El proceso de relanzamiento del gobierno, que incluía la remoción de altos cargos perremeistas parece que se trabó.
Mientras esperamos una “fórmula mágica” de la ONU en Haití y el gobierno y solidarios auxilian a los afectados por el huracán Fiona, aspirantes y partidos políticos prosiguen su afanosa carrera proselitista con miras a las elecciones del 2024.
El Partido Revolucionario Moderno (PRM), que salió sin mayores traumas de un proceso interno de elección de autoridades, se apoya en su presidente, Luis Abinader que, aunque no ha confirmado su pretensión reeleccionista, cada día “sale a algo”, como me comentó un entusiasta perremeista.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) está centrado en su consulta del 16 de este mes, ausente el entusiasmo de otros momentos de cara a los peledeistas y ciudadanos apartidistas convocados. La participación se proyecta discreta lo que afectaría su imagen y tendría impactos en la percepción de los votantes. (¿Quedó en el pasado la mala práctica de agregar ceros a la derecha a todos participantes en contiendas internas para lograr un abultamiento total?).
La Fuerza del Pueblo (FP), con el expresidente Leonel Fernández omnipresente en cualquier espacio nacional e internacional de votantes, revela un peligroso triunfalismo, con sectores cercanos al líder que frustan y limitan llegadas de nuevos adherentes. “Ahí se creen en transición”, me comentó un frustrado peledeista que se asomó a esos predios y sintió que algunos cercaban sus espacios y hasta se repartían posibles cargos futuros.
Perredeistas, en otra crisis interna, y los reformistas, algunos que lucen como voceros del gobierno, se esfuerzan por mantener vigencia mediática, pero es seguro que buscarán pactar con candidaturas que se proyecten ganadoras.
El proceso de relanzamiento del gobierno, que incluía la remoción de altos cargos perremeistas parece que se trabó, luego del impacto en el partido oficial de la destitución de Roberto Fulcar del ministerio de Educación, figura de peso partidario y exjefe de campaña triunfante.
El remezón afectaría a otras figuras del PRM y sumaría otros aliados, allegados e independientes a la administración abinaderista.
Las exclusiones en la dirección partidaria y elección de funcionarios gubernamentales sin historia perredeista-perremeista profundizó los disgustos, lo que habría aplazado cambios importantes en ministerios, direcciones generales y agencias oficiales.
Abinader ha tenido que continuar con el gobierno en sus hombros y como principal promotor de las acciones de su administración.
La promoción de su figura, vinculada a la solución de problemas en las diferentes comunidades, hace innecesario que defina su postura ante la opción de repostularse, permitida constitucionalmente.
Los daños provocados por el paso del huracán Fiona le han permitido proyectarse como ejecutivo de soluciones rápidas y satisfactorias y reiterarse como político cercano a los ciudadanos.
¿Podrá Abinader mantener el ritmo de los primeros dos años, con altos cargos que necesitan que él los apuntale en una rueda de prensa u otro encuentro en el Palacio Nacional en el desempeño de sus funciones?
Las tareas de gobierno son diversas y cada día lucen más complejas por la repercusión local de temas como la guerra europea y la agudización de la violencia e inseguridad en Haití, que mantiene a la ONU y a la llamada comunidad internacional dando tumbos, liada en teorías y pretensiones cosméticas.
Los funcionarios apoyan y suplen a un mandatario, y no al revés. Debe ser éste la última instancia y nunca el apagafuegos de los extravíos de subalternos.
La intensa dinámica diaria obligará al mandatario tomar decisiones, que en ocasiones resultan desagradables para viejos colaboradores, pero imprescindible para intentar la buena gerencia gubernamental y lograr que los ciudadanos, votantes en 2024, así lo perciban.
Los problemas económicos y sociales son muchos, los recursos insuficientes y los opositores son veteranos de las luchas políticas y electorales.