Era elemental la convocatoria al liderazgo nacional, fundamentalmente político, para afrontar de manera conjunta los terribles impactos locales de la delicada situación mundial.
Más que cuentas, aunque es importante un informe “final” sobre el manejo y efectos de la pandemia en el país, el presidente Luis Abinader estaba obligado ayer a formular un eficaz programa de contingencia capaz de amortiguar los impactos de la invasión militar rusa a Ucrania, otro capítulo de la confrontación de los principales actores políticos y económicos y que aturde y arrastra a los pequeños, siempre indefensos y vulnerables.
Abinader se aprestaba al optimista recuento del año anterior que pauta el 27 de febrero, aunque en medio de alzas de artículos de gran consumo y servicios, pero “la locura de la guerra”, como frasea el papa Francisco, cambió el libreto en las últimas horas.
El mandatario suspendió su participación en los actos oficiales que encabezaría el jueves y convocó a su gabinete a una reunión de emergencia para el urgente rediseño y la posterior reestructuración del discurso fijado para ayer ante la reunión conjunta de las cámaras legislativas.
Las decisiones y realizaciones del anterior y de este año, el gobierno las ha compartido con cierta frecuencia lo que facilitaba el compendio, para así pasar directamente a las durezas de la economía.
La inflación persistente, carestía de artículos de gran consumo y escalada en los precios del petróleo por las tensiones mundiales, previo a la incursión armada rusa en Ucrania, desplazó las discusiones sobre reformas, incertidumbre educativa y la preocupante inseguridad ciudadana. Reaparecieron las protestas populares.
La madrugada del jueves el mundo cambió y consecuentemente forzó a replantear las prioridades y a la reorientación del gasto público. En solo horas el petróleo superó la barrera de los 100 dólares el barril, en momentos en que el gobierno concienciaba sobre la imposibilidad de asimilar las sostenidas alzas.
La ampliación de los programas sociales debió figurar en la carpeta presidencial, así como reales protocolos de ahorros de los derivados de petróleo en dependencias gubernamentales y compromisos de los entes estatales y privados para contener el individualismo derrochador.
Los precios del transporte público han sido contenidos por acuerdos de las autoridades con gremios choferiles (empresariales) que reciben combustibles subsidiados.
Al momento de escribir este artículo, tarde del sábado, asumo que las autoridades estructuraron otras medidas más audaces y efectivas, pero que también se adelanten a evitar cualquier asomo de prácticas corruptas.
Era elemental la convocatoria al liderazgo nacional, fundamentalmente político, para afrontar de manera conjunta los terribles impactos locales de la delicada situación mundial.
Podría dificultar entendimientos sinceros la extemporánea campaña electoral que enfrenta al partido de gobierno con los opositores en diferentes escenarios.
Muchos opositores, al recordar experiencias pasadas, siempre recelan de medidas oficiales coyunturales que satisfagan amplios grupos humanos, que posteriormente puedan expresar agradecimientos convertidos en votos. Ambos corren riesgos: unos de ser tildados de mezquinos y otros acusados de abusar de las necesidades humanas.
Salvadas las diferencias y contextos, unos afectados en la gestión de gobierno y otros beneficiarios de la desgracia: Trujillo y el ciclón de San Zenón, Balaguer y la Revolución de Abril, Antonio Guzmán y los huracanes David y Federico, Leonel y el ciclón George, entre otras situaciones.
Abinader no ha tenido tiempo de celebrar el regreso de los blancos, después de 16 años ininterrumpidos de los morados, debido a un virus que lo debilitó personalmente en la campaña electoral y que luego desvirtuó significativamente su gestión de gobierno, forzándole a un inenvidiable lugarentre los mandatarios que más han tomado préstamos internacionales.
Ahora, aun presente el Covid-19, estalla una guerra convencional que desordena el mundo y asfixia a los pequeños hasta forzar la intubación…