Doral, Florida, Estados Unidos. Palabras centrales: Festival Dominicano en Doral, Día de la Independencia de la República Dominicana.
Felicidades Familia Dominicana y comunidades hermanas. Gracias a la Ciudad de Doral por apoyar esta iniciativa de la Vicealcaldesa, nuestra Digna Cabral. Gracias a todos por venir a compartir en familia, este gran día, físicamente lejos de Quisqueya, pero emocionalmente inmerso en ella.
Hoy los dominicanos festejamos nuestra independencia nacional. Un espacio de reafirmación de la dominicanidad y todo lo que ella representa. La compasión por encima de la controversia. La colaboración por encima de la crisis. Y la comunicación por encima de los colores.
Pero déjenme confesarles a ustedes, comunidades hermanas que están con nosotros hoy. Los dominicanos, que a diario hacemos patria en casa ajena, nunca hemos esperado que llegue el 27 de febrero para celebrar la independencia de nuestra Patria tricolor. Los dominicanos siempre la hemos celebrado esa fecha de manera diaria, con la alegría y la sonrisa que nos caracteriza. Y con el optimismo de nuestras acciones y la esperanza de nuestras ilusiones. Ya sea ondeando la bandera en un desfile o un juego de béisbol, bailando una bachata o disfrutando un sabroso mangú. Nosotros como dominicanos, ya sea que residamos en la isla, o los que vivimos aquí en los Estados Unidos, siempre hemos celebrado la independencia y las virtudes que nos cedieron esos próceres, a diario y en cada una de nuestras faenas.
Y aunque bien estamos congregados aquí para celebrar el 178vo aniversario de la Independencia de la República Dominicana, hoy también estamos aquí para celebrar nuevas liberaciones, como pueblo valiente, trabajador, de sudor en frente y de llama en el pecho, orgullosos de lo que su nación de origen y su independencia representan.
Liberación que agasajamos, además, por ser la única democracia latinoamericana con más de cinco décadas de transición presidencial ininterrumpida. Por ser la única economía latinoamericana con más de 20 años de crecimiento económico continuo. Y porque no. Por ser, además, el mejor ejemplo de recuperación de una nación de las garras de la pandemia del COVID. Esa y las antes citadas, son también, independencias que muchas naciones desearían.
Pero hay más. Hay más manumisiones que hemos logrado. La más evidente y la que tenemos frente a nuestros ojos. Desde hoy ser una diáspora que se encamina a ser el tercer grupo inmigrante latinoamericano de mayor población, de mayor poder económico y de mayor influencia política de los Estados Unidos. Esa es una independencia que muchas comunidades inmigrantes desearían.
Incluso, para sumarle a ello, de las más de 100 comunidades inmigrantes que llaman Estados Unidos su hogar, es la nuestra, la que posee mayor influencia sobre su nación de origen. Esa es una independencia que muchas diásporas desearían.
También estamos en buen momento como comunidad inmigrante. Incluso aquí en la Florida, estamos a punto de dar un gran salto, social y políticamente, en las plazas que definen el poder en esta gran península. Por ello es tan importante el que nos apoyemos uno a los otros. Encontrar aquellas cosas en las que coincidimos para fortalecerlas y trabajar en aquellas cosas que discrepamos para superarlas.
Hermanos y Hermanas. Familia dominicana. La independencia fue posible porque los hombres y las mujeres que la lograron, aquellos que conformaron La Trinitaria, siempre estuvieron de acuerdo en que, la causa estaba por encima del deseo personal. Y, sobre todo, lo lograron, porque estaban dispuestos a escucharse entre sí. Sobre todas las cosas. Escuchar por encima de las disputas ideológicas del momento, los sacrificios personales y las luchas internas por un poder sociopolítico que apenas nacía.
Juan Pablo Duarte, nuestro magno prócer, muere viviendo en el exilio en Venezuela, en lo que pudiéramos llamar conceptualmente, la primera diáspora dominicana. Allí tenía ya unos veinte años, como muchos de ustedes tienen sin ir o vivir en la Patria. Y allá, en la cobija de la incertidumbre, Juan Pablo Duarte prácticamente moriría ajeno a que, poco después de morir, se le honraría juntamente con Matías Ramon Mella y Francisco del Rosario Sánchez, con el título de Padres de la Patria.
Muchos debaten sobre sí, a pesar de Duarte estar fuera del país por más de dos décadas, aún era digno de esa designación. Soy de los que piensa, y creo que ustedes aquí hoy, puede que me entiendan perfectamente cuando digo que, él tuvo que partir de la nación que soñaba, para asegurar que está fuera realidad. Sin darnos cuenta, nosotros, a diario, estamos repitiendo esa historia. Haciendo lo mismo que hizo Duarte.
Y aunque pudiéramos creer que en realidad vinimos a América para obtener una mejor vida para nuestros familiares y nosotros, la realidad es que, vinimos a América para tener una mejor República Dominicana. Sin darnos cuenta, nos hemos convertido en los nuevos miembros de una nueva Trinitaria.
Como lo fue en aquel entonces o como lo es ahora, la dominicanidad nunca ha estado sujeta a los arrecifes que la definen en un mapa. Lo supo Duarte. Lo sintió Juan Bosch. Lo pensaba Balaguer. Y lo confirmó Peña Gómez. Cada uno teniendo que vivir fuera de su nación de origen, en algún momento de lucha ideológica o patriótica.
Aquí. Entre nosotros. Está el mayor patrimonio de la dominicanidad. Aquel que ha sabido guardar sus mejores valores y mayores predicados tesoros. La honra, la gallardía, el peso de la palabra y la compasión. En fin, el presente y el futuro de la Patria. Aquí. En cualquier rincón de los Estados Unidos. Entre los más de dos millones que nos sentimos y nos definimos como dominicanos, está la esperanza de nuestra nación. Tal como lo sentía Duarte, cuando murió fuera de ella. Afuera más que dentro de ella, estuvo, y hoy nueva vez está su esperanza.
Más allá de la 178va independencia que debemos conmemorar hoy, también debemos celebrar, que en lo adelante conviviremos en coherencia. Tal como los Trinitarios. En cofradía con compromiso. Tal como los Trinitarios. En colaboración con la comunicación. Tal como los Trinitarios. En compasión por encima de toda posible controversia. Tal como los Trinitarios. En conexión con tu comunidad y con los tuyos. Tal como los Trinitarios. Orgulloso de tu independencia y de ser dominicano.
Porque solo así, asumiendo que somos los nuevos Trinitarios de Quisqueya, es que podremos honrar esta fecha, y con ello, aceptar que la nación con la que Duarte y los próceres soñaron aún existe.