No nos desviemos en criticar y lanzar dardos contra un ciudadano tan parecido a la idiosincrasia del pueblo dominicano.
Los espacios privados en la vida de un ser humano merece respeto y nadie tiene potestad ni derecho a inmiscuirse en esos asuntos. Aún más, en la vida ajena de una persona adulta no se debe meter la cuchara.
Si la vida es muy corta en los seres humanos y las plantas son mucho más resistentes que nosotros, ¿por qué nos agobiamos tanto? ¿Por qué llevar la vida ajena y mejor ocuparnos de la propia?
Las imágenes del carismático y próximo Salón de la Fama en Cooperstown a bordo de un four Wheel junto a una elegante joven paseando por la playa de Las Terrenas, Samaná, proyectan el legítimo derecho que tiene al esparcimiento y diversión. Igualmente, como lo hizo, a jugar una partida de dominó entre sus cercanos y a reír de buenas ganas.
Así como los seguidores de la pelota aplaudimos su esplendorosa carrera iniciada en el país en el conjunto de los Leones del Escogido para posteriormente trascender en las ligas menores de Estados Unidos hasta llegar a la cima en las Grandes Ligas, ahora debe reconocer sus significativos aportes en pro de la salud de los niños con situaciones cardiópatas.
No nos desviemos en criticar y lanzar dardos contra un ciudadano tan parecido a la idiosincrasia del pueblo dominicano, estampa misma de nuestras raíces y mezcla étnica, como es David Américo Ortiz Arias, aquel muchacho que salió de la comunidad de Haina, provincia de San Cristóbal, para brillar en el firmamento de los escenarios de las Grandes Ligas.
Como ser humano tiene sus defectos y virtudes, pero su corazón es tan grande que lo hace ocuparse de aquellos menores cuyos padres carecen de los recursos económicos para que a sus vástagos se les haga una operación de corazón y así salvarles sus vidas.
Eso habla muy bien de la personalidad y sensibilidad humana del internacionalmente conocido Big Papi, quien con todas sus excentricidades y fama sigue extendiendo el brazo solidario a quien lo necesita.
Carrera Exitosa
Se trata de una persona exitosa que se esforzó a construir una carrera beisbolística al más alto nivel de competición en las Grandes Ligas y cuyos resultados serán coronados con su exaltación en julio venidero. Es un orgullo de la República Dominicana, como igualmente lo son Juan Marichal, Pedro Martínez y Vladimir Guerrero los tres primeros peloteros dominicanos miembros del anhelado nicho de los inmortales en el mejor béisbol del mundo.
La dimensión de David Ortiz ha sobrepasado el terreno de juego para abrazar, patrocinar y coordinar a través de su fundación iniciativas de salud en intervenciones quirúrgicas gratuitas para niños con enfermedades cardíacas.
El laboratorio de cateterismo que inauguró para ponerlo al servicio de la salud de los infantes dominicanos afectados por cardiopatías es una iniciativa para resaltar. A través del Fondo para la Niñez David Ortiz y Raquel Arbaje, primera dama de la República, a través del Banco de Reservas, donaron la primera sala de hemodinamia pediátrica en el país a CEDIMAT.
Una inversión de 1.2 millón de dólares para el logro de esta innovadora iniciativa, que también, tuvo el apoyo de algunos empresarios y que funciona en la Unidad Cardiovascular Pediátrica que lleva su nombre.
En David Ortiz hay que buscar su lado positivo y dimensionar especialmente en las estructuras mediáticas y redes sociales lo que él representa como marca país. Al momento de ser exaltado al Pabellón de la Fama de Cooperstown su nombre pasa a ser República Dominicana.
Marca País
Y allí, veremos como nuestra bandera y la propia identidad nacional saldrán ampliamente destacados en un escenario de exclusividad para aquellos que con coraje, valor, esfuerzo y entrega lo dieron todo en el terreno de juego de la Gran Carpa.
¿Por qué no reconocer la trascendencia que tiene para el turismo dominicano el hecho de que David Ortiz haya optado por visitar nuestras playas y balnearios en el litoral de Samaná y no hacerlo en otros lugares de esparcimientos mundiales?
Su reacción e indignación en un video que colgó en sus redes sociales por ser criticado mientras recorría algunas zonas de Las Terrenas en compañía de una elegante dama, hay que entenderla independientemente al tono expresivo y lingüístico utilizado.
Las figuras prominentes de estos tiempos ya sea en el ámbito deportivo, político, cultural, empresarial y social están permanentemente bajo el foco de la curiosidad y rastreo comunicacional.
Pero de ahí a quererse involucrar en sus vidas privadas es demasiado, es como pretender ingerir el vino ajeno.
En diferentes circunstancias figuras dominicanas del béisbol como Felipe Rojas Alou, Ricardo Carty, Jesús Rojas Alou, Mateo Rojas Alou, Julián Javier, Tony Peña, Pedro Guerrero, Alfredo Griffin, Sammy Sosa entre otros, fueron enfocados por la Linterna de Diógenes. Ahora esas influyentes redes sociales no dejan escapar una, aunque en ocasiones se pasan de la raya.
Carty, líder de bateo en las Grandes Ligas en 1970, vistiendo la franela de los Bravos de Atlanta, disfrutaba en sus años de esplendor donar miles de zapatos entre sus admiradores petromacorisanos que eran expuestos en la glorieta del parque Juan Pablo Duarte (central).
Sosa, en sus años de inicio se deleitaba exhibiéndose con el torso descubierto y montado sobre su carro descapotado, escuchando música a todo volumen frente al parque de San Pedro.
La trilogía familiar más famosa de peloteros del país en las Grandes Ligas que llegaron a integrar brillantemente los hermanos Rojas Alou, les gustaba salir a pescar en el litoral costero de su pueblo natal, Haina, a bordo de una lancha velero.
Criticar sí o sí
El fanático dominicano seguidor del béisbol, es profundamente apasionado, efusivo y exigente con sus ídolos y en muchas ocasiones no separa el espacio privado del accionar público en el terreno de juego.
David Ortiz, quien accionó por 17 temporadas en los equipos los Minnesota Twins y en los Boston Red Sox de las Grandes Ligas de Béisbol (MLB), después de su retiro, sigue siendo admirado por sus seguidores. Fue un ídolo respetado y venerado por la fanaticada del conjunto de Boston.
A los criticones de siempre, ni siquiera se les ha salvado el también inmortal de Cooperstown, Vladimir Guerrero, por el estilo de vida austero que lleva en su nativa comunidad de Don Gregorio, municipio de Nizao, separado del foco de las cámaras.
Artículo de Manuel Díaz Aponte