Hay países que han planteado la posibilidad de un futuro al margen de la monarquía británica.
MADRID, 12 Sep. (EUROPA PRESS) -Tras el fallecimiento de la reina Isabel II, el grupo de 54 naciones con vínculos británicos, conocida como Commonwealth, se enfrenta a un incierto futuro después de que algunos de los países que la conforman hayan dejado entrever la posibilidad de plantear un futuro republicano, fuera de los márgenes de la monarquía británica.
Fundada a finales de 1926, la Commonwealth busca impulsar la cooperación política y económica si bien, desde mediados del siglo pasado, pertenecer a ella no conlleva que los países integrantes deban rendir pleitesía al monarca británico.
Aunque bajo el largo reinado de Isabel II la organización ha parecido gozar de cierta estabilidad –pese a la reciente ruptura de Barbados–, tras la muerte de la monarca algunas naciones han abierto la posibilidad de salirse de la Commonwealth.
Así, países como Antigua y Barbuda o Nueva Zelanda han dejado, en mayor o menor medida, la puerta abierta al republicanismo, siguiendo de esta forma los pasos de Barbados, que en noviembre de 2021 retiró el reconocimiento a Isabel II como jefa de Estado en un acto que contó con la presencia de Carlos III, entonces príncipe de Gales y heredero a la monarquía británica.
Ahora, tras el histórico deceso de la sempiterna Isabel II, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, ha anunciado que convocará un referéndum para determinar el futuro soberano del archipiélago caribeño, colonia británica hasta 1981.
Según ha defendido el primer ministro Browne, este paso no debe ser interpretado como "un acto de hostilidad", sino que es necesario para "completar ese círculo de independencia" y "garantizar" la soberanía de la nación.
Sumándose a Antigua y Barbuda, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha dejado la puerta abierta a que el país oceánico se desentienda de la monarquía británica y, si bien ha vaticinado que no será "una medida a corto plazo", sí considera que verá este cambio antes de morirse.
"He dejado claro mi punto de vista muchas veces. Creo que (la independencia) es hacia donde se dirigirá Nueva Zelanda en el futuro. Es probable que ocurra durante mi vida, pero no hay que verlo como una medida a corto plazo o cualquier cosa que esté en al agenda en el corto plazo", ha dicho Ardern.
Por su parte, el primer ministro de Australia, Anthony Albanese, líder de otro de los grandes países que conforman la Commonwealth, ha reconocido que "ahora no es el momento de hablar" respecto a la posible marcha del grupo, y ha recordado que Isabel II siempre "respetó la autodeterminación del pueblo australiano".
Mientras tanto en Canadá, aunque estudios demoscópicos arrojan cierta voluntad independentista, el primer ministro Justin Trudeau parece dejar fuera de su agenda política este asunto, más aún teniendo en cuenta que, a nivel constitucional, para aprobar cualquier cambio en este sentido se requiere del apoyo unánime de todas las legislaturas provinciales.
Más decididas parecen estar las autoridades de Jamaica, pues aunque en los últimos días no se hayan pronunciado al respecto, existe en la isla caribeña una histórica voluntad de independencia reconocida por el primer ministro, Andrew Holness, el pasado mes de marzo.
En la misma línea, en San Vicente y Granadinas, en el pasado se han registrado manifestaciones en contra de la monarquía y su jefe de Gobierno, Ralph Gonsalves, propuso en julio celebrar un referéndum, si bien reconoció que este tan solo se podría llevar a cabo tras un acuerdo con los partidarios de seguir formando parte de la Commonwealth.
En otro escalón se sitúan países como Bahamas, Belice, Granada, San Cristóbal y Nieves o Santa Lucía, donde también existen movimientos independentistas aunque no se han reactivado en los últimos tiempos, ni siquiera tras la muerte de Isabel II.
Así, el futuro de la Commonwealth se perfila como uno de los grandes desafíos que deberá enfrentar Carlos III, quien, tras años a la espera de tomar el testigo, ya en su primer discurso como rey hizo suyo "el profundo compromiso personal" de su madre con el grupo de naciones.