Nobleza obliga. Por eso, aquí mismo cabe, con mucho gusto, esta aclaración de Miguelín Mena, a propósito del Fogaraté del pasado lunes: “Te confirmo que fui cancelado en Relaciones Exteriores de una manera que ya ni vale la pena recordar, pero no de la Escuela Diplomática -donde nunca desempeñé funciones, aunque fue mi último interés por esos predios-, sino de mi puesto como Ministro Consejero. Después de 17 años entre Alemania y Chile, mis deseos de concluir una obra sobre Pedro Henríquez Ureña me devolvió a lo más miserable de nuestro país. Vaya un abrazo largo”.