Nos sorprendemos porque haitianos ilegales apedreen a los agentes de Migración.
Acostumbro reenviar a algunos familiares, amigos, allegados y colegas los artículos o trabajos simples que publico en este DIARIO DIGITAL RD que dirige José Tejada Gómez.
Y de la misma forma, recibo a veces algunas felicitaciones, críticas u opiniones que me llevan a ver lo escrito de otras maneras.
A nuestro trabajo del pasado domingo ¿Estamos al borde del precipicio?, un querido y veterano amigo, profesor, escritor y maestro de la medicina (T.S.P.) nos remitió un escrito que comparto ahora con los lectores y que motiva el título de esta presentación.
“Está muy bien tu análisis. La corrupción es un mal universal que ha existido desde que la sociedad humana se dividió en dos grupos: los que detentan cierto poder sobre los demás y los que son receptores de los efectos de ese poder, estableciéndose una relación dialéctica que puede ser útil o desastrosa para esa sociedad.
Tal relación puede ser política, religiosa, laboral, académica, deportiva, comercial, familiar, etc, sigue diciendo.
En todas ellas puede inocularse la ponzoña de la corrupción; pero esto es posible cuando el principio de autoridad se ejerce a favor de aquella o es tan débil que es incapaz de prevenirla o castigarla cuando se presente el mínimo asomo de ella.
Sin embargo, no basta ser íntegramente moral e incorruptible para aplicar ese PRINCIPIO DE AUTORIDAD.
Es necesario acompañarlo de una MANO ENERGICA que no vacile en apretar pescuezos, aún sean de sus amigos e incluso familiares.
En este país (RD) nadie respeta hoy a nadie. Se violan leyes municipales, las de tránsito; la policía se desautoriza a sí misma en su desparpajo, el desplante y ausencia de don de mando, la poca profesionalidad cuando debe enfrentar crisis con el mínimo daño colateral en la que solo su presencia infunda respeto, sensación de seguridad y, aunque parezca paradójico, también temor.
Nos sorprendemos porque haitianos ilegales apedreen a los agentes de Migración. Pero eso es posible porque han visto a civiles dominicanos abofeteando a una policía de la Digesett, fajados a los puños con militares o policías, desafiando impunemente a un coronel o intentando agredir a un juez en pleno tribunal.
El presidente (Luis Abinader) debe ser más enérgico. Añadirle a su reconocida PROBIDAD MORAL y buena intención en su manejo del poder una buena dosis de represión, administrada con suavidad o fuerza, según la circunstancia. La sonrisa cuando sea necesaria y la cara dura y el puñetazo en la mesa acompañado de una palabra obscena que haga temblar y tartamudear al subalterno que no cumpla con su deber.
Así nos alejaríamos del borde del precipicio. ¿Es así o no Luis? Excelente tu artículo”.
Hasta aquí la cartita. Que cada lector saque conclusiones.
Mayo de 2022.