El discurso del Ejecutivo aludió al cuadro geopolítico mundial vigente, que, de no tomar otro rumbo, seguirá afectando y repercutiendo negativamente en el mundo.
Una de las virtudes más apreciables en el accionar de un líder político es saber comunicar su mensaje y actuar con transparencia ante el pueblo que lo ha elegido para que conduzca los destinos de la nación que representa.
El presidente Luis Abinader ha expuesto ante los miembros de la Asamblea Nacional, el 27 de febrero, en ocasión del 178 aniversario de la Independencia Nacional, su rendición de cuentas de la gestión que encabeza, y lo ha hecho hablándole con precisión a la sociedad dominicana.
Es un ejercicio democrático, de diálogo directo con el pueblo dominicano, que lo eligió como Presidente Constitucional en los comicios generales del 2020.
En la parte introductoria del mensaje hizo referencia a la dramática situación que ha enfrentado la economía mundial durante la pandemia del coronavirus y ahora por la guerra de Rusia y Ucrania.
Ambos eventos han incidido en la dislocación de la estabilidad socioeconómica de la gran mayoría de los países, específicamente en aquellos territorios de frágiles niveles de crecimiento y de un desarrollo todavía inconsistente.
El discurso del Ejecutivo aludió al cuadro geopolítico mundial vigente, que, de no tomar otro rumbo, seguirá afectando y repercutiendo negativamente en el mundo.
“La crisis militar desatada en Europa y que involucra a las grandes potencias mundiales hace que se incrementen las tensiones en todos los mercados, pero especialmente en los energéticos, de materias primas y financieros.
Esta es una realidad que no podemos obviar ni cambiar. Estamos ante la mayor acción militar en Europa desde la II guerra mundial. Esto está teniendo ya consecuencias negativas para todo el planeta y tenemos que prepararnos”, advirtió el mandatario.
La pieza oratoria de 58 páginas abarcó diversos aspectos entre ellos, temas económicos; programas de reformas institucionales, turísticos, medioambientales, internacionales, sociales, políticas institucionales, deportivos, académicos, asuntos de salud, producción alimenticia, edificaciones de obras, seguridad, política exterior y en particular, las relaciones dominico-haitiana.
Probablemente, uno de los aspectos que mayor atención genera entre la ciudadanía, es el manejo de los recursos públicos por parte de las autoridades, y, sobre todo, conocer en detalles lo que se hace desde el Estado para transparentar sus ejecutorias.
Sobre Impunidad
Abinader enfáticamente advirtió en su alocución, que: “Ya nadie se va a atrever a revertir el modelo de un Ministerio Público independiente. Esta es una conquista colectiva. No hay ya República de la impunidad. No hay país para corruptos”.
Se trata de un planteamiento trascendental que refleja el compromiso ineludible del presidente de la República por la decencia, pulcritud y manejo estricto de los fondos estatales, así como la defensa de un aparato judicial emancipado.
Otra reflexión importante fue la afirmación de que República Dominicana no cargará en sus hombros con las penurias de Haití, y la firme defensa de la construcción de la verja fronteriza, estructura de protección a la soberanía nacional.
El liderazgo opositor tiene legítimo derecho de discrepar en torno a los planteamientos del Ejecutivo, pero sin obviar la objetividad, que en la mayoría de los casos es pisoteada ante una frenética actitud premeditadamente dirigida, y que al final, obnubila la mente humana.
En ese contexto, la reacción sobre el discurso presidencial de representantes del Partido de la Liberación Dominicana y de la Fuerza del Pueblo se encasilla en la visión de la criticidad recurrente, de oponerse pura y simplemente.
Peor aún, de no apreciar nada positivo. La cultura del rechazo está impregnada en la ideología de los partidos de oposición en el país, que creen firmemente que solo se hace política oponiéndose a quien ostenta el poder.
Sin embargo, muchos enfoques desde el gobierno pueden servir para el debate, análisis y propuesta concreta sin tener que apelar a colocarse una venda en los ojos para ni siquiera apreciar las acciones positivas que salen en estos momentos desde el Palacio Nacional.
¿Por qué no abocarse a discutir el tema de la lucha contra la corrupción que tantos daños ha causado al país y que en parte es responsable de la pobreza que impacta a muchos dominicanos?
La cuestión medular debería ser que el Estado sea administrado desde la óptica de la transparencia para que cada peso que paga el contribuyente sea manejado celosamente. Solo así, alcanzaría el dinero para corresponder con las necesidades sociales de la población vulnerable.
Partidos Vs. Sociedad
Deberíamos concientizarnos sobre un hecho concreto: con los recursos del mismo contribuyente y de las fuentes de ingresos que sostienen el presupuesto nacional son pagadas las partidas asignadas a cada organización política reconocida por la Junta Central Electoral.
La burocratización de la política debería servir más que para propiciar una tendencia hacia la crítica sistemática y el proselitismo, para aportar ideas, contribuir con las campañas oficiales de alfabetización, de orientación de moral y cívica y de aquellos programas de conservación de los recursos naturales.
Si en verdad, luchamos por alcanzar un país mejor para todos, entonces el norte debe estar orientado al fortalecimiento de nuestra democracia e instituciones que la sustentan.
No sigamos simplemente sentados en la cómoda poltrona de la criticidad y de oponernos a todo sí o sí.
Artículo de Manuel Díaz Aponte