Esos países pintan un panorama demasiado halagüeño, mientras ocultan la cifra que realmente se destina a los países pobres
OXFORD, Reino Unido – La mayoría de los países ricos aplica prácticas de contabilidad de carácter engañoso y deshonesto para exagerar la financiación climática que aportan a los países en desarrollo, de acuerdo con una investigación de la coalición internacional contra la pobreza Oxfam.
Nafkote Dabi, responsable de políticas sobre cambio climático de Oxfam Internacional, dijo que “las contribuciones de los países ricos no solo siguen estando muy por debajo del objetivo contraído, sino que son engañosas al contabilizar la financiación climática de una manera que no es correcta ni adecuada”.
Esos países “están sobreestimando su propia generosidad y pintando un panorama demasiado halagüeño, mientras ocultan la cifra que realmente se destina a los países pobres”, agregó Dabi.
En 2020, según la investigación de Oxfam, el valor real de la financiación climática proporcionada a países en desarrollo se situó entre 21 000 y 24 500 millones de dólares, frente a la cifra de 68 300 millones de dólares que los países ricos declararon aportar en concepto de financiación pública.
Junto al financiamiento privado, el total de finanzas movilizadas se proclamó como de 83 300 millones de dólares, con una sobreestimación que pudo llegar a 225 %, según el estudio.
El objetivo de financiación climática mundial está fijado en 100 000 millones de dólares anuales, y es uno de los temas que se evaluarán en la 27 Conferencia de las Partes (COP27) de las Naciones Unidas sobre cambio climático que reunirá a 197 países y otros miembros del 6 al 18 de noviembre en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij.
Dabi afirmó que “el mecanismo actual de la financiación climática mundial es como un tren averiado que corre el riesgo de llevarnos a un destino de proporciones catastróficas. El exceso de préstamos está endeudando a los países pobres, que ya tienen problemas para abordar los impactos del cambio climático”.
“Se está declarando demasiada financiación de manera dudosa y deshonesta. Como resultado, los países más vulnerables continúan sin estar preparados para enfrentarse a la violencia de la crisis climática”, añadió el responsable de la coalición.
“El mecanismo actual de la financiación climática mundial es como un tren averiado que corre el riesgo de llevarnos a un destino de proporciones catastróficas. El exceso de préstamos está endeudando a los países pobres, que ya tienen problemas para abordar los impactos del cambio climático”: Nafkote Dabi.
La investigación mostró que instrumentos como los préstamos se declaran según su valor nominal, ignorando el reembolso de la financiación, entre otros factores.
Con demasiada frecuencia, los proyectos financiados presentan un menor enfoque climático que el declarado, por lo que el valor neto del apoyo que se destina específicamente a la acción climática probablemente sea mucho más bajo del que sugieren las cifras de financiación climática declaradas.
En la actualidad, los préstamos dominan más de 70 % de la provisión de financiación climática pública (48 600 millones de dólares), alimentando la crisis de la deuda a la que se enfrentan los países en desarrollo.
Para Dabi “obligar a los países pobres a devolver préstamos para poder hacer frente a la crisis climática a la que apenas han contribuido es algo profundamente injusto”.
“En lugar de prestar apoyo a los países que se enfrentan a sequías, ciclones e inundaciones que continúan agravándose, los países ricos están minando su capacidad para hacer frente a futuros impactos, además de profundizar sus niveles de pobreza», añade Dabi.
Recordó que el pago de la deuda externa de los países menos desarrollados ascendió a 31 000 millones de dólares en 2020.
Por ejemplo, Senegal, que figura en el tercio inferior de los países más vulnerables del mundo frente al cambio climático, recibió 85 % de su financiación climática en forma de deuda, con solo 29 % como préstamos no concesionales.
Ello fue así a pesar de presentar un riesgo moderado de caer en una crisis de endeudamiento, y del hecho de que su deuda representa el manejable 62,4 % de su ingreso nacional bruto.
La investigación mostró que instrumentos como los préstamos se declaran según su valor nominal, ignorando el reembolso de la financiación, entre otros factores.
La sobreestimación en el financiamiento también alcanzaría a entes multilaterales, como el Banco Mundial, cuyos informes de financiación climática “no permiten comprobar de manera independiente los niveles alegados, por lo que podría haber una discrepancia de hasta 40 %” al examinar por ejemplo los datos de 2020.
Una tesis central de Oxfam es que si los países desarrollados cumplieran con su compromiso de movilizar 100 000 millones de dólares al año y abordaran verdaderamente sus errores de contabilización de la financiación climática, sería posible evitar una catástrofe climática a gran escala.
“Manipulando el sistema solo conseguirán que sean los países pobres, quienes menos han contribuido a la crisis climática, los que acaben pagando”, dijo Dabi.
Insistió en que “un sistema de financiación climática que se basa principalmente en préstamos no hace sino agravar el problema. Los países ricos, especialmente aquellos que más contaminan, tienen la responsabilidad moral de ofrecer formas alternativas de financiación climática, sobre todo subvenciones”.
Para Oxfam, en las negociaciones de la COP27 “los países ricos deben comprometerse urgentemente a incrementar la financiación destinada a los países vulnerables para la adaptación al cambio climático a través de subvenciones, así como a mejorar sus prácticas defectuosas de presentación de informes”.
Publicado originalmente por Ipsnoticias.net