La oposición política es, igualmente, atrasada, de baja formación integral y con intereses que no les permiten ver más allá de sus propias narices.
La República Dominicana tiene el gobierno, no el que merece, sino el que las circunstancias le han permitido dentro del “Estado democrático de derechos” del capitalismo, alejado cada vez más de los intereses humanos. Un país pequeño y atrasado, muy lejos de las naciones que han alcanzado altos niveles de desarrollo. En este país se han invertido más recursos en la enajenación, la transculturización y el embrutecimiento de la población, que en su educación. El Estado dominicano ha sido estructurado para las élites integradas por menos de 30 familias que se disputan el control de las finanzas aumentando cada vez más la desigualdad y la marginalidad.
La oposición política es, igualmente, atrasada, de baja formación integral y con intereses que no les permiten ver más allá de sus propias narices, ni actuar en función de los intereses de la nación.
Una oposición que no estudia, que no lee, que no investiga, que no sabe lo que sucede fuera de su reducido contexto. Y como si fuera poco, sin calidad política por haber gobernado el país durante 20 años de manera inmoral.
Un vocero de la Fuerza del Pueblo, (sin fuerza y sin pueblo) se destapa diciendo que su partido le hará una “oposición rabiosa y agresiva” al gobierno del Partido Revolucionario Moderno, como si alguna vez ha sido de otro modo.
El presidente Luís Abinader tiene que enfrentar una oposición que critica por criticar. Demagoga y populista que sólo busca ventajas políticas, que miente, que tergiversa los hechos, que pretende manipular a la población a través de los medios de comunicación con falsedades y calumnias, injuriando y difamando.
Una oposición inteligente es aquella que estudia, que investiga, que lee, que informa, que hace propuestas, sugerencias, que hace críticas que no pueden ser negadas ni rebatidas porque se hacen con responsabilidad; una oposición verdadera es la que reconoce los aciertos del gobierno y enfrenta los desaciertos, porque nada es tan malo que no tenga nada positivo o bueno. Y viceversa.
Pero para la oposición al gobierno del PRM y Luís Abinader, todo es malo. Al parecer la guerra de Rusia y Occidente es responsabilidad de Luís Abinader, al igual que la inflación mundial. Al presidente Abinader la oposición no le reconoce nada. Los ex presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina -sin calidad política ni moral- no parecen haber pasado por el Estado y gobernar el país, porque no saben lo que es enfrentar una pandemia, ni los efectos de una guerra que se ex tiende por todo el mundo encareciendo los combustibles, los alimentos, las materias primas, etc., etc.
La oposición política ignora los informes de organismos internacionales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, las Naciones Unidas, entre otros, que reconocen los éxitos que, no obstante, tiene el gobierno en materia económica y alimentaria, recuperando el turismo, las zonas francas, los empleos, las finanzas, la salud, la educación salvando el año escolar, la producción agropecuaria, etc.
No significa, sin embargo, que el país esté bien del todo, que el gobierno lo haya hecho todo bien, que el país marche viento en popa aunque la popa no coja viento, ¡no! En modo alguno. Muchas cosas están mal, el gobierno ha cometido importantes errores en diversas áreas. Nadie lo niega. Pero se trabaja para corregir los errores, para enmendar los desaciertos. El presidente Abinader no está cruzado de brazos.
Es bueno y saludable que la oposición, así como dice lo que está mal, también diga lo que está bien, que haga críticas con propuestas, con iniciativas y sugerencia. Pero la oposición política apuesta al caos, al desorden, al fracaso, a que entre el mar.
Esa oposición absurda, que critica por criticar, que no tiene un gabinete de la sombra para hablar con autoridad política, cree que gana si el gobierno fracasa, si la crisis se desborda y se lleva de encuentro al presidente Abinader.
La oposición política que no aporta, que solo sabe hacer denuncias sin fundamento, es una oposición superflua, oportunista, demagoga y populista, condenada al fracaso, porque contrario a lo que piensan y dicen Danilo Medina y Leonel Fernández, el pueblo es inteligente, sabe valorar y discernir entre lo bueno y lo malo. Y sabe que el presidente Abinader trabaja sin descanso para que el país salga hacia delante.
Si la oposición quiere tener futuro, debe cambiar su estrategia, porque si continúa por el camino de la crítica por la crítica, fracasará estrepitosamente en las elecciones del 2024 cuando nuevamente Luís Abinader será elegido presidente de la República hasta el 2028.