Las Estados Unidos acaban de anunciar que no comprarán más petróleo a Rusia
Los Estados Unidos de América vuelven a demostrar porqué son la potencia mundial, siempre tienen un as debajo de la manga y sorprenden a la audiencia con nuevos trucos que nos dejan boquiabiertos y estupefactos.
Su insistencia en reclutar a Georgia y Ucrania para que formen parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte ha empujado a los rusos, con razón o sin ella, depende del color del cristal con el que se mire, a lanzar una invasión sobre los ucranianos para detener su acercamiento a Europa y su inminente afiliación a la OTAN, organismo enemigo acérrimo de la República Federativa Democrática de Rusia.
Las fatales consecuencias de esta acción no se han hecho esperar. Lo primero y más doloroso es la pérdida de vidas de ciudadanos que hace un par de semanas, llevaban una vida normal, de rutinas diarias, sueños y proyectos como todos nosotros. Lo segundo es la desaceleración de la economía mundial, luego de una casi total paralización por culpa de la pandemia del covid-19.
El petróleo, motor principal para mover esa economía, se ha encarecido luego de las sanciones impuestas a Rusia, tercer productor mundial del crudo. El encarecimiento de este combustible arrastra consigo casi todos los demás productos, comenzando por la gasolina y el Diesel.
Las Estados Unidos acaban de anunciar que no comprarán más petróleo a Rusia y los aplausos de algunas focas políticas no tardaron en resonar en el ambiente internacional. Las reacciones a este anuncio no se han hecho esperar, se desplomaron las bolsas de valores a nivel mundial y el alza de los precios ha sido vertiginosa.
Aquí viene la magia americana. Los Estados unidos le piden a la Unión Europea que los acompañen en el veto a las compras de petróleo y gas a Rusia, pero resulta que en ese continente hay países como Bosnia-Herzegovina, Macedonia del norte y Moldavia que dependen de un 100% de los combustibles rusos, otros, como Alemania, su dependencia es de 49%, en fin, más de dos docenas de naciones europeas tienen la necesidad en mayor o menor medida, de utilizar el combustible ruso.
Los Estados Unidos de América, mayores productores mundiales con alrededor de 15 millones de barriles diario son a su vez los mayores consumidores con poco más de 20 millones al día. Por lo cual tienen la necesidad de importar el carburante faltante, sus principales proveedores son Canadá, México, Arabia Saudita y Rusia. La cantidad de petróleo que ellos importan desde Rusia es poco menos de un millón de barriles, que es, por “coincidencias” la producción venezolana en la actualidad, de ahí el apresurado viaje de una comisión de alto nivel del departamento de Estado a la nación del libertador y las conversaciones para reestablecer la normalidad en sus relaciones y quitarles el embargo. En estas circunstancias y con la crisis que está atravesando la nación suramericana, precisamente por este bloqueo, criminal e injusto por demás, el presidente Maduro le dirá a su amigo Vladimir Putin, remedando al ex primer ministro Lord Palmeson, Venezuela no tiene amigos ni enemigos. Venezuela tiene intereses.
Si los países de la Unión Europea acogen la petición de los Estados Unidos y suspenden la compra de gas y petróleo ruso, los americanos harían uno de los más espectaculares movimientos políticos y económicos de la historia. Pondrían la economía rusa en una situación desesperada y la invasión a Ucrania estaría al borde del fracaso por falta de fondos para mantener un ejercito en guerra u ocupación.
Por otro lado, los países europeos tendrían que buscar en otros mercados el combustible que dejarían de comprarle a los rusos. Uno de esos proveedores seria, adivinen, los Estados Unidos de América.
¡Capicúa!