Proyecta hasta un 2,6% en 2022 sujet a riesgos a la baja, como la evolución de la pandemia o la inflación
EUROPA PRESS -El Banco Mundial prevé que América Latina y el Caribe experimente un crecimiento económico del 2,6% en 2022, lo que supone una corrección de 0,3 puntos con respecto a la última proyección realizada por la institución en junio.
Según el último informe de perspectivas globales macroeconómicas, la región concluirá 2021 con un crecimiento del 6,7%, impulsado por las condiciones externas favorables, como la fuerte demanda de destinos como Estados Unidos y China, y diversos acontecimientos relacionados con la pandemia, como es el repunte a finales de año de los casos de Covid-19 en la región.
Durante 2021, la inflación se ha incrementado en toda la región, y en la mayoría de los casos ha superado las metas establecidas por los bancos centrales. Este aumento se atribuye a la consolidación de la demanda asociada con la reapertura económica, al incremento de los precios de los alimentos y la energía, a las interrupciones en la producción de electricidad relacionadas con el clima y, en algunos países, a la depreciación de la moneda y los fuertes incrementos en la masa monetaria.
Algunos países como Brasil, Chile o Paraguay están sufriendo la peor sequía en décadas, por lo que necesitan utilizar combustibles fósiles más costosos para producir la electricidad que de forma habitual generan a partir de la energía hidroeléctrica.
En el año entrante las previsiones se han revisado a la baja por las expectativas de un endurecimiento de las políticas fiscales y monetarias, la demora en las mejoras en las condiciones del mercado laboral y unas condiciones externas menos favorable.
Para 2023, el Banco Mundial proyecta un crecimiento del 2,7% en la región, esto supone una revisión al alza de 0,3 puntos con respecto a la estimación de junio.
En este marco, la recuperación del Producto Interior Bruto (PIB) a niveles prepandémicos será desigual entre los países de la región y tardía en algunas economías. Con este panorama, la institución proyecta que la región latinoamericana y caribeña perderá terreno en el ingreso per cápita no solo en relación con las economías avanzadas, sino también con las de Asia oriental y las de Europa y Asia Central.
Por países, el organismo proyecta que la economía de Brasil se desacelerará, hasta llegar al 1,4% en 2022, mientras que el crecimiento de México disminuirá, hasta un 3% en 2022. Por otro lado, el Banco Mundial prevé que la economía argentina crezca un 2,6% en 2022, mientras que los fuertes rebotes cíclicos observados en Chile (2,2%), Colombia (4,1%) y Perú (3,2%) durante 2021 se debilitarán durante este año y nuevamente en 2023.
En Centroamérica, el crecimiento se mantendrá sólido durante 2022, en un 4,7%, debido a la mejora en las perspectivas respecto de la vacunación contra el Covid-19 y la entrada firme y continua de remesas. Asimismo, se espera que, en la mayoría de los países del Caribe, el crecimiento se acelerará en 2022 como resultado del repunte previsto en el turismo internacional.
RIESGOS A LA BAJA
Las perspectivas, no obstante, están expuestas a diversos riesgos de deterioro, entre los que se incluyen un aumento abrupto en la cantidad de casos de coronavirus, tensiones en la financiación y estrés relacionado con la deuda, y disrupciones provocadas por acontecimientos meteorológicos extremos y desastres naturales.
En este sentido, el Banco Mundial ha recordado que la prolongación de la recuperación en Latinoamérica y el Caribe dependerá en buena medida de la evolución de la pandemia.
Por otro lado, un deterioro repentino de la actitud de los inversores, especialmente en un entorno de alta inflación y cuantiosa deuda pública, podría generar dificultades para afrontar el servicio de la deuda y episodios de salidas de capitales.
En última instancia, el organismo ha advertido que las perturbaciones económicas relacionadas con eventos meteorológicos extremos, en parte vinculados al cambio climático, y otros desastres naturales, representan un riesgo significativo no solo para las perspectivas de crecimiento regional, sino también para la integridad y los medios de subsistencia de las personas que viven en la región.