Los problemas haitianos, dentro y fuera de su territorio, deben resolverse ya.
Y esos problemas son tan graves y complejos, y aunque no sea fácil ni rápida sus soluciones, deben ser enfocados por los principales líderes de algunas potencias y de nuestra querida República Dominicana.
Estados Unidos, Francia y Canadá, por ejemplo, saben que son responsables de ‘hacer algo’ por Haití o por los haitianos, si es que aspiran ver sistemas democráticos en nuestra región.
La República Dominicana, con más de dos millones de haitianos iletrados, enfermos, sin documentos y sin poder volver a su país por la inseguridad, falta de empleos y de futuro, no puede seguir siendo el territorio ni el país que solucione la crisis del país vecino.
Agregue usted a todo esto que RD está abultadamente endeudada por causa de las aberraciones, dispendios y corrupción de pasadas gestiones, del Covid-19 y de una carencia de empleos bien remunerados, educación, sanidad, agua potable y energía eléctrica. ¡Y así no debe ser!
Aunque nunca estemos de acuerdo con intervenciones de un país poderoso en otros países, la lógica, la prudencia, la vida misma en Haití indican que algo grande habrá que hacer para evitar más pesadumbre y crisis en ese territorio caribeño.
Y aunque existan líderes locales y extranjeros rechazando casi todas las posibles soluciones, o acusando injustamente a otros locales de racistas y discriminadores, la única verdad es que Haití debe sobrevivir con el apoyo de su gente dentro y fuera de su territorio, y de lo que deberán hacer las grandes potencias y los organismos internacionales (ONU, OEA, etc).
En lo que toca a RD el gobierno de Abinader debe comenzar ya por exigir a los señores que emplean a haitianos sin papeles y en un ochenta y hasta un noventa por ciento, a que concluyan esa tarea lo antes posible. Y que sean ellos quienes paguen los gastos para devolver a esos infelices trabajadores a su país de origen.
Debe el gobierno sancionar con multas a empresarios, ingenieros, constructores y hoteleros que empleen más del veinte por ciento de haitianos en sus respectivos negocios y obras.
Y sancionar con multas y prisión a funcionarios civiles y militares que permitan el tráfico de personas desde Haití hacia nuestro país. Y rotar a los que allí laboran para evitar que se hagan ricos de la noche a la mañana.
Debe el gobierno hacerle saber a los haitianos y al mundo que cada parturienta gratuita en el país será atendida por última vez, luego de aplicársele el procedimiento médico para evitar nuevos embarazos.
Aclaro que no soy anti nada, ni he sido, ni soy ni seré racista, pero ya está bueno de que supuestos líderes locales, o beneficiarios del trabajo de esos infelices haitianos, corruptos y hasta perversos enemigos de la patria quisqueyana sigan oponiéndose a una rápida y drástica solución a los problemas haitianos en Haití.
República Dominicana no puede seguir siendo el colchón, la cama ni el hospital o la universidad de tantos infelices ciudadanos ilegales, dignos de misericordia y mejor futuro. Xxx.