Tres años después, la revolución y la rebeldía, promovida por Steve Kerr, vencían sobre todo lo demás.
MADRID, 17 Jun. (EUROPA PRESS) – Golden State Warriors venció (90-103) el sexto partido de las Finales de la NBA para proclamarse campeón (4-2) y recuperar el anillo tres años después, en la enésima exhibición de Stephen Curry, MVP de la final, en la serie, una victoria que significa el cuarto título para una generación dorada.
Este triunfo es el colofón para un equipo de ensueño, infravalorado en el inicio de la actual temporada y con Curry como as en la manga. El base logró por fin ser nombrado MVP de unas finales, la 'espinita' que parecía que no se arrancaría desde que ganó su primer anillo en 2015. Los Warrios fueron el equipo más sólido en las Finales, con la mancha de dos encuentros con mas sombras que luces, para resurgir y seguir agrandando la dinastía de los de San Francisco.
Tres años después, la revolución y la rebeldía, promovida por Steve Kerr, vencían sobre todo lo demás. Ritmo alto, velocidad y triples inverosímiles, siempre caminando sobre el filo. Sin embargo, en este sexto partido, que terminó siendo el definitivo, el inicio no fue fácil para los de la Bahía. Boston comenzó acelerado y rápidamente se puso 10 por encima con un gran Jaylen Brown (34 puntos), conscientes de que era todo o nada.
Pero los visitantes empezaron a ejercer una defensa más agresiva, con más recuperaciones, para acercarse en el marcador gracias al buen hacer de Curry, Payton (6 puntos) y Thompson (12 puntos). A partir de ahí, empezó a funcionar el rodillo de la Bahía, que terminó por delante el primer cuarto (22-27), apoyados en la defensa fuerte de Wiggins y Green, para poner una diferencia de 10 puntos en el segundo cuarto y provocar el desplome de los Celtics, llegando al descanso 15 puntos arriba (54-39).
Pese a los ajustes de Udoka, nada cambió tras el descanso. Algún intento de Al Horford (19 puntos) que se quedó en nada por un Curry enchufado que no quiso dar ninguna opción al milagro en el Garden. A falte de seis minutos para el cuarto definitivo, el base anotaba desde la lejanía para señalarse el dedo refiriéndose al anillo. Eran 22 puntos de distancia y sabía que lo tenía cerca. Pero Boston no quiso tirar la toalla y batalló hasta el final, sin un Tatum desaparecido (solo dos puntos en el último cuarto), pero aupados por Brown y Al Horford.
La relajación provocó un acercamiento de los locales en el marcador (84-75), pero Curry se encargó de sentenciar el partido con dos entradas y un triple en dos minutos. Los Warriors eran campeones, el cuarto anillo para una generación que entra en la historia de la NBA sometiendo a sus rivales a base de insumisión y rebeldía. Y Curry es merecido MVP para dejar claro que es un jugador único.