La presencia del presidente Abinader en el escenario del rescate fue correcta, humana y de aliento para los socorristas y familiares de los accidentados.
Rezar el Padre Nuestro es un gesto de amor y humildad, cuyo mensaje transmite esperanza, agradecimiento y paz en un mundo tan convulso.
Mientras que en la República Dominicana se hacía lo imposible para sacar con vida a dos mineros atrapados en la mina Cerro de Maimón, en el vecino Haití, las bandas terroristas que operan en ese territorio seguían imponiendo el terror al quemar vivo a un exsenador.
Una cruel realidad ejemplificadora del estado fallido haitiano que sigue sacando sus dientes afilados hasta dejar sin aliento a sus habilitantes.
¿Qué significa rezar el Padre Nuestro para agradecer a Dios, como lo hizo el Presidente de la República, Luis Abinader, tras producirse el feliz rescate de Gregory Alexander Méndez Torres y Carlos Yepez Ospina?
Además de un gesto profundamente humano, cristiano y de amor por la vida entraña el compromiso de conducir una nación sobre la base de valores espirituales, familiares y de compromiso con la convivencia y la decencia.
Es la primera vez que un Jefe de Estado dominicano se levanta de la poltrona presidencial para alentar y solidarizarse directamente con las brigadas de técnicos socorristas que ejecutaban un operativo riesgoso y delicado, el cual mantuvo en vilo a toda la nación, generando inclusive cadenas de oraciones.
La solidaridad del gobierno de Canadá y de su primer ministro, Justin Pierre James Trudeau, al enviar equipos especializados que permitieron la agilización del operativo de rescate, fue determinante para el éxito del salvamento.
La dimensión de ese hecho trasciende y nos permite apreciar que el Estado como institución política, organizacional, social y administrativa de los bienes públicos nos representa a todos. Y que, por tanto, a nadie se le debe excluir.
La mezquindad y manipulación de algunos hacedores de opinión especialmente en las redes sociales ha llegado al colmo de plantear que lo ocurrido con los mineros de Cerro de Maimón, en la provincia Monseñor Nouel, fue un “montaje” de las autoridades para supuestamente sacar capital político.
¡Qué absurdo! Porque a quién se le ocurre pensar que ante un drama como el vivido por estos esforzados trabajadores se busque alcanzar objetivo político.
Gesto Humano
La presencia del presidente Abinader en el escenario del rescate fue correcta, humana y de aliento para los socorristas y familiares de los accidentados.
En Chile, México, Perú, Colombia, Brasil y Ecuador entre otros países de tradición en la explotación minera, sus máximas autoridades han dicho presentes cuando se han presentado tragedias similares a la ocurrida en el país.
Prefiero a un mandatario humano, que rece y que incline su cabeza reverentemente ante el Señor Jesucristo y no a uno que sea corrupto, simulador, indolente y despiadado en el uso y manejo de los recursos públicos.
Hay que resaltar con justicia el operativo de rescate por parte de los ejecutivos y técnicos de la empresa CORMIDOM, los representantes de los Ministerios de Salud Pública y de Energías y Minas, COE y el rápido traslado de los mineros en helicópteros hasta el Hospital Ramón de Lara, donde se recuperan con las atenciones médicas de especialistas.
Oro y Poder
Es una experiencia nueva porque nuestra historia moderna no registra un caso similar. En la época y cultura indígena, nuestros primeros pobladores se concentraban en la pesca, agricultura y extraían de la superficie de los ríos partículas preciosas entre ellas pepitas de oro.
No había necesidad de socavar el suelo porque, por supuesto, no existía como tal la exploración de minerales metálicos, como hoy en día ocurre con el oro, plata, zinc, plomo y cobre.
En la comunidad de Miches, por ejemplo, por mucho tiempo fue profuso el hallazgo de minas de oro esparcidas por su llanura costera.
Y no olvidemos que la misión principal de Cristóbal Colón cuando arribó a estas tierras fue precisamente encontrar ese condicionado metal precioso de color amarillo dorado.
El eterno poeta universal, el chileno y Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda, bien lo expresa en una de sus brillantes creaciones: “Esos conquistadores españoles, que llegaron desde España, por supuesto, buscaban oro y lo buscaron tanto, como si les sirviese de alimento. Enarbolando a Cristo con su cruz, los garrotazos fueron argumentos, tan poderosos que los indios vivos, se convirtieron en cristianos muertos”.
En su Versainograma a Santo Domingo escrito por Neruda se proyectan episodios épicos de la atracción del oro como expresión de poder.
Artículo de Manuel Díaz Aponte