Cuando escucho largo y tendido, como ayer, a Olga Guillot con su repertorio romántico sin desperdicio; con su estilo tan sinceramente apasionado; con su voz proyectada a todo lo alto con tan bellos matices; con sus vivencias auténticas contenidas en los versos que entona; con su teatralidad sin desperdicio; con su capacidad de llegar hondo a los sentimientos de quien la escucha…Cuando la oigo así, como ayer, comprendo perfectamente por qué Fidel Castro en muchos ratos libres se dedicaba a escuchar a esta enemiga de la Revolución Cubana, y siempre advertía, para asombro de muchos de los suyos: “¡Cuidado quien me quita a mi gusana preferida!”