Ningún miembro de este grupo apoyó a Rusia el 2 de marzo, cuando en una sesión de emergencia la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la resolución que condena su agresión militar a Ucrania y exige el inmediato retiro de su territorio.
RÍO DE JANEIRO – Además de las crisis que desató al invadir Ucrania, como la energética, la humanitaria y la de seguridad nuclear, Rusia impone a los BRICS dilemas que pueden disolver ese grupo de países carente de identidad desde su comienzo en 2006.
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica componen el grupo identificado por la sigla de las iniciales de sus países. Ningún miembro apoyó a Rusia el 2 de marzo, cuando en una sesión de emergencia la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la resolución que condena su agresión militar a Ucrania y exige el inmediato retiro de su territorio.
Brasil votó a favor, mientras China, India y Sudáfrica se abstuvieron. Pasó lo mismo en el Consejo de Seguridad el 25 de febrero, donde Rusia ejerció su poder de veto y Sudáfrica no tiene asiento entre los miembros rotatorios de la máxima instancia política de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El BRICS “nunca tuvo convergencia de objetivos o propuestas para el mundo” y por eso “acabó, aunque no desaparezca formalmente”, apuntaló el diplomático Paulo Roberto de Almeida, autor de más de 40 libros sobre la historia y los temas de la política exterior brasileña.
El intento de constituir un bloque de países emergentes nació de un “error conceptual”, según Almeida. El origen es un estudio del economista-jefe del banco estadounidense Goldman Sachs, Jim O’Neill, publicado en 2001, sobre el crecimiento económico de los BRIC, sin Sudáfrica, que solo se incorporó al grupo en 2011.
“Pero era sobre oportunidades de inversiones en cuatro países que parecían destinados a un rápido proceso de crecimiento, pero individualmente, nada de asociación política o diplomática”, recordó el diplomático a IPS desde Brasilia.
¿Reservas de contingencia para Rusia?
De todas maneras, el mecanismo de cooperación y consulta política, que nunca se formalizó como bloque con estatutos y secretariado, creó en 2014 su Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y un Arreglo Contingente de Reservas (ACR), para un apoyo mutuo en caso de crisis en la balanza de pagos de cualquiera de sus miembros.
¿Qué pasará si Rusia, ahora bajo sanciones occidentales que bloquearon gran parte de sus reservas internacionales, recurre a ese mecanismo y solicita la ayuda a que tiene derecho según el acuerdo firmado por los Bancos Centrales de los cinco miembros del BRICS?
“¿Cómo reaccionaría especialmente el gobierno brasileño? ¿Dejaría el BRICS, perdiendo lo que ya aportó?”, se preguntó el economista Adhemar Mineiro, asesor de organizaciones sindicales y no gubernamentales y uno de los coordinadores de la Asociación Brasileña de Economistas por la Democracia.
Esa puede ser la prueba de fuego del BRICS, el dilema entre cumplir el compromiso del ACR y desafiar el Occidente y sus sanciones financieras a Rusia.
Por los aportes iniciales acordados, Rusia tendría derecho a 18 000 millones de dólares que fue su contribución al mecanismo, suma idéntica a las de Brasil e India. China aportó 41 000 millones de dólares y Sudáfrica 5000 millones.
El presidente de China, Xi Jinping, durante su participación en la 13 Cumbre del BRICS, en noviembre de 2021, que se desarrolló en forma virtual por la pandemia de covid. El grupo está estremecido por la invasión de Rusia a Ucrania, que desató una devastadora guerra desde el 24 de febrero y que pone su sobrevivencia en duda. Foto: CGTN
China se afianza
“En caso de dificultades financieras el camino natural de Rusia sería buscar la ayuda de China, no del BRICS”, razonó Fernando Ribeiro, economista del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea, en portugués), una fundación pública vinculada al Ministerio de Economía.
Las votaciones en la ONU indican que sería muy difícil un consenso entre los cuatro socios del grupo y 18 000 millones de dólares sería muy poco para las eventuales necesidades de Rusia, argumentó.
Además hay la alianza sinorusa “sin límites” firmada por Xi Jinping y Vladimir Putin el 4 de febrero en Beijing, para cooperación en todas las áreas, dentro de medidas adoptadas en la antesala de la invasión rusa a Ucrania, comenzada el 24 de febrero.
Hoy es evidente la prioridad que concedió Rusia a las inversiones militares, que alcanzaron 4,26 % de su producto interno bruto (PIB) en 2020, según datos del Banco Mundial divulgados por el diario español El País el 2 de marzo. Mientras, la Unión Europea (UE) invirtió solo 1,3 %, encabezada por Francia con 1,9 %.
Tales datos y los hechos actuales, como las estupefactas reacciones al ataque ruso y a la fuga ya de más de dos millones de ucranianos en los 14 primeros días de la guerra, demuestran que los europeos no se prepararon para las acciones anunciadas por Putin, sostuvo Ribeiro a IPS desde la ciudad de Vassouras, a 120 kilómetros de Río de Janeiro.
Consolidarse como potencia militar, con una economía de tamaño medio, como Rusia, “solo es posible con el apoyo de una gran economía, China en ese caso”, y esa fue la vía elegida para su “reubicación en el tablero internacional”.
En cambio, la China de Xi Jinping adoptó “una estrategia económica para proyectar su poder en el mundo y la Nueva Ruta de la Seda es un ejemplo para hacerlo en el centro de Asia, Europa, África, hasta en América Latina”, comentó Mineiro.
Nuevo orden internacional
Evandro Menezes de Carvalho, profesor de Derecho Internacional en la Fundación Getulio Vargas, tradicional centro de estudios de Río de Janeiro donde coordina el Núcleo de Estudios Brasil-China, cree que el BRICS sobrevivirá a ese “momento crítico, porque los tres principales actores asiáticos mantienen cierta armonía”.
“Rusia se vuelve paria pero solo en el mundo occidental” y el BRICS es un movimiento de los países emergentes “no occidentales”, de que hace parte Brasil, por “mayor participación en los procesos de decisión internacionales”, que ya resultó en la ampliación del Grupo de los Siete (G7) países más ricos con el Grupo de los 20 (G20), donde están grandes países industriales y emergentes, analizó
En su análisis, “está en curso una reestructuración del poder internacional”, ante una “crisis de legitimidad de los organismos internacionales y del multilateralismo”, de la que es consecuencia y expresión la guerra en Ucrania.
“Las potencias del siglo XX está en decadencia y China en ascenso, con crisis de la democracia en Estados Unidos y otros países occidentales, los estándares de conducta que sostuvieron el orden internacional están en jaque, así también en BRICS”, resumió.
La situación tiende a empeorar con las tensiones que no se limitan a Rusia, con las viejas potencias amenazadas ante una China en expansión, la reacción de las potencias occidentales y la respuesta de los emergentes, evaluó en entrevista con IPS en Río de Janeiro. También se suma la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Esas contrareacciones son distintas, comprenden la de Rusia, que “violó el derecho internacional al invadir otro país y sufrirá sus consecuencias”, a “la pasividad, casi sumisión” de Brasil que acepta un papel secundario y la de China que busca “vencer las resistencias con el tiempo, defiende el multilateralismo y una economía global”.
El BRICS nació en el contexto de la crisis financiera global de 2008-2009, iniciada en Estados Unidos, mientras las economías del grupo crecían. “Sus miembros tienen en común grandes territorios y población numerosa, además de papeles relevantes en sus regiones”, destacó Carvalho.
Pero los 10 últimos años contrastan con los avances anteriores. “Brasil sufre una crisis económica y política, en 2018 elige presidente al ultraderechista Jair Bolsonaro alineado a Estados Unidos y hostil a China”. El desinterés se reflejó en la 11 de las 13 cumbres celebradas hasta ahora por el grupo, realizada en 2019 en Brasilia, que fue “casi clandestina”, recordó.
En su visita a Rusia y su encuentro con Putin, el 16 de febrero, cuando ya se daba la invasión a Ucrania por hecho, Bolsonaro ni siquiera habló del BRICS, solo trató de temas bilaterales. Una actitud “egoísta, mezquina”, definió Carvalho.
Pero aun así, se creó el banco del BRICS en 2014, se mantiene varias iniciativas de cooperación, en la producción de vacunas y en otras áreas, como la financiera, la energética, de seguridad alimentaria y empresarial.
El Nuevo Banco de Desarrollo tiene su existencia propia, sirve principalmente a los intereses de China, en su expansión fuera de Asia, y es independe del foro BRICS, matizó Almeida.
Podría repetir el caso de la CAF, antigua Corporación Andina de Fomento renombrada Banco de Desarrollo de América Latina y con peso importante en la financiación al desarrollo regional. Su creación fue dentro de la Comunidad Andina, hoy un grupo de integración fragmentado e irrelevante.
Publicado originalmente en Ipsnoticias.net