La última demostración del desquiciamiento del régimen de la familia Ortega, en Nicaragua, ha sido el secuestro de monseñor Rolando Álvarez Lagos, obispo de la diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la diócesis de Estelí, “conspirador impenitente” capturado en un allanamiento ilegal perpetrado por el jefe de la Policía Nacional, esposo de la hija del presidente Daniel Ortega y de la vicepresidente Rosario Murillo.
Aún si el obispo fuera un criminal, el Código Procesal Penal nicaragüense establece que los allanamientos sólo pueden efectuarse entre 6:00am y 6:00pm; el acometido a la sede curial de Matagalpa fue en horas de la madrugada, después que el obispo Alvarez y los sacerdotes y diáconos que lo acompañaban fueron asediados por quince días. Al prelado se le dejó su sede por cárcel, pero todos sus acompañantes fueron conducidos a otrosrecintos penitenciarios.
Antes había sido expulsado el país el nuncio Waldemar Stanislaw Sommerg y 18 monjas de la congregación Misioneras de la Caridad, fundada por la madre Teresa de Calcuta, y, además, siete sacerdotes apresados, confinados en diferentes cárceles.
Y para que la Iglesia no tenga medios por los cuales aglutinar a su feligresía y seguir predicando las buenas nuevas a pesar del acoso oficialista, les fueron cerradas nueve estaciones de radio y tres canales de televisión por paga. Olvidando que con el uso de la fuerza se doblega pero no se convence, se ha pretendido hacer con los católicos lo que ya ocurrió con los políticos: o respaldan el régimen o tienen que irse a denunciar las tropelías detrás de las rejas.
Llama la atención la timidez con la que el papa Francisco ha tratado esta situación, huyéndole a cualquier condena directa: “Sigo con preocupación y dolor la situación de Nicaragua.Quisiera expresar mi convicción y mi esperanza de que a través de un diálogo abierto y sincero, se puedan seguir encontrando las bases para una convivencia respetuosa y pacífica”, dijo en mensaje de tiwtter.
El hostigamiento a la fé que congrega a más del 55% de la población nicaragüense ha motivado la solidaridad de los obispos dominicanos:
“Los Obispos de la República Dominicana, país siempre cercano e incluso vinculado históricamente con el pueblo de Nicaragua, experimentamos gran preocupación a causa de los graves y dolorosos acontecimientos que está sufriendo el pueblo católico de ese país hermano, especialmente en la persona de Mons. Rolando Álvarez Lagos.
“Como Conferencia del Episcopado Dominicano nos unimos a las voces de tantos hermanos Obispos de otras naciones y a la opinión pública internacional para manifestar nuestra solidaridad con los hermanos y hermanas católicos nicaragüenses.
“Estamos solicitando a nuestros fieles orar intensamente para impetrar de Dios la gracia de que cese el hostigamiento que impide vivir y expresar su fe en paz y libertad.
“Las amenazas y arrestos, la violencia y las vejaciones contra pastores y laicos del pueblo nicaragüense nos duelen profundamente. Nos hieren, de igual modo, las profanaciones y destrucciones de objetos y lugares sagrados”
La persecución contra la iglesia católica nicaragüense ha servido para recordar que todo el que montó una candidatura distinta a la de la autocracia fue a dar a la cárcel con condenas desde ocho a trece años: Cristina Chamorro, Arturo Cruz, Félix Madariaga, Juan Sebastián Chamorro, Miguel Nova, Medardo Mairena y Noel Vidaurre.
Lo peor es que las cosas irán de mal en peor porque la comunidad internacional tiene a Nicaragua en la misma indiferencia que a Haití.
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