Hubo y hay corrupción también en los servicios públicos de las instituciones oficiales, a nivel de empleados y pequeños directivos.
La CORRUPCIÓN reinante en casi todos los estratos de la sociedad dominicana, permiten concluir en que estamos al borde de un precipicio, de una desgracia que todos lamentaríamos profundamente.
Hubo y hay corrupción en los más altos cargos oficiales, incluyendo a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
Hubo y hay corrupción en los gremios profesionales (de médicos, abogados, periodistas, agrimensores, transporte y otros).
Hubo y hay corrupción también en los servicios públicos de las instituciones oficiales, a nivel de empleados y pequeños directivos.
Por eso, por la existencia de la corrupción en todas partes, se hace difícil que el presidente Abinader pueda enfrentar algunos de los graves problemas que hay en el país que parecen no tener solución. (Transporte, electricidad, agua potable, educación, salud y alimentación).
Y por esa misma corrupción, es imposible que los altos mandos militares y policiales puedan llamar la atención a los de ‘abajo’.
¿Acaso un raso, un cabo, un sargento, un teniente o un capitán pueden vivir con el salario que reciben? ¿Cómo pueden tener y mantener dos y hasta tres mujeres, con hijos, con esos sueldos de miseria? ¿De dónde sale el dinero para algunos de ‘abajo’ y otros de ‘arriba’ tener una finquita, un carrito en buenas condiciones o un motor moderno?
La CORRUPCIÓN lo penetra todo, y con buenas intenciones nada se soluciona en este ni en ningún otro país.
Si yo fuera Luis Abinader me la jugaría con dos medidas rápidas aunque arriesgue el cargo, la posible reelección o la continuación del PRM.
Esas dos medidas serían las siguientes: que con efectividad al 25 de julio próximo, todos los Ministros y Directores departamentales del sector público, pongan sus cargos a disposición del Jefe del Estado y que sus asistentes san responsabilizados de los mismos hasta tanto queden relevados definitivamente o sean ratificados mediante decretos el 16 de agosto venidero.
La segunda medida sería hacer una reunión en el Palacio Nacional con todos los generales y coroneles de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, para hacerles llegar ‘personal y definitivamente’ las órdenes de que garanticen la vida e integridad de TODOS los ciudadanos, incluyendo los que guardan prisión o sean buscados por cualquier asunto.
Además, los invitados con 15 días de anticipación a la reunión, deberán llevar documentos donde informen qué bienes muebles e inmuebles poseen, dinero en bancos o en cooperativas, etc, etc.
El presidente Abinader les hará saber que quien no acepte ordenar a los subalternos el cumplimiento de la Constitución y las leyes, deberá renunciar (recibiendo sus prestaciones, etc) o será destituido sin derecho alguno, al igual que a sus familiares militares o policías.
Exceptúo de estos cargos a los ministros de Relaciones Exteriores, de la Presidencia, Administrativo, Jurídica y de las Fuerzas Armadas.
El presidente Abinader debe hacer cambios ya en algunas instituciones, despedir a algunos ineptos funcionarios civiles, militares y policiales, por un mejor porvenir de la nación.
Asimismo, debe prestarle ATENCIÓN SUPREMA al asunto haitiano, pues los vecinos y los que viven aquí desbordan ya los límites de la prudencia, el civismo y la confraternidad entre los pueblos.
Algo de esto sugirió en su estilo el viejo amigo y colega Ellis Pérez en su columna del pasado sábado en Listín Diario, y Luis José Taveras, el mejor analista del momento, en sus trabajos semanales en Diario Libre.
Mayo de 2022.