Volviendo al tema del discurso político de Platón, se tiene que en una democracia, todos tienen derecho a la palabra.
La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la Primada de América, se encuentra inmersa en un proceso electoral que habrá de dotarla de nuevas autoridades, a partir del día 15 de junio del año en curso. Esta alta casa de estudios es un laboratorio político en el cual se pueden someter a análisis diversos discursos políticos. Con base, se nos ocurre, a lo que Platón llamaba parrhesía, el hablar con franqueza al momento de decir la verdad y nada más que la verdad.
Es decir la verdad, consiste en practicar la parrhesía, al momento de hacer discursos con ofertas electorales programáticas. Para comprender lo que se desea significar, se debe partir, del hecho de que la composición social del personal uasdiano está integrado, esencialmente, por maestros. Es decir por un sector profesional homogéneo sobre el cual descansa la obligación no solo de elegir sino de elegir bien. Para bien elegir, se debe comprender bien el discurso de cada candidato.
Cabe preguntar ¿por qué en un sector que se lo supone homogéneo la verdad en una campaña electoral, puede estar en peligro? La respuesta viene dada por el hecho de que esa pequeña burguesía que ocupó tanto tiempo a Juan Bosch, no es homogénea, la integran más de seis capas, por tanto, sus fines son diversos. Puede afirmarse que, hubo una primera época en que las ideas eclesiásticas fueron dominantes, lo cual significa que no había debate de ideas sino que el discurso oficial eclesiástico, se imponía de arriba hacia abajo; otro en que la dictadura de Trujillo, se ocupó de crear una academia laxa, adornado por ideas de modernidad tomadas de los modelos de la mejor tradición europea sobre la materia, esto es: de la tradición resultante de la Revolución Francesa de 1789 y, por último, la apertura democrática y el movimiento renovador que generó copia de modelos similares de Latinoamérica. Pero que, poco a poco, fue tomado por ideas hegemónicas, en principio castristas-foquitas y luego marxistas; hasta diluirse en populismo primero y clientelismo ahora.
En este contexto, se debe determinar, el modelo político a implementar, según el contenido de cada discurso porque como se sabe, el populismo y el clientelismo están ya agotados, en razón a los cambios tecnológicos que la inteligencia artificial está provocando en el modelo de universidad preexistente a los cambios y que obligan a transformar el modelo de universidad que data de la Edad Media. Desde que Goebbers inventó la propaganda, se ha establecido que la verdad no es un elemento esencial de las campañas, ni del contenido de los discursos, sino que opera a la griega: domina el arte de persuadir mediante diversas estratagemas. Esto conduce, a erigir en profeta a Robert Green, quien con su libro Las 48 leyes del poder, exhorta a cada candidato, a mentir, a que persuada, con tal de que logre el fin de ganar las elecciones de que se trate. Así, desde los Nazis, la mentira es el norte de toda campaña electoral. En el caso de la UASD, la mentira se palpa en el hecho de que el discurso de Platón, se encuentra ausente. Es decir, el gobierno de los optimus, de los mejores, ya no cuenta porque la meritocracia ha sido sustituida por el grupismo y el clientelismo populistas. Es decir, el discurso académico modélico es el que ocupa los cristales de los carros de conchos y de las guaguas voladoras.
En fin, el discurso actual en la UASD, hunde sus raíces en objetivos político-partidistas, de grupos con incidencias al interior del Ama Mater, en intereses creados, por exclusión del mérito académico. Esto es, el pensamiento se ha masificado por intermedio de nociones mercantilistas que ven en la academia, modos de acumulación originarias que, ya llevan un averaje de más de una cincuentena de nuevas “altas casas de estudios” que, están imponiendo su impronta a la UASD con el padrinazgo del empresariado y del gobierno, bajo lo que eufemísticamente se denominada planificación nacional para el desarrollo de la “Agenda XXI.”
Volviendo al tema del discurso político de Platón, se tiene que en una democracia, todos tienen derecho a la palabra; este razonamiento, propio del régimen democrático, implica que los méritos y las jerarquías académicas han desaparecido, por lo que, optimus y no optimus concurren por igual al mercado electoral. En este contexto, la verdad ha desaparecido de todos los discurso, la única manera de recuperarla es haciendo que gobiernen los académicos mismos. Es decir, aquellos que cuentan con los méritos intelectuales necesarios y suficientes para trabajar en pro del saber y no en egos o megalomanías personales o intereses grupales, ni en la tradicional apetencia pequeño burguesa por trepar a posiciones que le garanticen cierto estatus porque esto no es función de una academia real, como no lo es tampoco el clientelismo.
Sin embargo, se debe recordar el discurso de Pericles, de acuerdo con el cual, solo existe democracia allí donde la mayoría es capaz de distinguir el discurso falso del discurso real. Esto es: que el hablar franco, la verdad, debe prevalecer sobre otras consideraciones. Todos tienen su propia verdad conforme a sus intereses particulares, pero todos tienen por igual, la obligación de defender el interés general. Sin esto, no se puede hablar de democracia o, lo que es lo mismo, la democracia interna está en peligro dentro de la UASD, amenazada por sus propios integrantes. La tradición de que aquel que se encuentra en el seno del gobierno central debe abstenerse de participar del discurso político de la UASD, porque su rol es integral a uasdianos a su gobierno, ha sido sustituido por lo inverso, desde el gobierno se trata de controlar el discurso académico de la institución para fines particulares o extraños a la academia; pero lo extraño de este cambio es que, al parecer, cuenta con adeptos, por tanto, pocos cuestionan su falsedad.
De modo que el tema se reduce a tres posturas propia de la democracia, a saber: la parrhesía, el hablar franco, tiene como en las dictaduras, consecuencias, por tanto, nadie está seguro de nada y todo puede ocurrir; la mentira se aposenta en forma de propaganda o como falso discurso; y tres, al profesorado toca separar el arroz de la paja. Estos es: determinar si desea que el gobierno sea de los optimus como entendía Platón o, si por el contrario, entiende que desea un gobierno de los peores. Es decir, un discurso en donde todos dicen sus verdades parciales, propia de su segmento o, si por el contrario, se inclinaran por una verdad basada en el interés general, en el interés institucional.
El gobierno mismo, sus parciales y sus aliados, deben razonar, si desean un modelo clientelar que demande recursos, no para la finalidad académica sino para cumplir el ego personal de ciertos personajes en desmedro de la institucionalidad democrática. Ciertamente, la perversidad de la repostulación presidencial radica en este punto, pues buscando la reelección, se puede caer en desastres que no hacen más que desacreditar el sistema democrático. Tal y como ocurrió en la antigüedad, donde la falta de igualdad y las apetencias desmedidas, la muchedumbre, se hizo con el poder haciendo sucumbir la república, la academia. Lo que es posible, ya que la alianza público privada que se promueve desde el poder, podría allanar el camino hacia la privatización de la academia. Es decir, hacía un fideicomiso en tanto y cuanto incapacidad para auto gerenciarse. DLH-17-4-2022