Científicos de la Universidad de Cambridge y de la Universidad de Florida lograron resolver unos los misterios del mundo antiguo.
Los grandes líderes políticos del mundo, al parecer, no contemplan los catastróficos momentos que enfrentará la humanidad si no se busca una solución para evitar a corto tiempo la eventual desaparición de campos y ciudades a causa de las crecidas de los océanos y los ríos que provocarían los fenómenos naturales.
Uno de esos fenómenos sería de la autoría del tenebroso cambio climático, considerado uno de los problemas ambientales más importantes de ahora y que causaría modificaciones sistemáticas en el planeta Tierra. La indiferencia ha sido la respuesta de los líderes universales.
El cambio climático puede darse por causas naturales o como resultado de actividades humanas. El calentamiento global es la manifestación más evidente del fenómeno porque generará un incremento promedio de las temperaturas terrestres y marinas a nivel global.
Según las investigaciones científicas, en las tres últimas décadas, la superficie de la Tierra se ha vuelto cada vez más cálida. A pesar de que el clima del planeta ha cambiado en forma natural, existen claras evidencias de que el cambio climático puede ser atribuido a efectos ocasionados por actividades del hombre.
Seguimos contaminando el planeta con cinco efectos: Los pesticidas y productos químicos que se usan en la agricultura y en la industria convencional que liberan enormes cantidades de gases de efecto invernadero, que son causantes directos del deterioro de la capa de ozono y del cambio climático; La deforestación. Los árboles ayudan a purificar el aire, pero en las últimas décadas han desaparecido cientos de bosques en el mundo; Los desechos industriales y domésticos. El consumo masivo promueve procesos industriales en cadena que pasan por alto la protección del medio ambiente; Los combustibles fósiles. La excesiva explotación del carbón, el petróleo y el gas natural, entre otros, genera altos índices de contaminación, no solo en el aire sino en los entornos en donde se extraen tales recursos; y la acumulación de basura de manera ingenua, y en ocasiones intencional, de parte de los integrantes de la sociedad.
Y a pesar de las advertencias, no se está dando la debida importancia a este caso que en su momento podría desatar una debacle global con una sequía devastadora y que pudiera sepultar o hacer desaparecer muchos países, tal como ocurrió con las civilizaciones de los mayas.
¿Por qué desapareció la civilización Maya?
Científicos de la Universidad de Cambridge y de la Universidad de Florida lograron resolver unos los misterios del mundo antiguo. Los estudios revelaron que el declive de las ciudades mayas se debió a una extrema sequía que redujo las lluvias entre 41 y 54% de las precipitaciones anuales. La sequía máxima llegó a tal grado que la lluvia se desplomó hasta 70% y la humedad disminuyó entre 2 y 7% comparado con la actualidad.
Aunque el papel del cambio climático ha sido uno de las incógnitas del declive de esta civilización, esta investigación proporciona cifras estadísticas de los niveles de lluvia y humedad.
En la década de los 90, los investigadores comenzaron a deducir que fue debido a una sequedad prolongada lo que afectó los asentamiento mayas, apuntando directamente al lago Chinchacanab como el objeto de estudio.
Los mayas, reconocidos como excelentes constructores de pirámides y otras infraestructuras fuertes con tecnologías precarias, vivían en zonas áridas latinoamericanas, en los bosques, donde no había ríos, situación que los obligaba a movilizarse a otros lugares. Debido a la aridez, improvisaban ritos y sacrificios humanos a los dioses para que les mandara lluvias. Mujeres, niños, ancianos, guerreros, eran sacrificados para complacer a los dioses. A fin de cuenta, los resultados fueron improductivos porque las lluvias no caían. Esa eventualidad desapareció a esa misteriosa civilización.
Otro imperio que corrió igual suerte fue el de Los Moches considerado como la sociedad precolombina más próspera que haya pisado el territorio de Perú, con un grado de desarrollo tal que ni los Incas pudieron igualar.
Aparte de la edificación de las imponentes pirámides escalonadas, con materiales rústicos y extraños, los mochicas desarrollaron una compleja tecnología de canales de riego para potenciar y dosificar el preciado don que les traían las lluvias.
Como los mayas, eran cultivadores de la astrología, pues su sociedad dependía de los ciclos naturales casi por entero. Las mareas, las épocas de sequía, las torrenciales lluvias, las fases del calendario, eran fenómenos de los que dependía toda la producción agrícola.
Ignorantes, al fin, la subsistencia de su sociedad dependía en primera instancia de lo que ocurriese en el cielo y del favor que los dioses les ofreciesen.
“Por ello, además de una completo estudio del mapa celeste, los moches edificaron sus colosales pirámides, sus centros de poder y de culto, siguiendo exactamente los mapas estelares (del mismo modo que siglos después los canteros hicieron para erigir el entramado de catedrales francesas) y, según afirman algunos, estudiosos del campo de la geomántica, el flujo de corrientes telúricas”. (Fuente: Wikipedia).
Fue también un pueblo belicoso, cruel, sanguinario, aterrador, pero al mismo tiempo monumental y dotado de un exquisito gusto para la artesanía, la orfebrería y la astrología, una dualidad que les ha convertido en un gran hito de la arqueología moderna.
El derramamiento de sangre con motivo de ofrenda a los dioses es algo que se repite, de forma curiosa, en centenares de sociedades antiguas en el mundo.
Todas sus obras, desde sus edificaciones, hasta su artesanía en cerámica y orfebrería, revisten motivos que dejan en evidencia la importancia del sacrificio humano en su cultura.
Uno de los principales dioses del panteón moche fue Ai Apaec, un ser de aspecto brutal, recubierto de tentáculos o patas de arácnido y con grandes fauces de depredador que siempre era representado realizando sacrificios humanos, de hecho se le conoce popularmente como “El Dios Decapitador”.