lo real es que el presidente se dejó sorprender en su buena fe por la inoperante y prácticamente inexistente FENABANCA que, en su afán por simular músculo y atemorizar, recurre al histrionismo mediático más descabellado
Por Enrique Alberto Cabrera Vásquez
El viernes 27 del presente mes el presidente Luis Abinader recibió en el Palacio Nacional una comisión de la Federación Nacional de Bancas de lotería. Este encuentro fue la respuesta que ofreció el señor presidente a la anunciada protesta que FENABANCA realizaría la semana próxima.
El hecho probablemente no dejó de llamar la atención de aquellos sectores sociales con los que el gobierno mantiene promesas incumplidas, pero también, y sobre todo, de los principales actores políticos que le adversan.
Y no es para menos; pues desde el punto de vista estratégico, el encuentro del presidente con FENABANCA puede ser calificado con toda propiedad de error político, ya que el presidente, en su esfuerzo por evitar protestas en su contra, al facilitar este encuentro, inintencionadamente fortaleció las ideas generalizadas de que “no sabe gobernar” y que se encuentra en una creciente “espiral de desafección pública”.
La tipificación de “error político” se justifica aún más si se piensa que desde hace más de una década FENABANCA dejó de representar a los empresarios de lotería denominados banqueros. Aproximadamente el 85% de este tipo de empresas ya no son miembros de esa organización.
Hoy el grueso de estos negocios trabaja en redes comerciales bajo marcas públicamente registradas y autorizadas que se vienen desarrollando en el país. A estas marcas, por distintas formas de acuerdos, se han asociado los más icónicos banqueros de la nación. Esa es la razón por la que ya no se ven los anuncios de radio y televisión, ni símbolos y signos distintivos de aquellos banqueros que reinaron con nombres propios, pero que se mantienen muy activos en el negocio y mucho más fuertes ahora que antes.
Sin embargo, si se indaga minuciosamente los que aún permanecen en FENABANCA, se podrá observar que la mayor parte de estos, son personas sin empresas formales que, bajo la sombra de esta organización, se han dedicado a torpedear todos los intentos serios de institucionalización del sector para continuar en la ilegalidad con fines no confesado como muy bien sostuvo el señor Quico Tabar. Entre todos los que aún pernotan allí no llegan a 200 bancas legalmente constituidas. Pues casi la totalidad de las que tienen, la operan de manera ilegal y, por supuesto, sin realizar las debidas contribuciones al Estado.
Incluso, algunos de los supuestos miembros de esa organización nunca han operado bancas de ningún tipo, sean legales o ilegales. El caso más llamativo en ese sentido fue el de Michel Dicent actualmente preso por el fraude del número 13 contra los propios banqueros en asociación con un expresidente de FENABANCA y otros miembros de esa organización. Ese señor nunca operó bancas de lotería; sin embargo, mediante manipulaciones mediáticas y cabildeos políticos, logró aparecer frente al presidente de la República como el líder del sector de juegos de lotería.
Todo esto ya lo sabe el Sr. Quico Tabar y lo saben los funcionarios del Ministerio de Hacienda. Y si estas personas lo saben, cabe pensar que el presidente también lo sabe. A pesar de ello, en contra de lo esperable razonablemente, el presidente decidió dialogar con un fantasma.
¿Por qué? Es la pregunta que en estos momentos se realizan tras batidores los que mejor conocen el tema. En mi caso particular, motivado por encontrar explicaciones razonables al desacierto del presidente me propuse consultar algunos de los analistas políticos que conozco, y las respuestas que obtuve, además de interesantes, fueron diversas y acuciosas.
Unos señalaron que el presidente y sus asesores carecen de informaciones precisas y veraz de la estructura y el modo de operar el sector de lotería. Otros destacaron que el presidente, por su inexperiencia, no sabe evaluar el peso y calidad de los actores que le plantan demandas. Otros en cambios observaron que el motivo de ese encuentro se debe a que el presidente desea eliminar situaciones incomodas para evitar continuar cayendo en las preferencias del electorado.
Sin importar cuales de estas opiniones o combinación de ellas sean ciertas o no, lo real es que el presidente se dejó sorprender en su buena fe por la inoperante y prácticamente inexistente FENABANCA, que, en su afán por simular músculo y atemorizar, recurre al histrionismo mediático más descabellado. Las consecuencias de ese encuentro, sin embargo, habrán de ser profundamente negativas, pues, muy a pesar suyo, es posible que el presidente, sin proponérselo, reforzara las ideas, muy diseminadas por las redes sociales, de que “se está debilitando electoralmente” y que “no sabe gobernar”.
Sería penoso que esto sucediera, pues Abinader es el primer presidente que ha asumido con presteza la institucionalización del país. Una institucionalización que todos queremos, en especial en el ámbito de los juegos de lotería, pero que FENABANCA, por razones oscuras, se opone rabiosamente.
Creemos que el presidente debe ser más cauto frente a grupos cuya única importancia resulta de la que él mismo le otorgue con su atención. Pues otros grupos muchos más relevantes, al percatarse de que el presidente es fácilmente impresionable y presionable, podrían recurrir a la misma estrategia de FENABANCA: publicar un comunicado y anunciar una protesta en el palacio para lograr sus objetivos. Esperemos que el hecho no trascienda y se contagie, para que la paz y el orden nunca se trastornen en nuestra nación.
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