Asegura que apagar a Punta Catalina sería apagar parcialmente a la República Dominicana.
La Central Termoeléctrica Punta Catalina emitió un comunicado para enfrentar un informe ambiental dado a conocer este lunes que ha identificado que, además de la República Dominicana donde está ubicada la planta de generación de electricidad a carbón, la contaminación que esta produce también alcanza a todo Haití y a la costa este de Cuba y de Jamaica.
Refiere que en el mundo la actividad de generación eléctrica deja una huella ambiental en algún tramo y que para ello la administración de la planta cuenta con mecanismos de mitigación del impacto ambiental de última generación.
Asegura que apagar a Punta Catalina implicaría quitar al país el 30% de la oferta eléctrica lo que sería apagar parcialmente a la República Dominicana.
La Termoeléctrica Punta Catalina se defiende de lo que se dice en el estudio a través de nueve precisiones contenida en el texto que ha enviado a DiariodigitalRD y que reproducimos a continuación:
FRENTE A UN DEBATE BIZANTINO SOBRE PUNTA CATALINA
Ante un supuesto informe ambiental que circula en medios de comunicación y que atribuye a la Termoeléctrica Punta Catalina una contaminación presuntamente extensa y hasta de ultramar, un hallazgo no sólo hiperbólico, sino que carece de precedentes, planteamos las siguientes precisiones:
· En mayor o menor medida no existe en el mundo actividad de generación eléctrica que no deje una huella ambiental en algún tramo, pero tampoco son neutrales frente al medio ambiente las actividades cotidianas de los promotores del citado estudio (transporte, consumo, construcción, etc.).
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· La Termoeléctrica Punta Catalina no es neutral, pero cuenta con mecanismos de mitigación del impacto ambiental de última generación, específicamente un Sistema de Control de Calidad de Aire que reduce dióxido de carbono y el trióxido de azufre hasta en un 98%.
· Respecto a la disposición y tratamiento de la ceniza derivada de la quema de carbón mineral, el proceso ha recibido la valoración positiva de representantes de la firma consultora RINA.
· De hecho, el mismo informe que circula reconoce que todos resultados de monitoreo, los valores de CTPC, son menores de lo que estipulan las normas locales e internacionales como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (USEPA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
· Anteriormente, el relleno de ceniza no se tomaba en cuenta la disposición geométrica de las cenizas. Con la nueva gestión de la termoeléctrica se han creado taludes o rampas y terraplenes (vías de acceso) con forma trapezoidal con cinco niveles de 3.30 metros para el primer nivel y 3.00 metros para los cuatro siguientes niveles. Además, la colocación de la tela geotextil, la geomembrana de HDPE, geocompuesto de drenaje, capa de cobertura protectora y la capa de cobertura vegetal.
· Pedir el cierre de la Termoeléctrica Punta Catalina es el colmo del absurdo, solo anidado en mentes calenturientas o posiblemente impactadas por un golpe de surrealismo tropical, pues implicaría quitar al país el 30% de la oferta eléctrica y en pocas palabras apagar parcialmente a la República Dominicana.
· Si la embestida va hacia la producción de electricidad sobre la base de carbón (y no específicamente una campaña selectiva contra Punta Catalina), entonces habría de esperarse que también esto afecte en general a la generación con ese combustible, que representa un 30% de la variada canasta de generación con que cuenta el país y que garantiza la seguridad energética.
· De forma algo básica, también escuchamos versiones sobre la conversión a gas natural de las unidades de Punta Catalina, algo realmente complejo, una operación mayor que supone grandes inversiones, además de paralizar el aporte de energía al sistema proveniente de estas generadoras. ¿De dónde sacaremos el gas natural? Sería una pregunta obligada.
· Finalmente, desconocemos el rigor con el que se elaboró el citado informe, pero con el nivel de contaminación que se le imputa a la Termoeléctrica Punta Catalina, habría sido prácticamente imposible la consecución de financiamiento por parte de bancos europeos muy sensibles a los temas ambientales. Es decir, estamos ante un debate bizantino.