Desde mi posición de lector creo que una buena narración es aquella que te hace reflexionar más allá de sus páginas.
Siempre existirán teorías para explicar, transformar, renovar desde el acto más sencillo de la cotidianidad del hombre hasta el más complejo. Y el cuento no escapa a esa realidad. Hay quienes ven como arcaica, desfazada, la teoría de Juan Bosch sobre este género literario, desarrollada en “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”. Es un derecho que le asiste.
Coincido con Bosch, considerado maestro de la narrativa latinoamericana, en que “el cuento debe comenzar interesando al lector. Una vez cogido en ese interés el lector está en manos del cuentista y éste no debe soltarlo más”.
Es lo que hace el escritor y periodista Rafael Peralta Romero en el cuento “Dolor de cabeza”, que forma parte del libro “Conciencia peregrina”.
Te atrapa desde la primera línea y a medida que el autor narra la historia te va sembrando la cabeza de dudas, interrogantes, que espera impaciente poder descifrar al final del cuento.
Desde mi posición de lector creo que una buena narración es aquella que te hace reflexionar más allá de sus páginas. A veces cuestionar tu propia existencia y hasta de aquellos que te rodean.
El cuento es todo un “Dolor de cabeza” para los personajes envueltos en la trama, digna de un film de suspenso, y termina siéndolo para el propio lector.
Puro Manso, el personaje principal del cuento, sale furtivamente de una actividad donde es unas de las figuras principales, atormentado por un fuerte dolor de cabeza. Pese a la incómoda y tormentosa cefalea piensa detenerse en la funeraria, al otro lado de la ciudad, para despedir a un amigo al viaje sin regreso.
Pero, como “el diablo nunca duerme”, a la salida de la actividad se encuentra con una negra de evidentes curvas y encantos, llamada Ludovina, que le pide una bola al señor Puro.
Ese fue el momento catastrófico, como solía decirle a mis alumnos universitarios cuando impartía clases de crónica periodística, el que determinó que el dolor de cabeza fuera estacionario en el infeliz de Puro Manso y que acompañara a este lector en su reflexión, en el análisis del cuento.
El amable personaje se detiene en la farmacia a comprar una aspirina que le alivie la horrible molestia, dando pie a otra interrogante que atormentará a la esposa de Puro y también al lector.
A lo largo de la narración se tejen otras interrogantes, que giran en torno a un solo hecho, como recomienda Bosch, y es lo que hace al cuento interesante, adictivo.
Este cuento de Peralta Romero se sale de los parámetros tradicionales, sobre todo en los diálogos y en la ausencia de descripciones, pero sin abandonar la técnica narrativa de mantener al lector en vilo hasta el punto final.
Volviendo al argumento de “Dolor de cabeza”, Puro decide dejar la yipeta encendida cuando entra a la farmacia y lo hace por consideración a la pasajera que lo acompaña en esta terrible aventura.
Para mala suerte del personaje, unos delincuentes deciden alzarse con el vehículo y de paso con la desafortunada Ludovina, sembrando nuevas dudas e interrogantes.
Ya lo dije anteriormente, este cuento es digno de un film de suspenso al estilo de Alfred Hitchcock, por todas las cosas inusuales y sin aparentes respuestas que envuelve el relato a lo largo de sus 12 páginas.
Inútiles fueron los esfuerzos de Puro Manso para darle alcance al vehículo que los malhechores robaron y de paso rescatar a la que la esposa considera su damisela.
Ella, Ludovina, aparece tirada en la calle como un saco viejo, con múltiples traumatismos, imposibilitada de explicar todas y cada una de las dudas e interrogantes que el lamentable hecho fue tejiendo.
El cuento “Dolor de cabeza” es narrado en primera persona por la esposa de Manso, al tri de divorciarse, a partir de todas las explicaciones, difíciles de creer, dadas por el marido.
Las interrogantes o dudas que envuelven el relato y que provocan el disgusto de la esposa de Puro son: si Ludovina es una simple conocida del esposo, si en realidad el dolor de cabeza existió, qué tipo de pastilla fue a comprar en la farmacia y si los planes de Manso en realidad era pasar por la funeraria o ir a una cabaña con la supuesta amante.
La cosa no termina ahí. Cuando Ludovina llega herida a la clínica se tejen nuevas interrogantes. ¿Porque la abatida mujer no llevaba ropa interior puesta? ¿Le habían quitado el panti los ladrones en su intento por violarla o ella lo había hecho adrede para un encuentro excitante con el amante, supuestamente Puro Manso?
Puro tiene la esperanza de confrontar a la esposa con Ludovina, que durante un tiempo no se puede comunicar por los golpes recibidos, para que se aclaren las cosas.
Y cuando llega el momento, lo primero que hace la maltratada mujer es preguntarle a Puro por el dolor de cabeza. Disfrute la genialidad del final de este cuento de Peralta, que me dejó con dolor de cabeza.
“Después de eso es que se ha agudizado el dolor de cabeza, no me ha dejado en ningún momento. Siento que se ha desparramado por mi cuerpo y por mi alma. Y temo que no hay aspirina que valga”, responde el atormentado Puro Manso.