Ahora más que nunca se impone responsabilidad en la actuación del liderazgo opositor en el país sobre todo por el ambiente de crisis económica.
La oposición política en la República Dominicana sigue con un discurso empantanado y ausente de creatividad para incoar las acciones gubernamentales actuales, limitándose a la crítica casi siempre vacía e intentando pescar en aguas agitadas.
El presidente Luis Abinader acaba de “aguarle la fiesta” a quienes pretendían incendiar el país aprovechándose del disgusto por los aumentos de la tarifa eléctrica que las autoridades buscan revertir.
Una sabia decisión de detener el Pacto Eléctrico y solicitar al Consejo Económico y Social (CES) para que convoque a todos los sectores integrantes y se proceda a su revisión, con el compromiso de que lo acordado sea asumido colectivamente.
Al respecto, el presidente Abinader dijo que: “El Gobierno ha determinado detener las próximas alzas en la tarifa eléctrica hasta que cambien las circunstancias económicas de la República Dominicana” y “vamos a ir al Consejo Económico y Social para adaptar ese pacto”.
Ahora más que nunca se impone responsabilidad en la actuación del liderazgo opositor en el país sobre todo por el ambiente de crisis económica que impacta a todas las naciones del mundo, en un escenario marcado por la Covid-19 con graves secuelas sanitarias; el deterioro climático y la crisis inflacionaria por la guerra entre Rusia-Ucrania que ha roto la cadena de suministros de alimentos y materias primas.
¿Por qué no hacer propuestas dirigidas a solucionar las adversidades que agobian a la sociedad dominicana y no estar promoviendo crispaciones que solo generan más divisiones y temores?
Postura Obsoleta
El viejo discurso de la mayoría de los representantes de las organizaciones de la oposición hay que cambiarlo por otro que se corresponda con la realidad local y mundial, porque estamos ante un estilo de hacer política insustancial, envejecido, sin contenido y que, por estar sesgado, nunca reconoce el lado positivo.
La piedra angular de esa “contradicción” es la terrible disyuntiva de pretender evadir el juicio moral y ético a que está siendo sometido parte del liderazgo opositor por la sociedad que demanda firmemente el castigo de los depredadores de los recursos del Estado.
Los expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina temen hablar del tema de la corrupción en la administración pública, en un escenario donde muchos funcionarios de sus gobiernos están siendo enjuiciados por vergonzosas acciones dolosas en perjuicio del tesoro nacional.
Buscan afanosamente, pero sin éxito, sacar de la agenda de los medios de comunicación los temas de la corrupción administrativa que en los últimos veinte años se incrementó en el país.
El estilo de la cultura política dominicana siempre ha estado orientado a desempolvar cuestiones negativas del adversario que ostenta el poder, pero nunca ha reconocido las buenas iniciativas orientadas a proteger la colectividad. Se cree, erróneamente que si hay coincidencia se “traicionan” los principios.
En consecuencia, debe primar el interés colectivo por encima de las pasiones y evitar seguir atizando desde la cómoda butaca opositora sin aportar nada al debate para que nuestro país se enrumbe por senderos de paz y bienestar.
La Prudencia
En estos tiempos de crisis mundial el factor de la prudencia entre los líderes de los estamentos políticos, económicos y sociales es determinante para lo que pretendemos asumir, y alrededor de ello, actuar con honestidad en la postura y defensa del discurso garantizan su aceptación y éxito.
El presidente Luis Abinader conduce la nave estatal en las circunstancias más difíciles que registra la historia moderna, reflejado en situaciones interna y externa muy complejas.
Asumió el poder en medio de una terrible crisis económica y moral, el 16 de agosto de 2020, y, además, en plena ebullición de una pandemia que ha sacudido los sistemas sanitarios y las economías globales.
Pretender “minimizar” los esfuerzos de las autoridades para encarar la terrible circunstancia que le ha tocado transitar en estos casi dos años del actual mandato presidencial es una acción de mezquindad.
En lo que va del presente año, el Gobierno ha destinado 35 mil 763 millones de pesos en subsidios a productos de consumos masivos ante las alzas de precios de las materias primas en los mercados internacionales.
Sólo en el subsidio a los combustibles se han erogado más de 26, 535 millones de pesos a través del Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes.
Seamos más sensatos y menos incendiarios en un momento donde las altas temperaturas están provocando muertes entre muchos ciudadanos aquí, en España y otras latitudes de este mundo tan convulsionado.
Artículo de Manuel Diaz Aponte