Ahora el danilismo parece haber convertido al PLD en un partido pro corrupción, primero invitaron a quienes individualmente habían cometido actos corruptos.
El danilismo se frota las manos ante el fracaso del gobierno de Luis Abinader en el control de los precios de los productos de la canasta familiar y de una gran gama de bienes indispensables para la vida moderna, como los servicios domiciliarios: telefonía, electricidad, alquiler, etc.
A juicio del PLD, esas alzas, significan un redito político para el danilismo y una desgracia para el PRM. Estas conclusiones parecen apresuradas, si bien el PRM está haciendo un gobierno alejado de la socialdemocracia y muy cercano al conservadurismo político, no menos cierto es que, no automáticamente, eso implique el retorno del PLD al gobierno.
En primer lugar, todavía, las elecciones de 2024 lucen lejanas y en la política como ciencia, no existe la predicción sino la objetividad. Por tanto, el momento es para enfrentar el mal mayor del sistema democrático dominicano que es, sin duda, la corrupción. Es más, tradicionalmente, quienes sostenían esta bandera, eran los integrantes del partido morado. Se puede afirmar que el PLD histórico fue un abanderado de la lucha contra la corrupción.
Sin embargo, ahora el danilismo parece haber convertido al PLD en un partido pro corrupción, primero invitaron a quienes individualmente habían cometido actos corruptos, a que se defendieran en los tribunales, ahora que se menciona a Danilo o, que al menos, hay evidencias de que fue tolerante, cuando menos, respecto a sus cercanos colaboradores, amigos y familiares, se habla de que el PLD, como colectividad, debe salir a las calles a defender a su presidente.
La realidad es que el danilismo está buscando una negociación con el gobierno alegando que la campaña anti corrupción la dirige el Palacio Nacional, que la judicatura no es independiente y tampoco lo es el Ministerio Público. Ciertamente, el PLD sabe que en sus años de poder, nunca se preocupó por una sana administración de justicia, sino al revés, copó la justicia con la finalidad de blindarse contra posibles persecuciones políticas. Como bien dijo Danilo en una ocasión, nunca pensaron que saldrían del poder. Ahora que están fuera desean un armisticio, pero la respuesta del gobierno es que el Ministerio Público es independiente.
Si se observa bien, el danilismo usa las encuestas para meter cuco al gobierno para forzarle a una negociación, pero es incapaz de analizar qué piensa la gente sobre la campaña anti corrupción. En cambio, Luis Abinader, sabe muy bien que no ganó las elecciones más que bajo compromiso con la sociedad civil de que combatiría la corrupción. Al grado de que ha tenido que poner freno a desmanes dentro de su funcionariado, quizás en contra de su propia voluntad. Por tanto, sabe muy bien que, la única forma de mantenerse a flote, es dejando libre al Ministerio Público e incluso, a la judicatura. De modo que meter la mano en el fuego por Danilo o por los funcionarios del gobierno de Luis en problemas judiciales de corrupción, equivale a un suicidio político.
Hasta ahora el gobierno no ha sufrido protestas, estas iniciarán desde el momento en que la gente vea que la campaña anti corrupción es una farsa. Es lo que el danilismo no desea observar, que el gobierno está entre dos fuegos; por tanto, su mejor opción, es dejar al PLD que purgue sus culpas en los tribunales. Igual ha de ocurrir con los funcionarios de este gobierno que se equivoquen. Insistimos, la corrupción es endémica cuando menos en el Comité Político del PLD, pues no se conoce ninguna disidencia allí, ni reunión alguna en que se haya abordado ese tema, por tanto, no es un problema de Danilo y sus allegados, es un problema institucional de ese partido que renunció a los principios que le dieron origen en aras de disfrutar torcidamente de las mieles del poder.
Sin embargo, no es el futuro del PLD lo que se juega, lo que se está jugando es el futuro de la democracia, de la institucionalidad, de la transparencia, es decir, el futuro de valores a los cuales renunció, de buena gana, el PLD. Por tanto, el PRM no tiene nada que buscar en pactos pro borrón y cuenta nueva como no sea hundirse junto al PLD. Si el PRM, en aras de permitir que algunos de sus funcionarios y dirigentes hagan causa común con el danilato cae en el error de exonerarlos de culpa inmiscuyéndose en temas judiciales,habrá fracasado al instante y, pero aun, podrían llevarse consigo la democracia.
Se sabe que la cúpula del empresariado nacional tiene intereses fuera del país, por tanto, hizo causa común con el danilismo en el saqueo a las arcas públicas y desea hacer su agosto en este gobierno. Sin embargo, se olvida, como dijo Bosch, que aquí no hay clase gobernante, ni clase dominante. Aquí lo que existe es una clase media indignada y, resulta que, en todas partes del mundo –y dominicana no es la excepción-, donde no hay clase dominante, ni clase gobernante, reina la pequeña burguesía. Esa pequeña burguesía ha dicho ya en las calles junto a las nuevas generaciones, los milenials, etc., que no quiere corrupción. Porque la corrupción endeuda el país, quita escuela, quita hospitales y degrada el sistema democrático. La pequeña burguesía desea estabilidad en democracia y con justicia social, por tanto, no va a permitir un nuevo borrón y cuenta nueva. Así como, no permitirá reforma tributaria en su contra para estabilizar las arcas públicas vaciadas por el danilismo y la cúpula empresarial cómplice.
Como dijo Juan Bosch, en sus manos no perecerá la democracia, la pequeña burguesía dice hoy que, tampoco en las suyas. De modo que Luis Abinader y su PRM, deben saber que la nación no permitirá la exoneración del danilismo. La gente desea una democracia funcional, operativa y con justicia social. La administración de justicia, si es tal, deberá colocarse a la altura de los tiempos.
Como los partidos políticos son parte de la defensoría de la democracia, es obvio que, como ha ocurrido en otros países, si el sistema de partido desea descalificarse, allá ellos, pero la nación no va a ceder un ápice en lo que es su voluntad de combatir la corrupción y viabilizar la democracia.
El PLD debería saber que, la lucha contra la corrupción, es el corolario natural de la pérdida de soberanía de los gobernantes a manos de los pueblos, es decir, desde que el rey Juan sin tierras, fue despojado del poder absoluto, esa experiencia se ha trasladado a todos los sistemas democráticos, en los cuales, los pueblos, en su calidad de mandantes, exigen rendición de cuentas a sus gobernantes. En el caso dominicano, la lucha contra la corrupción, no es un tema político sino un objetivo programático de la Constitución derivado de la aplicación pura y simple de los artículos 2, 146 y 148 de la misma.
El hecho de que ciertos ex gobernantes crean que pueden inducir a gobernantes en ejercicio a burlar esos artículos de la constitución, constituye una aberración que fue superada por el pueblo inglés en 1215. Por vía de consecuencia, no será la democracia criolla la que fracasará, sino la que tendrá éxito en su empeño de ejercer su condición de mandante poniendo límites al poder. No es la primera vez que el danilismo trata de burlarse de la constitución, ya lo hizo en 2015; fracasó en el mismo empeño en 2019 y fracasará también ahora porque el presidente Luis Abinader está decidido a pasar a la historia, como el estabilizador del principio democrático de limitar al poder en beneficio del pueblo y de la institucionalidad democrática. A sabiendas de que de no hacerlo, correrá la misma suerte de Juan sin tierras. DLH-27-12-2021