del fusil”, articulando el proyecto del “Golpe de Estado Revolucionario”, inspirado en la denominada “Revolución sin dictadura”, vigente en Panamá.
En esa nación caribeña, desde el 11 de octubre de 1968 se venía desarrollando un régimen de “Libertad con orden”, destinado a moralizar el servicio público y hacer valer su derecho de posesión sobre el canal interoceánico que conecta el océano Atlántico con el Pacífico y posibilita la circulación de grandes embarcaciones comerciales. Era la sublevación de jóvenes oficiales que derrocó al célebre presidente conservador Arnulfo Arias Madrid -10 días después de haberse juramentado-, dirigida por Boris Néstor Martínez Salazar, José Humberto Ramos Bustamante y Omar Efraín Torrijos Herrera.
El MPD formularía una propuesta golpista inspirada en la referida acción militar y la reforzaría unos meses más tarde, animado por la instalación en Perú de un gobierno revolucionario que el 3 de octubre de 1969 destituyó al presidente conservador Fernando Belaúnde Terry, e impuso una junta militar encabezada por el general Juan Velasco Alvarado, que dispuso la nacionalización de la banca y la expropiación de los yacimientos petrolíferos de la provincia de Talara, usufructuados por la Compañía internacional de Petróleo ((IPC), filial de la Standard Oil de New Jersey.
Un instante de ilusión colectiva
Después de los acontecimientos descritos, el MPD formuló su tesis de “Golpe de Estado Revolucionario”, la cual -de manera increíble- fue acogida con simpatía en un amplio segmento de la juventud dominicana que se congregó durante la mañana del 25 de marzo (Miércoles Santo) de 1970 en la plazoleta Duarte de la ciudad capital, para ofrecer su respaldo al "Comando Unificado Antireeleccionista de Civiles y Militares", que se hizo responsable del secuestro del agregado aéreo de la embajada de los Estados Unidos, coronel Donald Joseph Crowley -ocurrido el día anterior en la cancha de polo del hotel Embajador- exigiendo las siguientes condiciones para liberarlo:
1ro. La libertad de 21 presos políticos, entre ellos el secretario general del MPD Maximiliano Gómez, esa misma mañana en dicha plaza, frente al Conventos de Dominicos, en la calle Padre Billini.
2do. Que a la entrega de los presos políticos estuvieran presentes allí (como garantía de respeto a esa demanda) el arzobispo coadjutor de Santo Domingo, monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito; el rector de la UASD, doctor Rafael Kasse Acta y el presidente de la Asociación Dominicana de Abogados (ADOMA), doctor Bienvenido Mejía y Mejía.
Dicho comando advirtió que Crowley sería liberado 10 horas después de la libertad de los presos políticos y que si en ese lapso uno de los liberados o cualquier dirigente revolucionario era detenido o asesinado, se pondría en peligro la vida del oficial estadounidense raptado. También exhortó al pueblo a hacer acto de presencia en la plazoleta Duarte.
El poder de convocatoria de los insurrectos desbordó todas sus previsiones, ya que millares de jóvenes de ambos sexos, provenientes de todas las zonas de la capital confluyeron allí, gritando a todo pulmón: “Golpe de Estado Revolucionario", según consta en la crónica publicada esa tarde por el periódico El Nacional, firmada por el periodista Miguel Ángel Prestol, con el título: "Rechazan salga RD el grupo del Canje".
Era una multitud desafiante, sin miedo, que se movía alrededor de la estatua del patricio Juan Pablo Duarte, voceando también: “Muerte al gringo”, "Si matan uno mataremos cinco", "Muerte al Imperialismo" y "En Quisqueya y Vietnam los Comandos vencerán"; creyendo que había llegado la hora de la caída estrepitosa del gobierno de Balaguer, porque había corrido el rumor de que militares de San Isidro, simpatizantes del general Elías Wessin, ejecutarían el mentado “Golpe de Estado Revolucionario”.
La relación del MPD con el exhombre fuerte de San Isidro quedaría en evidencia tiempo después. Específicamente luego de la muerte de su dirigente Roberto Figueroa (Chapó), ocurrida el 7 de julio de 1970, a quien la Policía le encontró en uno de los bolsillos del pantalón que vestía cuando fue emboscado, una carta dirigida a una persona con el nombre de Ernesto, que hablaba de la conspiración del “Turco” que había sido públicamente develada la noche del 30 de junio de 1971 por Balaguer. El MPD atribuyó su fracaso a que Wessin había creído “tener suficiente gente solo y quiso adelantarse, joder a los otros y quedarse solo”.
Finalmente, la línea política del MPD respondió a un esfuerzo de su secretario general por “desterrar el colonialismo ideológico de las filas de las organizaciones progresistas y revolucionarias”, partiendo del criterio de que “el curso histórico de nuestro país es reflejo directo de las condiciones socioeconómicas de la sociedad dominicana, y por tanto, los conceptos teóricos de los clásicos del marxismo sólo pueden servir de guías indirectos para la acción revolucionaria, pues los guías directos de la misma tienen que brotar de la síntesis de nuestras particularidades históricas”.