Ojalá que, la Fitur 2022 sea la última feria turística en que los consumidores organizados queden fuera de eventos.
El gobierno del cambio respecto a su participación en Fitur 2022, no tuvo nada de original, ni nada diferente a otros gobiernos.
A no ser los cuantiosos gastos y la amplia delegación que asistió bajo la premisa de que República Dominicana fue coanfitrión o país invitado, honor que se traduce en una cuantiosa inversión en la más importante feria turística junto a la de Alemania e Italia.
El país desaprovechó la oportunidad de presentar una marca país auténtica debido a que el turismo dominicano tiene poco de dominicano, pues los principales resorts alimentan mejor a otras economías, particularmente a la española. Esto se debe a que nunca hemos sabido focalizar políticas, por ejemplo, hacia el consumidor o turista. Se entiende que el turista es un consumidor vulnerable cuyo desplazamiento dependerá d las políticas de protección que existan en el destino que lo acoge o que ha seleccionado.
Cuando un europeo pregunta por la protección del turista en territorio dominicano, le dirán que aplican aquí las reglas que haya asumido el tour operador que le introdujo en el país porque se a buscar protección en tanto y cuanto ciudadano del mundo individual o turista a secas, no encontrará nada aquí en su provecho.
Prueba de ello es que la amplia delegación dominicana en Fitur 2022 no tuvo un solo representante de Pro Consumidor y, tampoco de ninguna organización de protección al consumidor en ninguna de las ramas relacionadas con el consumo. Este es un tema que el país requiere abordar a la mayor brevedad, con profesionalismo, si realmente desea convertirse en una nación turística.
Un país donde rentar un auto resulta difícil, donde moverse a pie presenta no solo ciudades poco amigables con el transeúnte, sino inseguridad vial y un transporte público obsoleto, con taxistas poco amables frente al consumidor turista, no está cerca de ser un destino turístico gravitacional.La señalización vial es inexistente y la Policía Nacional carece del adiestramiento necesario incluso para manejar con los locales es indicativo de que falta mucho por andar.
Peor es el tema de la marca país, sabido es nuestra cultural, nuestra marca país. Pues, bien, en este plano, poco o nada se les ofertó en Fitur 2022 porque todavía la República dominicana no acaba de diseñar y mucho menos ejecutar un plan país donde los productos nacionales sean el norte de su actividad. Se sabe que la gracia económica del turismo reside en la capacidad que tenga el país como destino de ofertar novedades atractivas. Es decir, que la producción nacional pase a estar orientada hacia el consumidor turístico. Esto exige ciertos estándares de calidad que el Estado todavía no toma en cuenta.
Nos consta que, el presidente Luis Abinader, realiza esfuerzos para conseguir que cada empresa pública y privada, posean un departamento de calidad y de buenas prácticas comerciales, que se trabaja desde el Consejo Dominicano para la Calidad (Codoca), desde el Organismo Dominicano para la Calidad (ODAC) y desde el Instituto Dominicano para la Calidad (INDOCAL), con igual propósito, pero las entidades públicas y privadas todavía no se deciden a dar el paso necesario. A inicios del siglo XXI, se pensó que el DR-CAFTA conduciría necesariamente hasta estándares mundiales de calidad; sin embargo, el tiempo ha venido a demostrar que el Estado Dominicano fue el primero en no ejecutar la ruta trazada y que el sector privado nacional ha ido perdiendo espacio en razón de que antes que modernizarse, prefiere dejar a extranjeros esa responsabilidad tal y como ha acontecido en sectores de alimentos y bebidas como la cerveza, los rones, la confitería, etc.
Pro consumidor debería estar capitaneando estos esfuerzos porque, como se sabe, por virtud de la Ley 166-12, es el órgano de supervisión y de vigilancia dl mercado, pero no se da por enterado y se limita a una tímida política publicitaria que no se creen ellos mismos, porque no entienden lo que significa calidad y mucho menos el significado de buenas prácticas comerciales. Como tampoco saben que el turista es un consumidor necesitado de protección o, por ejemplo, que el turismo es un factor propiciador del desarrollo porque obliga a igual trato al nacional como al extranjero haciendo posible estándares de calidad y de buenas prácticas comerciales para todos. Es decir, enlaza en una única política pública al consumidor local con el consumidor internacional.
Así, el incidente reciente entre un turista ruso y un transportista local ocurrido dentro de un restaurants muestra la inseguridad reinante por doble partida, porque muestra que el lugar no estaba vigilado ni por seguridad privada ni por seguridad pública. De donde se infiere que los estándares locales en materia de seguridad personal, seguridad vial como en la calidad de los servicios sigue siendo precaria. Es decir, ni siquiera existe una conciencia turística que conduzca a atemperar ciertos actos de violencia.
Samaná es un destino turístico preferido por cierto tipo de turista y los turcos de verdad la han convertido en su meca, sin embargo, no existe una protección clara, ni siquiera la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) ha coordinado un plan efectivo, por ejemplo, para que los criollos de Samaná aprendan turco. En tanto y cuanto mecanismo comunicativo para liderar con la ola de nacionales del país frontera entre Asia y Europa.
El gobierno o bien las autoridades del Ministerio de turismo deberían poseer planes de integración de las organizaciones de consumidores para que se conviertan en veedores y observadores calificados del cómo operan nuestros polos turísticos. Esto pasa por incluirlas en las diversas ferias de turismo del mundo, a los fines de que su participación se constituya en un elemento propiciador de una conciencia turística nacional, pero a la vez, en un mecanismo de vigilancia de calidad y de bunas prácticas comerciales en materia de turismo.
Ojalá que, la Fitur 2022 sea la última feria turística en que los consumidores organizados queden fuera de eventos tan importante para nuestra industria sin chimeneas y para el desarrollo de una cultura conducente a calidad y buenas prácticas comerciales. Si la meta es que seamos una nación turística, el movimiento consumerista tiene mucho que aportar al respecto. Se sabe que el Observatorio Nacional para la Defensa del Consumidor (ONPECO) que dirige la líder consumerista Altagracia Paulino y la Fundación por los Derechos del Consumidor (Fundecom) que dirige el suscritollevan décadas trabajando como golondrinas solitarias en pro de este objeto haciendo los estudios pertinentes y contribuyendo en el desarrollo de una conciencia consumerista. Pero el Ministerio de turismo del pasado como el del presente, siguen sin darse por enterados de la relación primaria entre consumidor y turista. DLH-11-2-2022