Las personas con enfermedades catastróficas son los principales pacientes de los centros de salud.
Vivimos momentos difíciles en el terreno político, social y económico. También en lo que respecta a las coberturas de los servicios de salud.
En términos prácticos, nuestra atención está sistematizada en conservar la salud a como dé lugar, sin importar los grandes sacrificios en que incurramos.
Lo importante es continuar viviendo y para eso, por obligación, hay que pagar las abusivas consultas exigidas por algunos médicos especialistas en enfermedades catastróficas, como cáncer de diferentes tipos, hipertensión arterial, diabetes, asmas, artritis, gastritis, VIH-Sida, y otras.
A eso le agregamos los gastos de internamientos por en emergencias y compras de medicamentos caros. En ese cuadro calamitoso solo sobreviven aquellos que tienen asegurado un poder adquisitivo de primer nivel.
Vivimos desde hace varias décadas en medio de una salud monetizada, capitalizada por la voracidad de la insensible industria farmacéutica que cada día exprime más el presupuesto de los que padecemos conmutabilidades, sobre todo aquellos que hacen lo imposible para tener acceso a un consultorio. Las mayorías, los más necesitados, mueren en sus hogares o en un hospital a falta de dinero para comprar medicamentos.
Las personas con enfermedades catastróficas son los principales pacientes de los centros de salud. Es la razón de por qué existen tantas clínicas con tecnologías de punta y equipos sofisticados, un proceso que es el producto del reinvento de los modelos de negocios de salud. Es lo que se conoce como un Plan de Salud del mañana, muy diferente de lo que es actualmente.
Son procesos innovadores diseñados con mucha estrategia y a futuro para llamar la atención de los pacientes desesperados y temerosos de caer en las garras de la muerte. Es decir, la respuesta está asociada a las demandas cambiantes del mercado y se confirma que los operadores no tradicionales ya están entrando en el mercado de seguros, mientras “los operadores, los consumidores, los empleadores y los compradores gubernamentales ya están examinando los costos”.
Recientemente, leí también en una publicación algo que se refería al plan de salud del mañana en la que decía que los planes de salud pueden acelerar la respuesta de los sectores que le sacan provecho económico a los pacientes mediante el ofrecimiento de las sofisticadas especialidades.
Otros datos sobre el tema son registrados en una publicación de diciembre de 2020 en la Revista Havar Deusto en la que los investigadores Juan Martínez Barea, Christian Hense y Florian Koerber explican que “el mercado mundial de los macro datos en el sector de la salud alcanzará, en 2025, un valor de 70.000 millones de dólares, lo que supone la posibilidad de explotar una gran oportunidad de negocio. Pero esta oportunidad implica conciliar el punto de vista operativo con la ética y la confidencialidad. ¿Cómo lograrlo? ¿Qué caminos seguir para superar los obstáculos que existen en la actualidad?”
Estamos hablando de la monetización de los datos sanitarios, que según los expertos representa una inmensa oportunidad de negocio.
Se estima que más del 30% de todos los datos generados en el mundo provienen de la industria de la salud, y que para cada paciente se crean anualmente unos 80 megabyte de datos de imágenes e Historias Clínicas Electrónicas (HCE).
Agregan que “la oportunidad de negocio que puede crear la utilización de dichos datos asistenciales para mejorar la atención sanitaria es, pues, enorme. Según McKinsey, el uso de dichos datos para mejorar la atención sanitaria podría suponer, solo en Estados Unidos, un ahorro de entre 300.000 y 450.000 millones de dólares en gastos en atención sanitaria; es decir, entre el 12% y el 17% de los 2,6 billones de dólares del coste total anual de la atención sanitaria en el país. Según un informe de BIS Research, el mercado mundial de los macrodatos en el ámbito de la salud alcanzará en 2025 un valor de 70.000 millones de dólares, con un crecimiento superior al 20% anual hasta entonces. Y esto sin incluir la inversión de 24.000 millones de dólares en macro datos de atención sanitaria que la Unión Europea anunció en mayo de 2018. ¿Tenemos una oportunidad gigantesca y tan obvia delante de nosotros que no somos capaces de verla?”
Lo cierto es que a escala mundial, y lo estamos observando a diario en la República Dominicana, la salud está monetizada y solo los ricos tienen el poder de pagar esos costosos servicios. La desigualdad social es un fenómeno que perdurará todo el tiempo.