Precisamente, hoy se comenta bastante sobre las noticias falsas que son infiltradas en acontecimientos importantes, de sumo interés para la humanidad.
Las “fake news” (noticias falsas) consisten en un contenido pseudo periodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales y cuyo objetivo final es la desinformación.
Se trata de una información fabricada deliberadamente para engañar e inducir a terceros a creer falsedades o poner en duda hechos verificables.
Las fake news siempre han existido, pero hoy en día se han visto manejadas por un ejército de mentes maliciosas que frecuentan sin ningún control las redes sociales. Para muchos estudiosos, ese fenómeno ha transformado el periodismo, ya que le plantean un reto en la medida en que no resulta evidente distinguir lo que hay en ellas de verdadero y falso.
Lo real es que esas cosas contribuyen a confundir a los lectores y crear una pésima imagen del periodismo responsable que no se dejan confundir y se mantiene alerta confirmando ese tipo de informaciones.
Precisamente, hoy se comenta bastante sobre las noticias falsas que son infiltradas en acontecimientos importantes, de sumo interés para la humanidad, como son los políticos, los avances científicos o movimientos sociales, el escenario de los espectáculos artísticos o deportivos. Por lo visto, nadie escapa a esa bellaquería.
¿Cuántas veces hemos visto publicar noticias en las redes sociales sobre el fallecimiento de alguien, que luego son desmentidas por los familiares o declaraciones falsas atribuidas a líderes políticos en el poder en plenas actividades electorales? Las imágenes de fotografías y vídeos retocados se viralizan causando el pánico general.
Ese recurso es manejado por las agencias gubernamentales de inteligencia de las grandes naciones para justificar la incursión en territorios de otras y apropiarse de sus recursos mineros. También lo emplean los partidos políticos de la oposición para desmeritar la labor del partido gobernante.
Las noticias engañosas estarán en vigencia por largos años. Funcionaron a la perfección en antiguos conflictos bélicos, como el que enfrentó Vietnam del Sur, de tendencia pro occidental con Vietnam del Norte, de ideología comunista, entre 1955 y 1975. Fue una eventualidad que provocó la intervención de cerca de 40 países y uno de los más recordados del período de la Guerra Fría. Fue conocida en Vietnam como “Guerra de Resistencia contra Estados Unidos”. Se calcula que murieron en total entre 966 000 y 3 010 000 vietnamitas. Estados Unidos contabilizó 58,159 bajas y más de 1,700 desaparecidos.
A mi mente llega un ejemplo de fake news y ocurrió tras la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001 que dejó un saldo de 2.996 muertos y 25.000 heridos.
Horas después que los terroristas estrellaran los aviones contra el simbólico edificio, los medios de comunicación del mundo occidental divulgaron un vídeo en el que aparecían unas personas del Medio Oriente celebrando en las calles con banderas y gritos. Los periódicos y la televisión hicieron creer que estaban celebrando la destrucción de las torres. Luego se determinó que el vídeo fue grabado en el 1979 (no en el 2001) mientras un grupo de palestinos festejaban el asesinato de civiles israelíes.
En esa ocasión, Estados Unidos se inventó la falsedad de la supuesta existencia de armas químicas en poder de Saddam Hussein, pero no hubo tal cosa. La táctica era convencer al mundo de que Hussein estaría involucrado en el ataque a las torres gemelas y que era un peligro para los estadounidenses y países aliados. Esa propaganda mediática tuvo un resultado funesto, pues el 30 de diciembre del 2006, con 69 años de edad, murió ahorcado tras ser sentenciado por la justicia de Irak por crímenes contra la humanidad. Apenas pudo gritar: “¡Muerte a Estados Unidos! ¡Muerte a Israel!”
En el caso del conflicto bélico Rusia y Ucrania se han dado situaciones similares. Algunos periodistas, comunicadores y manipuladores profesionales que hacen causa común y de solidaridad con el pueblo ucraniano se han valido de esas herramientas comunicacionales para tergiversar los hechos.
El periódico BBC News Mundo publicó, el 3 marzo 2022, que a medida que avanza, audiovisuales engañosos continúan haciéndose virales. Presentaron algunos medios las imágenes de una explosión de gas que ocurrió en el año 2018 en Magnitogorsk, que no se corresponden con las de la destrucción de ahora de un edificio residencial en la ciudad Járkiv. Indica que gran parte de estas afirmaciones falsas fueron hechas por una variedad de cuentas pro Rusia.
En otro caso, dos fotógrafos tomaron imágenes de una mujer con vendajes en la cara y la cabeza, que las atribuían a los bombardeos rusos. Estas fotos aparecieron en sitios web y portadas de periódicos de todo el mundo. Ambos fotógrafos confirmaron que las fotografías fueron tomadas semanas antes de iniciarse el ataque militar, el 24 de febrero de 2022, contra Ucrania, un hecho que fue confirmado por los metadatos de las imágenes que muestran la fecha de creación, según comprobó el equipo de verificación de datos de la BBC, Reality Check.
Hay muchos más ejemplos significativos como el de una imagen que muestra a dos niños despidiendo a un convoy de las fuerzas ucranianas y que ha generado millones de reacciones y ha sido ampliamente compartida a través de las redes sociales.
Fue tuiteada por el congresista estadounidense Adam Kinzinger y el ex primer ministro sueco, Carl Bildt, entre otros. Pero la imagen era antigua: se publicó por primera vez en el 2016 y fue tomada por un fotógrafo voluntario del Ministerio de Defensa de Ucrania que luego fue despedido por acusaciones de que había hecho montajes con algunas de sus fotografías de guerra.
La reportera especialista en desinformación de la cadena BBC, Marianna Spring, explicó que para diferenciar lo verdadero de lo falso de ese tipo de información es preciso fijarse en la calidad de las imágenes, como buscar pistas en los videos que te digan, por ejemplo, cómo es el clima y dónde fue filmado. Asimismo, aconseja hacer una pausa si estamos viendo contenido que nos perturba e inquieta, y asegurarnos al cien por cien de que es real antes de compartirlo.
Mientras, continuaremos conviviendo esa acción irresponsable e incontrolable. Lo razonable es leer las noticias con extremada precaución para no hacernos cómplices de esa práctica perversa.